domingo, 25 de septiembre de 2016

...

El mundo ciego sobrevive porque diminutos habitantes de la noche, escupen savia viva sobre sus parpados finos.

La mano de un dios diminuto juega a formar la materia de la nada. Sopla sobre el barro, funde su aliento en el suspiro del viento, vierte su semen sobre la tierra mojada. y las criaturas emergen. Son rígidas y a los primeros pasos se quiebran sus pasos, son torpes y en el primer vuelo pierden las alas.

Una nube llora corrompida de tormenta y fuego. Explota y gime misterios de la inmensidad. mi ventana se abre y se cierra, de vez en vez  el día, de vez en vez la noche, pero también a veces sucede el milagro de tus ojos.

martes, 28 de junio de 2016

Dispersa

Mi pequeña casa llora, tiembla y se derrumba.
De pie la observo desde el patio, aún no entiendo porqué extraña razón, mi cuerpo no se rinde a la suerte del escombro y la ruina.
Mi corazón y su ritmo irregular educan mis emociones.
Ahora aprendo a observar el desamor de los otros combatiendo absurdamente con el amor propio.
Fuerzas de otro mundo me sostienen, lo acepto, no pregunto porqué, simplemente no estoy segura si debo agradecer, o pedirles que desistan.

También estoy cansada de ser árbol.
No quiero acumular palabras, ruinas del tiempo y la experiencia, no puedo capturar los sonidos de la lluvia mientras mi ser interior se golpea en las paredes de mi corazón, eternamente, buscando una fisura para hacerse de la libertad en símbolo de renuncia humana.
Ya no pertenezco a nada, nadie contiene mis ojos, mi atención vuela.
Llevo vidas aprendiendo y desaprendiendo las mismas cosas.
Me cansé de la naturaleza de la piedra, por eso prefiero el otoño y fragmentarme en los pasos de los días a ninguna parte como una hoja seca.

... es inevitable

La noche lleva un caudal de fuego oculto que se derrama sobre los techos, fecundando una soledad primigenia, de origen y final de tiempos.
Suena en la radio la melodía que estremece, el agua está a punto de tibieza, para llenar una taza y un alma de ternura. Sueño con los ojos abiertos, tengo un hambre ancestral sólo de tus brazos, y la noche sigue derramándose.
Te extraño donde se me ha puesto triste la vida, en la ciudad, en la melancolía de los árboles, en la tristeza ocre del día. Te extraño acá en mi boca abierta, en mis brazos, en el abrazo ausente, te extraño en mi latido que no se proyecta en tu latido, te extraño en mi sexo, claro que sí, te extraño a todas horas en la música tenue que despiertan los pájaros a primera hora del día. Te extraño, es inevitable. Sentí el desgarre en mi ser espiritual al despedirnos, algo en mi interior que anticipaba la tristeza mansa de estos días, tan constante, tan puntual en la madrugada y en las horas blancas del día, y perdóname, pero no se mentir, fingir indiferencia me parece absurdo, cómo ocultar lo que siento si voy arrastrando el recuerdo de unos días más felices, y no hay manera, todo es inutil.
Realizo los rituales necesarios para olvidarte, cuento las horas para no pensarte, como el fumador que sufre de abstinencia sufro la abstinencia de la repetición de tu nombre en mi vida. Realizo los rituales necesarios te juro que lo hago, hay un lugar en mi que lleva tu esencia, y trato de no visitarlo, pero es como negarme a la vida.
Mi corazón me reclama, duele y se enferma, no logra recuperarse. Visite al cardiólogo estos días, me dijo que evite los esfuerzos, sé que ese tipo es un estúpido, pero sólo sabe de como funciona el músculo.
Me esfuerzo en no sentir entonces, hago algo por recuperarme, no visito tu recuerdo pero caigo en el como al descuido, como quien pisa una baldosa floja, luego de la lluvia.
Cerré la casa, como se cierran los libros, como se cierran las alas sobre la espalda, ciñéndose a la condición humana.
Baje del árbol, como el simio, como el gato, como el ave.
Me sumergí en mi sombra difusa, en la imagen de mí que han dejado los años.
Y me desato. Rompo el nudo, el cristal, el vidrio, la realidad del espejo y la de este lado.
Tengo una sed distinta en esta noche, como si de repente hubiera despertado.
Voy a dejar por aquí este silencio, algo vendrá a iluminarlo, será música o alas.
Algo vendrá a iluminarlo.

Mi corazón

Mi corazón se enredó en las ramas del saúco, intento volar y salió atropellando casas, transeúntes, dragones fantasmas y tu nombre que flotaba en todas, todas partes.
Gracias a Dios el saúco estuvo atento, y lo atrapo en el aire, como quien con sus manos vueltas ramas intenta matar una polilla, o cualquier insecto desagradable.
Veo la escena desde la vereda de casa mientras salgo al trabajo, no puedo creer, aún no he podido domesticar a ese estúpido ignorante. Me abre el pecho, me rompe el cuerpo y sale volando sin que le importe nada, sólo su latido libre, sólo los perfumes extraños de los aromillos en las calles, distantes vuelos de ángeles, invisibles criaturas que lo alientan a dejarme.
Sé que no merezco mi corazón, porque su latido es más fuerte que mis pensamientos, y todos los absurdos planes que intento sostener para los dos. Sé que no merezco mi corazón, no se cuidarlo y se me vuela, se desprende del mundo por vos.

...

