jueves, 4 de marzo de 2010

Voy a recitar mi mantra.

Voy a juntar mis manos,

Y las voy a frotar una contra otra.

Les voy dar calor.

Voy a llamar a la magia de las plantas.

A la magia de las horas.

A la magia de las flores y los perfumes.

A la magia de las bailarinas del salón.


A la magia de la señora que teje prendas de abrigo de hermosos colores.

A la magia de la señora de la panadería, que hace esos panes perfumados.


A la magia de las damas del balcón.


Voy a invocar en mis manos.

La magia del alquimista.

La magia del chaman.

La magia del hechicero.

La magia de la sibila.

La magia de todos los curanderos.

La magia de tu, y de mi dios.


Voy a golpear mis manos en mi pecho una vez.

Las voy a elevar al cielo,

Me hincare de rodillas en el suelo,

Voy a juntar mis manos una vez más.


Voy a recitar mi mantra.


Mi mantra para tus ojos.

Mi mantra para tus piernas.

Mi mantra es para tu voz.

Mi mantra es para tu silencio

Para tu presencia.

Para tu ausencia.


Voy a recitar mi mantra.


Mi mantra es para vos.


Voy a golpear una vez las manos en el suelo, con las palmas abiertas y sobre la tierra.


Mi mantra es para tu boca.

Mi mantra es para tu pecho.

Mi mantra es para tu estomago, para tu ombligo.

Para tu sexo.

Mi mantra es para tus pies, mi mantra es para tu espalda y para tu cabeza.


Voy a levantar suavemente las manos del suelo, los voy a poner en dirección de tu cuerpo.



Tu no estas yo no estoy.


Mis manos están en dirección de vos.


Voy a recitar mi mantra.


Aunque la luna, caiga, y el sol se levante con lagrimas de fuego que caen sobre mi cuerpo como flechas ardiendo.

Y al atravesarme los dolores destruyan mis conjuros, destruyan mi casa que es mi espíritu.

Incendien mi jardín, incendien mi mundo que es tu cuerpo.

Derroten mi piel, y me dejen en cenizas y huesos.


Aunque los días se sucedan tras las horas y detrás de los días blancos, caigan los días negros.

Y los años los parezcan pétalos tan débiles, de un calendario gris de desconsuelo.


Aun después de la muerte y del silencio.


Aun después de la ausencia te espero.


Por que el silencio es la música que destroza mis oídos con sus ecos proyectados en los troncos de los árboles que ya han muerto.



Y porque la ausencia, es el mismo silencio de tu voz lejos.


Voy a recitar mi mantra.


Aunque la luna, caiga, y el sol se levante con lagrimas de fuego que caen sobre mi cuerpo como flechas ardiendo.

Te espero.


Porque conozco el final de todas las cosas.

Y el comienzo de las otras que aun el mundo ignora.

Por que conozco el nombre de la sombra.

Y conozco la voz de la ausencia mordiendo mi boca.


Por que mordí tu labio en un sueño.

Y de esos sabores me alimento.


Porque si me tengo que convertir en fantasma para encontrarte en una cortina de humo sobre el cielo.


Te aseguro que lo intento.


Voy a recitar mi mantra.


Aunque la luna, caiga, y el sol se levante con lagrimas de fuego que caen sobre mi cuerpo como flechas ardiendo.

Te espero.


Mis manos sienten una temperatura.


Han quedado adormecidas en la distancia.


Me desmayo, muero, o duermo.


Pero inconciente aun así.


Repito mi mantra.


2 comentarios:

  1. Qué lluvia de versos. Convocas a la magia, pero ya tu poesía es un acto mágico, es la explosión de imágenes acuchillantes

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  2. Mantra sin manos ya, el mantra se arma de voces para acompasar el dolor, la felicidad, la inanidad de este mundo.

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Si de verdad me leyeras, si de verdad comprendieras la esencia de mi ser... sabrías que estoy aprendiendo que hay palabras que no se deben decir... hay momentos en que se debe guardar el corazón en su cajita de perfumes hasta el próximo invierno. Son como esas cosas del cuidado de las plantas y del jardín que nos ayudan a mantener la fe en nuestros sentimientos.
Si mi espíritu no ha podido florecer aún en esta tierra, lo mudare de este cielo a cielos nuevos. A un lugar donde las nubes no sean de tormentas o silencios.

Hay muchos libros de silencios y hay muchos libros de sueños que aguardan en los estantes, quizás es hora de que los lea, o que los beba como el néctar que me ayude a sanar de tanta mala suerte en mi corazón y en mis ideas.

Mi alma espera en los arboles, algún día la encontraras. Pero si la recuerdas, dile de esas palabras mágicas y veras como se acerca.