Un perro sucio, herido y abandonado de todos, de mi y de vos, eso es el amor. El mundo se mata por comprar el móvil de moda? Vos crees eso realmente? La gente que yo conozco se mata por llevar comida a su mesa. Dejar de ver eso es el dolor. No comprender cómo funciona el sistema es el dolor.
... Mientras,los bolsillos se muerden su corazón vacío, mientras, los hombres dudan si llegar a casa porque la fábrica cerró, mientras, mamá teje la tristeza destejiendo lana de otra prenda de un tiempo mejor, mientras, siempre mientras el televisor nos habla de autos, de préstamos, de créditos, de cirugías estéticas, de vacaciones en la costa, de cómo se mató un fulano, de cómo suicidaron a otro, mientras, el perro flaco de la vida lame el suelo con piedad del mundo, sólo y triste, muriendo de abandono, así de simple, así el amor.
Me gusta la humanidad a veces, la verdad es que todo el tiempo prefiero a los árboles. Su vibración sutil, su musicalidad, su corteza dramática, su raíz acogedora y perfumada. Me gustan más los hombres que aman a los árboles, es muy fácil amar una mujer o a un perro, incluso es sencillo amar la lluvia, y al día soleado, pero amar un árbol requiere seguridad, y un corazón muy simple y grande. Los árboles pequeños de frutos, los casi arbustos, nos permiten pequeños diálogos, inspeccionar entre sus hojas, recorrerlos con la mirada, pensar en su pasado, descubrir historias en su tronco y continuar leyendo en las semillas que caen. Los árboles pequeños son como la infancia, como los juegos de escondidas, como hallar un tesoro en un nido de aves. Los árboles inmensos, a veces inalcanzables, logran impactar sobre mi alma, y puedo oír como el susurro constante de su ser me habla, amo los árboles. No sé si ellos me amen, me saben pequeña, me saben leve en sus eternidades. Los árboles inmensos cantan en el aire, en las noches logran llegar a las ciudades y nos despiertan luego de invadir nuestros sueños con bosques de sagrados maestros ancestrales. Amo la humanidad a veces. Pero todo el tiempo amo a los árboles. Ellos no necesitan mi amor, ellos son energía, perfume que la tierra emana.

Pensamiento de árbol

El aire es frío y el viento empuja las hojas hasta desprenderlas de las ramas. Los pensamientos del árbol no se aturden por el juego de los pájaros, ni siquiera por el cosquilleo de las hormigas que recorren su corteza, ni por las miradas de los hombres que pasan, el árbol tiene pensamientos que se enredan en redes de luz y delgados caminos de lluvia. Se musicaliza el corazón del árbol que nadie sabe donde está, desde que lugar palpita, si desde el centro del tronco, o más allá donde la sombra de su rama más alta rasca suavemente sus raíces. El árbol también sueña, y descansa, deja sus pensamientos apoyados sobre la tierra húmeda, los ve hundirse poco a poco, fundirse con la materia orgánica que lo nutre, y presenciar esto le da calma. Respira, sus ojos internos se cierran, y dentro del sueño del árbol, el universo mágico brilla.
El aire es frío, el viento susurra. En algún lugar del mundo intento dejar mis pensamientos sobre la tierra húmeda y oscura, aguardar que se hundan, que la materia orgánica los nutra, y que presenciar esto me dé calma, que mis ojos internos se cierren y que dentro de mi sueño el universo mágico brille, pero pienso en el árbol, en el camino de hormigas,en los juegos de los pájaros, en la sombra de las ramas, en las raíces. Pienso en su corazón y siento que de alguna forma indescriptible, de una forma que no comprendo, sólo sé, el corazón del árbol late en mí, dentro de mi, y así reflejándome en él, muy dentro del árbol mi corazón también late. Sólo esto me ayuda a encender el brillo de mi universo, sentir que mi corazón guarda el mismo latido, la misma naturaleza.

Voy al árbol

Vi en mis ojos, o en los ojos del espejo, un diminuto asesino silencioso, un reloj de agujas oxidadas, clavadas a mi condición humana, deteriorando las columnas de mi vida.
Voy al árbol cargando el peso de mi tiempo, pero sólo a veces, en realidad no siempre, porque otras simplemente voy por la vida como una insensata, desnudándome antes de tiempo, mostrando rincones de pasado, y viejas heridas. Luego despierto, asumo este tiempo, a mitad de la calle siento frío, también recuerdo, soy una mujer, habito este planeta circunstancialmente, pude habitar cualquier otra esfera, pero aquí se vive bonito, el sol se cree estrella y la luna nos persigue.
Voy al árbol, cargo a cuestas la historia de mis ancestros, no sus pecados ni sus riquezas, sólo una mezcla de recuerdos que afloran y fluyen en mi torrente sanguíneo.
Te invito a mi carne a veces, descubro mi cuerpo, me gusta, huele a verde mi esternón, mi corazón reverdece, mi alma es un nido de jilgueros extraterrestres que tejen olvidos con sus piquitos.

Quise

Quise, es cierto, no me avergüenzo de mi corazón. Muy al contrario acepto y comprendo su naturaleza extraordinaria. Él, no es un simple motor dador de vida, ni un molino de sangre y energía, él, pequeña criatura, reloj de un tiempo distinto al pasado, o al futuro, o incluso al volátil ahora, él es un sabio sumergido en mi sangre, es un maestro de mi voluntad, él me contagia, y me alienta algo más que la vida, él me hace visible lo invisible a través de su espíritu, que también es el mio.
Entonces no me avergüenza decir que quise, es cierto, pero querer viene del deseo, no de mi corazón, ahora lo comprendo, y el deseo viene de la necesidad de cubrir heridas con otras manos, y aquí yo ya tengo las propias, son verdaderamente bellísimas mis manos, y son mías. Pero es ahora que comprendo que quise, y eso sólo ventilo mi herida, y puso ansiedad a un tiempo que aún no existía, y no existirá.
Ahora no quiero, porque tengo mis manos, ya no quiero tus manos, aunque al recordarlas siento ternura, un amor vivo y despierto nace en el músculo espiritual, y también comprendo que desde esta distancia puedo multiplicar mi amor, y eso también te alcanzara, pero esta vez sin que yo quiera, simplemente no lo puedo evitar.
El amor a veces se abre paso como una semilla que sólo es, sin más, ella no desea ser árbol, simplemente lo será. El amor no desea ser nada, ni tocar a nadie, simplemente es, y en esa maravillosa naturaleza es, multiplicándose paso a paso, día a día. Mis manos ya no cubren mis heridas, porque no hay herida, es un tiempo nuevo, el cielo es mi espejo, y sí a veces anido una tormenta, y otras un cielo tan profundo y despejado, que contemplar es sencillo y amable, no puedo ni quiero evitarlo.
Soy muchas cosas, soy muchas cosas vivas, con mis ciclos de luz y de sombra. Ahora que me siento verdaderamente estrellada, como la noche profunda, fresca, poblada de ranas y grillos, de lobos que aullan, ahora quizás también sienta eso que algunos interpretan como tristeza, soledad, o nostalgia, yo lo nombro: comprensión divina, muda contemplación de mi alma. Y en este instante de contemplación... quizás algo en mi deba romperse como una cáscara, como una grieta, como una caja, porque este molde corpóreo, mental, de pensamientos y emociones quizás se haya podrido, haya muerto porque no eran realmente parte de mi o de mi naturaleza. Todo aquello me vistió, me cubrió, pero no para protegerme, me cubrió la desnudez y ya no reconocí mi ser en mi cuerpo, ni mi cuerpo ni quien era yo en ellos, mi naturaleza atenta contra los mandatos sociales, contra la construcción social de ser humano, y de mujer. Pero yo no me avergüenzo de mis emociones, voy bailando fuera de las estructuras impuestas, no me avergüenzo de mis pensamientos, de mi sexo o de mi cuerpo, de mi corazón y su voluntad de multiplicarse. Me se maravillosa, y capaz de crear huellas conformes a mi naturaleza, también multiplicando mi amor en todo lo que toco...
Entonces, sí, te quise, y fue maravilloso quererte, y creer en la fantástica mentira de tus manos cubriendo y limpiando mis heridas, ahora no te quiero, ahora mi corazón se multiplica amando. Y me se libre, nueva y sana, porque mis manos no son simplemente maravillosas, mis manos son sagradas, manos de un cuerpo renacido, de una mujer selva, de una mujer árbol, de una mujer alba. Mis manos creadoras me visten de luz, mientras tejo redes que contengan mis estrellas para que no caigan, mientras desato mis dolores para que puedan evaporarse en el perfume del día.

a pesar de todo

Me gusta el amor, su labio de nube, su cuello de agua. La forma en que su cuerpo se derrumba y se alza. Muerdo sus dedos, su vientre, su alma, me duermo en su pecho, despierto en su párpado.
Por la tarde cuando el sol se extiende, y su luz es tan naranja que perfuma el patio, juego desnuda sobre los árboles, como una pequeña huella de polen que escapa del mundo, perfume de silencio y de nostalgia.
Me gusta el amor, la ternura contenida de las horas, la mirada sumergida en la distancia.

Criaturas del lenguaje mágico

Tengo algunas palabras, sobrevivientes de la sombra, de mi propia suerte. A veces las tiendo al sol, a veces cubro con ellas las ventanas porque siento tristeza, sí, tristeza y frío.
Hay una palabra azul que me nombra, y mi ser vibra diferente en su voz de música.
A veces necesito alimento, y no me bastan semillas ni frutas, necesito sol, necesito campo, necesito cielo, necesito música, entonces busco las palabras, las desordeno en el aire con las manos como si jugara con humo, y las susurro.
Tengo algunas palabras, criaturas del lenguaje mágico, y de la selva profunda, musicalidad de árbol, silencio de lluvia.

Puedo repetir algunas palabras

Abro la noche sobre la mesa y la sirvo en dos tazas. Te invito a que bebas el primer sorbo tibio, sé que luego llegará el frío, y el rumor pálido de las sombras golpeando las ventanas. 
Bebo mi porción oscura, los misterios brillan sobre el techo como insectos de la luz y del tiempo, reptan sobre las paredes figuras extrañas. 
Siento frío, mi piel es frágil, aún así estoy en calma porque sé que el temor habita fuera de esta casa. 
Intento pronunciar tu nombre, intento abarcar su musicalidad, es un juego infantil y absurdo, pero lo intento... mientras tus manos dibujan aves en el aire, tus manos son ahora mismo pájaros cristalinos de la distancia.
Puedo repetir algunas palabras que memorice para cruzar los infiernos del insomnio, tengo algunas palabras blancas y otras palabras alba, puedo darle voz a los fantasmas de las calles para que canten, para que supliquen o simplemente se despidan, también puedo darles voz sólo para que callen.
Puedo a esta hora predecir los días que vienen, serán grises como el cemento, y melancólicos como la lluvia, pero en ellos adivino mi corazón hablando a tu corazón a través de la ventana espiritual que le den nuestras palabras.

Se fueron las palabras

Se me fueron las palabras, toditas, abrazaditas y juntas por un mar de azúcar. Entre las hormigas y los restos de lluvia no quedo nada.
Sufro una pena sin nombre, porque no tengo palabras para decir cómo es que duele, y cómo se llama, es una tristeza que nace chiquita pero que en la noche se destrenza la sombra y todo lo abarca. 
Me oscurece el patio, la vereda, la casa. Sube por las paredes y desde fuera me abraza.

Puedo

Puedo perderte en la palabra, en el absurdo enredo de las letras y los silencios. Puedo, acariciar las formas del paisaje, lo verde de los arboles, lo espumoso del cielo. Mientras mi rostro se funde en el celeste, mientras respiro el universo y el infinito me recupera. Puedo cerrar los ojos esta noche, para dormir en la sensación sagrada de conocerte, de alguna forma he alcanzado los bordes de tu nombre y tu cuerpo, y eso me permite sentirme reflejada, felizmente completa

Tiempo

Los brazos del tiempo movilizan las nubes, el viento es un anciano con cuerpo de fantasma. La noche se derrama como lluvia sobre mundo, líquida oscuridad que brilla fría y estrellada.
Los perros aullan y lloran, ladran a la nada y la quedan mirando, la nada se mueve a un rincón de sombra para devolverles la mirada.
Pasan los dias.
Cuánto dolor es inevitable y sin embargo. Pasan los días y sus oxidadas agujas tallan sobre la Sagrada piel de mi sueño delgadas huellas de distancia. Se suman y se multiplican, se enredan y se enlazan.
Hago lo posible, lo necesario, y no hago nada, estoy mortalmente herida de silencio y de distancia.
El tiempo fluye, nadie tiene una mano lo suficientemente fuerte, lo suficientemente torpe como para tapar su cauce, no hay piedra ni criatura que se duerma en su puerta para que en el amanecer él no pueda salir y derramarse.
Un hombre se rompe el corazón muy lejos de mi nombre, mi nombre se desdibuja muy lejos de todo. Me olvido de las palabras, me hundo en un bosque que invento en un sueño, recolecto semillas y pájaros, los trituro y con ellos alimento el fuego que nutrirá la noche y me acercara a la mañana.
Fluye el tiempo, se tuerce en el cielo, su talón clavado en tierra y su cresta encendida como una pluma, arde en las nubes, aliento de Dios, fuerza inalcanzable.

Ella

Ella contenía una tormenta, sus manos se herían por los rayos, diminutas explosiones simultáneas en su cielo, destrozaron el paisaje, y sus manos, sus manos no alcanzaron.
Él desde sus ojos lo intentaba, intentaba devolverle una palabra, pero a veces los ojitos son fantasmas y quedan mudos ante el diluvio que van dejando los años.
Envejecieron en un rincón del mundo, él domesticaba la tierra, ella molía maíz, alimento sagrado. Tejía esperanza, punto a punto, fila a fila, mano a mano. Sus hijos se dibujaban en un borde azul de una manta, y su amor en un punto rojo siempre acompañando. De madrugada el sol entraba al campo sólo por despertarlos, a veces los rayos tibios se enredaban en sus mejillas, se hundían en su tronco, se filtraban por debajo de su piel, buscando el hueso para aliviarlos, y que crueles dolores de la edad y el frío se evaporaran.
Ella dibujaba rostros en las nubes, y él las contemplaba. Se pasaban un mate y herían un silencio a veces... recordando.

Siempre es tarde

Es tarde todo el tiempo, parece que es la única canción que saben los relojes. Una carencia de cielo delata el espejo de los ojos, y es justo ese lugar en donde veo la realidad que no quiero pero muestro a todos.
Los yuyos crecen y se enredan en el patio de tierra. Insectos laboriosos cuidan el futuro de su especie instintivamente, no importa que uno muera en el trayecto de reconocimiento del terreno o trepando las paredes, no hay suicidios, ni actos heroicos, sólo la supremacía del instinto, de la inteligencia transmitida por generaciones. Nada sé de ese universo pero lo contemplo agradecida, puedo presenciar la vida y la muerte, el tituveo del destino sobre nuestro tiempo, sobre mi sombra que se mueve y dialoga con la sombra de los árboles. He alcanzado esa quietud maravillosa, esa quietud que no inquieta, simplemente te sumerge o te lleva de viaje en las forma de las nubes y los árboles, en los dibujos del aire que trazan los pájaros.
Los yuyos no hablan conmigo yo no les intereso en lo absoluto, ni a ellos ni a los insectos, ni al patio, ni al árbol, tampoco a mi sombra, ni a la sombra de mis vecinos. Eso me tiene sin cuidado, me maravilla como la naturaleza se desinteresa a veces de nosotros y es que en realidad estamos justamente en el lugar indicado o completamente equivocado. Todo siempre depende desde donde se mire, lo han dicho tantas veces. Ahora es tarde, el insomnio es un vidrio que se rompe y al que intento contener con las manos, la realidad de un lado, el sueño es el resto del paisaje, quizás el patio y sus múltiples milagros diminutos cargando hojas, polen, y pequeños tesoros alimenticios a sus nidos, panales, colmenas, reinos de mundos subterráneos y ocultos.
Soy tan ajena a todos, el cartero acaba de tirar unas cuantas malas noticias ensuciando el paisaje con avisos de corte y otros misterios aburridos. Soy tan ajena de mi, trato de disminuir mi naturaleza, un lunar puede entrar en el hormiguero, un ojo puede subir a la colmena, mi lengua puede habitar un nido, mi corazón puede dormir en la corteza, entre grietas de madera y perfume de lluvia, mientras mi ser vuela en líneas imaginarias que despiertan sobre los cables de luz completando pentagramas con melodías que susurra el universo sobre el mundo.

...


Estas sentado en los oscuro de una habitación vacía de vos, porque vos transitas otro aire, respiras otro tiempo. Las cortinas suspiran, la ventana se queja, la calle es de piedra gastada y de sueños que se fundieron.
Tenés los ojos perdidos y fijos en puntos extraños de la nada, donde los árboles rasgan el vestido de las nubes y la noche murmulla su historia en las ramas. 
Fluye el silencio, se fragmenta por que te levantas y vas a ninguna parte de tu casa, calentas agua, tomas un mate, pensas en nada, frotas tus manos frías, llevas una a tu pecho, la otra limpia el vidrio empañado. Escuchas como la pava chilla, como el vapor dibuja fantasmas, nada te sorprende, estas acostumbrado a cosas irreales.


Fluyes en el líquido devenir de la noche, haciéndose sombra, haciéndose frío, y la lluvia cae y te trae rumores de su propia historia en las nubes y en el espacio, en la distancia, en ese fragmento de todo que es su viaje de la nada a la nube, y de la nube a tu calle, a tu oído, a tu todo. Muerdes tu nombre por no soltarlo en la noche, pero ella hambrienta y fría, se enreda en tu boca, se enreda en tu hombro, se funde en tu forma.

lunes, 2 de mayo de 2016

Morder

Me siento frente a la ventana como si me detuviera a contemplar las sombras del espejo.
El mundo arde su rostro inútil, mientras su rostro sagrado trasciende la luz por fuera del vidrio.

Hay tardes en que siento que mis ojos no pueden contener todo este universo de contemplaciones, entonces dejo a las imágenes rebalsar en pequeñas barcas, cargando  polen de  sueños, con la esperanza estúpida de hacer algún bien.

Cierro la boca, y mi interior se asfixia, cierro los ojos y mi interior se ilumina. 
Busco el recuerdo del verde, del amarillo, de la mano de Dios mordiendo los campos, del sexo de dios inundando todo.

Aparto el rostro a la ceguera cotidiana, busco un refugio.
Es temporada de hojas secas, y duendes suicidados en ojos tristes.


Tengo el mismo apetito salvaje de siempre y definitivamente quiero morder la luna como el sol al campo, como la mano de Dios muerde los espíritus.
Quiero hundirme en su espejismo de no tener nombre, ignorar la voz de los hombres y sus palabras repetidas. 

jueves, 31 de marzo de 2016

Te aterra estar sólo?



Me pesa esta casa.
Los muebles sin razón me aplastan, no sé en que momento de la vida quede atrapada en las paredes con las piernas enredadas en las cerámicas de la cocina. La humedad del techo se impregnó en mi piel, el desorden de las cajas, del armario, de la alacena, de la biblioteca, los papeles, la ropa, los libros, la basura, las palabras, los vasos, los insectos, los nombres, los hombres, la familia, todo esta confundido y enredado, todo esta sucio.

Te aterra estar sólo? Y qué si así pasa la vida? Si después de los días no hay más?
A veces simplemente la sociedad se nos pega en la superficie que también somos, porque también somos superficie. A veces se nos pega ese olor nefasto que tiene lo cotidiano y el día a día, pero al final la casa esta vacía.

Los padres mueren, igual que los abuelos, Al final los amigos a veces toman otros caminos. Los hermanos se distancian, los hijos crecen, o nunca los hemos tenido. Al final queda uno, el reflejo, la sombra, quizás el perro, la música, el libro, pero siempre uno.

Y si ella no llega? Y si él no existe?
Entonces queda uno, enredado en los recuerdos, enredado en su mundo.
Me pesa esta casa y la noche sentada en el techo, me pesa en las tripas, justo sobre los recuerdos, a lado de la nostalgia donde arde la vida.

Ser fruto, ser

Hay que ser un poco árbol, un poco fuego, y morir la madera para arder. Pero antes ser fruto y semilla, dejar que un pájaro nos digiera lejos, o mejor  afortunados,  hagamos el amor con el viento y que el orgasmo nacido en el aire, nos arroje a la tierra, lejana y húmeda de nuestro destino.


Soñé acariciar la oscuridad con mis dos brazos recién nacidos, buscar el aliento de Dios, y sólo hallar el mio.

Soñé mi corazón latir gusanos y escarabajos, lombrices, y hormigas, y sentir como una raíz antigua brotaba en mi atravezandome el alma, porque en ese lugar, en el rincón del latido y el alimento natural para tantas otras criaturas, en ese pequeño fragmento de mi enlazado al mundo existía mi alma.

Hay que ser un poco árbol, un poco fuego. Morir un día la madera y arder, para renacer de la propia semilla, no aferrarse a nada, ni a uno mismo. Aceptar la voluntad del vuelo, y llegar tan lejos como el suspiro de la tierra lo permita. Pero arder, porque uno esta vivo, y late, y también respira, no importa cuantos decidan pudrir su madera, uno debe arder.

Tengo un corazón

Puedo arrancarme el corazón, puedo hacerlo.
Dejarlo estremecido sobre un plato y pincharlo con un tenedor para abrir su sangre, para abrir su carne.
Intento quizás de forma absurda convencerlo que es inutil que guarde tu nombre oculto en las fibras que me dan vida.

Afortunadamente soy una mujer salvaje, masticare mi corazón y tu nombre, probare que sabor tienes entre mi lengua, fundido en mi saliva. Quizás te escupa al fuego y en la huella del humo sobre el aire pueda escribir una despedida digna.

...

Dando pasos y mordidas a la aurora es como se amanece. Tibiamente me desprendo del reflejo, aprendo una danza nueva en la luz de mi vientre. Puedo iluminar y oscurecerme, tomo una elección divina, y voy aclarándome como el campo, como el cielo, como los arboles, como los valles... suavemente, verde, amarillo y tibios naranjas me inundan. Puedo respirar, lo siento en mis pulmones y en el cielo que despierta en mi interior. El nuevo universo cabe dentro de mi, crece en mi,  y me renueva. Cada partícula de mi vive una pequeña efervescencia lumínica. Me siento diferente, pero soy la misma, siento al mundo diferente pero es el mismo. Todos los sonidos se develan de una forma nueva, todas las imágenes se develan de una forma  nueva. Todas las sensaciones que antes conocía son diferentes pero son las mismas. He comprendido un lenguaje muy antiguo. Todo se comunica con mi interior.

La tristeza del árbol

Es que nadie cuestiona el aspecto del árbol, su amanecer cansado, su aspecto trágico. Si su corteza se quiebra, si sus hojas se caen, si llora en el rocío, o si sollozando aulla en el viento de la tarde.

Si desesperado intenta desprenderse de la tierra y sus raíces agrietan el suelo de la tierra, y de las calles.
Es que nadie lo ve morir de pena, todos piensan que son estos eventos naturales.
Que es por el otoño, que fue por las tormentas, que es el sol, y las sequías, quizás alguna plaga.

Es que nadie cuestiona la tristeza del árbol, a nadie molesta, a nadie perturba, nadie se pregunta que tormentos pasa. Si quizás su corazón no encuentra alivio, si la noche es muy fría para su alma. Quizás extraña algún pájaro.
Quizás añora antiguos nidos y pichones, y semillas y frutos, y verdores sanos, limpios que musicalizaban de su frescura el aire.

Nadie, nadie, no hay nadie preguntándose que extraños misterios vibran en su madera, que susurros oye su alma. Ni con qué extrañas criaturas conecta bajo la tierra o sumergido en su silencio en el aire.
Nadie cuestiona su tristeza, ni su muerte inevitable.

Yo que conecto mi espíritu con su espíritu, yo que intento comprender su lenguaje, llevo esta tristeza que a todos molesta, porque en ella ven el reflejo de sus propias almas.

viernes, 26 de febrero de 2016

Cuando salimos al día y nos damos cuenta al fin que no somos dueños del sol, ni del paisaje, ni de la lluvia. No somos dueños de nosotros, ni de lo que sentimos, y nos revolcamos dentro nuestro por saber estas verdades inútiles que no afectan en nada al mundo.
Hay un Dios superficial dibujandonos la piel, mientras otro Dios profundo nos muerde el alma, como un bendito perro que nos ama, pero nos mastica.
Cuando al final de todo, queda el eco de tu voz y la mía, y la casa se oscurece, y los arboles se mecen, y me besa la melancolía.
Quisiera fundirme en una bala de plata y disparar sobre tus ojos mi única mirada despidiéndome de vos. siempre de vos, porque siempre fuiste vos, la risa proyectada, la voz en la madrugada, la mano que se extiende en la distancia y me devuelve mi respiración vuelta caricia.
A dónde llevaré mi cuerpo, quiero un viaje a la luna, y desde ahí quien sabe, no sé, a cualquier otro lugar, el universo es infinito.
Pero sí, quisiera un viaje a una nube, y que no soporte mi locura y me escupa convertida en lluvia, y caer sobre el techo de tu casa, y asustarte y que vos al salir a ver que sucede, ser invisible.
Quiero estar en tu sueño y susurrar a tu niño dormido, que todo estará bien cuando despiertes, que el mundo es un lugar habitable después de todo, que todo es posible.
Pero al final salgo al día, enfrento el portal de mi casa, veo mis manos cerrar con llave, y mis pasos en la vereda, y mi voz saluda a los vecinos, y el día es maravilloso luego de una noche de lluvia, pero no me pertenece su perfume, ni la sombra de los arboles, nis sus verdes altísimos, ni el juego de las aves, ni la luz que me brindan.

viernes, 22 de enero de 2016

Nutres mi tiempo

Dejo mi cuerpo sobre la sagrada piedra
Allí donde los pájaros descienden de otros mundos, solo para alimentar todo su bien todo su mal.
Mi piel se vuelve estrella, anido universos.
Giro en torno de la luna,  mi espíritu acepta la tormenta emocional.
Tienes idea cuantos instantes eternos atesora una vida?
Amo mi mortalidad, capaz de embellecer la luz y la sombra de los arboles.
Mis pasos se adaptan al ritmo de la brisa, y mi cuerpo se mece en el vaivén de las hojas.

Si es tarde no siento frío, simplemente me desintegra el lento transcurrir de las horas.
Me fragmento a veces, otras me multiplico en la hierba mientras mis pies me recuerdan una desnudez perdida en lo profundo de una selva que habite en otra vida.

Mis manos guardan recuerdos de tus manos, siento el estremecimiento, sonrío, me limpio de tu nombre, pero tu nombre es fruta que nutre mi tiempo.

Me dejo llevar por la nostalgia, un perfume del aire despierta mi corazón que decide tomar el control de mi por el resto del día, y así voy, con la mirada semilla encendiendo los bosques de la distancia, extendiendo las sensaciones por alcanzar un diminuto brillo de tu luz  y llevármelo al alma, porque estoy hambrienta de tu aliento, y cuando esto sucede, no bastan los ríos, el cielo, no hay espejos donde verse, es necesario romperse del cuerpo, volver pájaro un pensamiento, y luego prenderlo fuego, y ver como nuevamente tu nombre renace en mi recuerdo, y me siento absurda,  me sé muy loca, pero amo mi corazón, su locura sana de necesitar tu aliento para abrazar el otro aliento del día, y seguir con la rutina vida arriba.

Es tarde para muchas cosas, pero tengo un corazón, alimenticia criatura que nutre el tiempo de mis horas, me lleva a ver los colores del paisaje, y a percibir las más distantes melodías que los corazones de los arboles me ofrecen al pasar y hurgar en su corteza alguna forma.

Soy muy transparente, pueden ver a través de mí, llevo bosques, selvas, ríos y sus criaturas, universos desde donde vienen a visitarme seres que me susurran secretos de la sombra y de la luz. Ando desnuda en mi interior, mi corazón, anda desnudo, no tiene manitos, no tiene sexo, solo una piel luciérnaga que parpadea su brillo cada vez que sonrío.

miércoles, 13 de enero de 2016

El amanecer desmonta de un corcel muy oscuro como para diferenciar su cuerpo del resto de la noche. Sobre los edificios como si fuera el cuerpo de un ángel muerto, circulan las nubes, tristes figuras de plomo oprimiendo el rostro del cielo con sus manos duras.
Guardo un dolor como si fuera un tesoro. ¿A caso no es eso algo muy estúpido? Así es la vida me dice mi otra versión del espejo mientras sonríe, pero yo, yo no sonrío.
También guardo restos de la noche en los hombros, la pesada esencia de las sombras que conocemos todos, o al menos casi todos.

Siento ternura por este tiempo, siento ternura por todo, siento piedad por el transcurrir de los minutos, unos tras otros los contemplo, sí, estoy detenida, pero de eso trata a veces la vida, de quedarse detenidos unos minutos y ver en qué sentido va todo, todos, y nosotros mismos.

Hay una tormenta más allá de la piel, más allá de mí, mas allá de lo que nos toca o se pueda ver, hay una tormenta. Su paso, amenaza derrumbarlo todo, la construcción de mi ideas, la seguridad de mis emociones, la estabilidad de  mi  cuerpo balanceándose como un funámbulo de mi propio insomnio. Hay una tormenta, es necesario el desastre, es necesario que nada pueda recuperarse luego de su paso, que no quede nada de lo que cargamos, de lo que sabemos, de lo que sentimos, ni siquiera de lo que anhelamos, solo nosotros. Solo nosotros. 
El amanecer desmonta de un corcel muy oscuro como para diferencia su cuerpo del resto de la noche. Sobre los edificios como si fuera el cuerpo de un ángel muerto, circulan las nubes, tristes figuras de plomo oprimiendo el rostro del cielo con sus manos duras.
Guardo un dolor como si fuera un tesoro. A caso no es eso algo muy estúpido? Así es la vida me dice mi otra versión del espejo mientras sonríe, pero yo, yo no sonrío. También guardo restos de la noche en los hombros, la pesada esencia de las sombras que conocemos todos, o al menos casi todos.
Siento ternura por este tiempo, siento ternura por todo, siento piedad por el transcurrir de los minutos, unos tras otros los contemplo, sí, estoy detenida, pero de eso trata a veces la vida, de quedarse detenidos unos minutos y ver en qué sentido va todo, todos, y nosotros mismos.

Hay una tormenta más allá de la piel, más allá de mí, mas allá de lo que nos toca o se pueda ver, hay una tormenta. Su paso, amenaza derrumbarlo todo, la construcción de mi ideas, la seguridad de mis emociones, la estabilidad de  mi  cuerpo balanceándose como un funámbulo de mi propio insomnio. Hay una tormenta, es necesario el desastre, es necesario que nada pueda recuperarse luego de su paso, que no quede nada de lo que cargamos, de lo que sabemos, de lo que sentimos, ni siquiera de lo que anhelamos, solo nosotros. Solo nosotros. 

lunes, 28 de diciembre de 2015

Letras

Letra sobre letra, palabra vida, palabra que abre cielo, palabra que atraviesa espejos.
La piel del fantasma recupera nitidez, y es bellisima.
Letra sobre letra, palabra vida, palabra que abre cielo, palabra que atraviesa espejos.
La monotonía del reloj es vencida, el mundo baja el ritmo.
Paso sobre paso, camino tierra, camino río.
Fluye el alma sobre el aire, como si cabalgara en un corcel de furia y ternura.

Azul

Cada persona es un tesoro incompleto, un tesoro que adquiere luminosidad al verse reflejado en el otro, y ese reflejo es tan particular y tan diverso como seres en el mundo. El mapa de nuestros tesoros es un misterio, cada persona tiene un modo de interpretar las señales, los caminos. Ellos se miraban con la profundidad que llevan las cosas azules, el mar, el cielo, el misterio. Un débil rose en las manos, unos labios que se entreabrían en un suspiro contenido y también azul como toda la profundidad, dejaban huellas en un camino nuevo, un sendero a continuar.

Romperse

A veces es necesario romperse, buscar la herramienta apropiada y romperse por completo. Golpear lo suficiente para que las paredes caigan, saltar lo suficiente para que el suelo y el techo caigan.
Dejo crecer mis uñas, y las clavo sobre mi pecho. El esternón cruje, duele, el dolor genuino de la piel que se desgarra, del músculo que se vence, del hueso que se parte.
Así vivimos, buscando que nos duela el alma.
A veces es necesario romperse, palpar la herida, medicarla.
A veces es necesario recurrir a lo salvaje, a lo primitivo.
Entonces, hundo mis pies en la tierra, desnuda comienzo a gemir en el aire, elevo los brazos, recibo al cielo y siento, como la suave luz que la noche emana desde el universo desciende a mi cuerpo.
A veces es necesario romperse, por eso uno finge a creer cosas absurdas. El amor, el poder del tiempo, el ciclo de una vida.

Acuerdos silenciosos

Hay un diminuto acuerdo entre nosotros.
Mientras nutres el silencio con tu presencia, agregó un poco de color a la penumbra.
Hay un espacio muy bonito entre nosotros, una pequeña distancia reducible a un paso. Pero no lo damos, dejamos que la caricia nos toque primero el alma, que el abrazo despierte el espíritu mientras respiramos.

Con toda humildad

Con toda humildad envuelvo este corazón en papel periódico.
De este día gris malhumor.
Camine una distancia incomprensible, camine dando vueltas por el parque.
Me entretuve amando la corteza de los árboles y tratando de comprender el lenguaje del viento.
Hay un susurro dulce que me surca el alma, una melodía de agua.
Puedo sentir como mi piel se hace música al perderme en las infinitas horas solas que tiene un día.
Las imágenes de la sombra me hacen compañía.
Y a cada sorbo de aire, me vuelvo el mismo perfume de la lluvia.
Con toda humildad envuelvo este corazón en papel periódico.
Lo dejo en las raíces del árbol más amable, para que durante la noche, alguna criatura milenaria lo devore y me libere de mis emociones.

No te menciono

No te menciono, no te nombro, no te toco, no te alcanzo, ni te abarco. Entonces somos libres, al menos yo lo soy, pero no absolutamente, solo de ti y de todos. Así me apreso yo misma, yo menciono mi nombre, me alcanzó, me toco, me abarco.
Así fue, así es.
Una diminuta explosión, un orgasmo silencioso.
Capturar un rostro desconocido en un sueño. 
Sujetar con el alma una taza de café.
Beber el silencio y la lluvia.
Contemplar mi respiración, una y otra vez.
No te nombro.
Renuncie a vos por un amor mas grande, renuncié a tu forma, y a tu historia.
Ahora me descubro, me trato con ternura, camino lentamente a cualquier parte.
Disfruto del silencio, saboreo lo dulce y cítrico de la música.
Ahora no te nombro. Mis pensamientos me traen tu recuerdo, alguna palabra olvidada, una mirada que me nubla. Solo te observo, y como un perfume suave, te vas evaporando de mi recuerdo.

Eso, dame un abrazo.

Dale una oportunidad a la vida, a tu vida. Mira tus acciones con ojos comprensivos, para poder corregir tus actos con firme ternura. Y no dejes de soñar, pero no como lo dicen esas frases comunes y de moda que todos dicen, sentí esas palabras, no dejes de soñar, se persistente aun mas cuando los resultados no sean los esperados, aun en los malos días, aun en las negativas y bajo las criticas, no dejes de soñar, y sueña grande, inmensamente grande, libre y maravilloso. Y cuando me cruces en la calle, dame un abrazo, soy todas las personas que se cruzan en tu camino.

Soy, Siento, Vivo

Puedo oír la música de las aves invisibles en la brisa, agitándose en el perfume de la luz.
Mientras el pez del aire viaja distancias imposibles y me recuerda silencios perdidos en el frío abismal de las estaciones tristes.
Levanto la vista mas allá de lo conocido, quedo a veces en la noche, ciega en la oscuridad de los espejismos. No me doy por vencida, jamás atentó contra mis sueños, simplemente los dejo suspendidos en el aire para observarlos y ver qué forma llevan, que voz guardan, que secretos.
Sé más de mi cuando no pretendo saber nada de nadie más en el mundo, entonces lo abarco todo, y puedo comprender lo diminuto, lo gigante, lo maravilloso y lo absurdo.
Soy.
Siento.
Vivo.
Tengo una canción nueva arrullando mi espíritu.

En la penumbra cotidiana

Creo que estoy llena de laberintos internos, en mi mente, en mi espíritu, en mi cuerpo. Llena de cerrojos, de puertas, de pasillos, de espejos, de ventanas, de pisos, y subsuelos, de sótanos y balcones e inevitablemente me pierdo, muy dentro mio, infinitamente en una de las vuelta de mis entrañas, detrás de mis pulmones, oculta si quieren debajo de mi corazón. No sé evitarlo, cuando se acercan no salgo corriendo, simplemente no estoy en la superficie de mi, pensarlo siquiera me parece absurdo, no estoy en la superficie de las cosas. Este espacio es sombrío, húmedo, y profundamente silencioso. Necesito la música, la luz, por eso necesito del exterior para ver grietas de luz, mínimas vibraciones sonoras, leves movimientos del suelo, humedad del cielo o de la tierra, recordar la vida de fuera. Pero me he vuelto una criatura salvaje en la penumbra cotidiana, de ninguna de las formas ordinarias llegaran a mi.

Lo que habito y me habita

Habito el arte, y el me habita. Cuando nos unimos sucede el cielo, la lluvia y el calor vital del infierno. De mis manos nacen peces, despiertan aves, revive el agua y germina la tierra. En mis sueños soy yo misma despierta, y despierta soy igual que en mis sueños.


Trate de dibujar el cerezo, la flor, la hoja, el pájaro posado en los cables de allá lejos. La nube con figura de astronauta. Trate con todas mis fuerzas de atrapar la respiración de Dios en el paisaje. Pero deje la hoja en blanco, y me lo pase soñando.

Meditaciones del insomnio cotidiano

Últimamente utilizo la creatividad para crear atajos mágicos en medio de la rutina gris de todos los días. Así siento al menos que puedo vencer a la monotonía, a la tristeza, a la muerte, al suicidio cotidiano de olvidar quien soy día a día. Entonces pienso, medito, respiro, siento, percibo, recuerdo, olvido, todo en un instante antes de abrir el sueño. Medito mis palabras del día, mis acciones del día. Intento abrir el sueño suavemente, como si corriera una cortina de cristales y espuma, entonces aún despierta contemplo el paisaje, su color, su frescura, su perfume, me desnudo, también el cuerpo lo abandono y avanzó aún despierta al otro lado de todo lo conocido.


No duermo, sin embargo sé que estoy soñando, y no pongo resistencia al ver como cambia el mundo, como mi percepción también cambia, no me opongo al sueño, ni al cambio de ninguna forma. Pero me detengo a veces, sí, unos instantes. Pequeños, casi imperceptibles en la cronología de un tiempo humano, de una mujer simple mortal, de barrio, de clase obrera trabajadora, que no duerme, sí, pero que sueña a toda hora y en todas partes. A veces voy caminando y decido no apresurar los pasos, soy dueña de mi tiempo y mis demoras, no tienen que ver con lo relojes bombas de lo que son puntuales. A veces voy caminando y decido abrir el sueño como un portal que cruzo también caminando, pero de un lado estoy simplemente despierta y del otro ya voy soñando.

Aceptación

Te das cuenta que estas cambiando, cuando todo aquello que te importaba tanto, ahora te importa menos. Cuando todo aquello que antes te preocupaba tanto, ahora te preocupa menos. Cuando todo deja de ser parte de tu mundo cotidiano, cuando al final de un día lo único que esperas, es ver tu árbol, saludar a tu perro, disfrutar un mate, y olvidar el afuera.
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Conozco cada camino que llega a mi. Porque yo misma a veces debo recorrerlos, luego de pasar días, y noches perdida en abismos, enredada en las ramas de un árbol seco.
Conozco la melodía del ave que despierta mi sueño y duerme el mundo. Tiene en su trino una invisible manera de callar todo y volverlo menos importante que su Voz. Entonces me sumerjo, por un camino de melodías, que brillan en el fondo de un paisaje oscuro, con pequeñitos rayos de luz.
Reconozco mis limitaciones, mis manos y sus ausencias, mi cuerpo y sus dolores, mi mente y sus ideas, su motor incansable de problemas. Pero también sé de mi espíritu, natural , herbal, milenario, susurrándome misterios, palabras que son agua.
Conozco los caminos que llegan a mi, la tormenta, el ruido, los prejuicios, el temor, los rencores, no me alcanzan.
Doy un paso a la ternura, acepto mi humanidad, comprendo o intento comprender los rumores que viajan en el aire. Cierro los ojos apenas unos instantes, y la vida pasa.

Un paisaje amable

En las noches busco un refugio, un lugar tranquilo, un espacio amable, un lugar simple y habitable para el cuerpo y para las ruinas de mi pensamientos.
Y voy poco a poco enredándome de luz, como si me dejara envolver por una red invisible que me sumerge en la profundidad lejana y altísima, mas allá de las nubes y de lo comprensible.
A veces comprendo el absurdo de la vida, hemos provenido de un dios novato, que experimentaba con fango, con maíz, con luz. 
Me siento la selva misma en noches como esta, murmurando mi voz de pájaro herido. Mi piel de serpiente, mi esencia milenaria, mi sangre reseca en las piedras.

Vivo

Tengo este refugio, este lugar amable, este rincón cálido, herbal y místico. Busco en el mi propio rostro, mi propia voz estremeciendo las sombras del camino, limpiando, separando, apartando lo que no es bueno para mi camino. Tengo un lugar amable, a veces me incendia, y me desgarra enloquecida, a veces no comprendo que forma tendrá mi sueño al salir de mi, al desprenderse de mi prisión física. Pero aquí están mis intenciones, mi hogar me permite florecer, ser, fruto, ser semilla, renacer cada día. Pinto, dibujo, me enredo, vivo.

Maravillosa vida

Abrir las ventanas, ver al ave espiritual perfumar el mundo. Regresar muy tarde con las alas heridas. Medicar su forma con amor infinito, dejar pasar la noche, oir su llanto y sufrirla. Percibir la mañana, la luz altísima. Abrir nuevamente las ventanas y ver al ave espiritual perfumar el mundo. Triste rutina. Maravillosa vida.

Me permito la ternura

A veces siento que todo me atropella, me hiere, me vence, me pasa por arriba, me aplasta, me hunde, me incendia, me contamina, me destroza, toma de mi lo vital buscando lo sagrado, hurgando en mi superficie, desde la acción, las palabras, las intensiones, las miradas, la energía. A veces siento que no hay salida a sentir así. Mas allá de estas sensaciones diarias, ante las cuales me hago la tonta, la que no comprende, no percibe, no siente, me canso, levemente, profundamente, para siempre. Cuando no hay salida a una sensación, a una situación, a un tiempo que hay que vivir, libero mi mente y me permito con máxima ternura huir por una ventana entre las nubes.
..........................

Hay un monstruo impaciente en el silencio, apresurado por devorarnos.
No voy a luchar, ni poner mis brazos como escudos, que llegue y haga de este paisaje lo que más le divierta.
Desisto de la lucha ruidosa de la palabra, monótona, triste, cruda.
He venido de un paisaje más amable, donde la nube me daba el abrazo necesario para desaparecerme.
Pero en el suelo puedo sentir como los perros se alimentan de mis piernas.
Como los demonios se alimentan de mis problemas, y la religión se hace un festín con mi culpa.
Pero los dejo a todos hacer lo que más les divierta.
Hace tiempo que no me aferro a este barco de penas de mi cuerpo, y sobre el lomo de una estrella voy cruzando las fronteras de la realidad.

Contemplando aprendizajes necesarios

Actuar con ternura, a uno mismo como un principio fundamental, aceptándonos, amándonos, permitiéndonos ser débiles y fuertes, acertar y errar. Jamas aparentar, no pretender ser lo que no se siente , no hacer lo que no nos moviliza, no dejarnos llevar por otras voluntades mas que la propia. Saber aceptar los errores de otros, como los propios, no revivirlos, no detener el tiempo en ellos, y avanzar. Aprender a soltar, a renunciar a decir adiós, a personas, circunstancias, lugares que no nos llenan, que nos perjudican o nos intoxican. Ponerse en el lugar del otro siempre antes de emitir un juicio una opinión, jamas juzgar, no todos sentimos igual, no a todos nos afecta lo mismo, cada criatura en la tierra sobrevive su propio infierno, carga sus dificultades y enfrenta la vida como mejor puede. Jamás abandonar los sueños, una meta no es una fantasía, es algo que se puede alcanzar. Acompañar, no pretender que el individualismo nos haga libres o mejores, solo nos aleja y enferma. Abrazar cuanto se pueda, ver a los ojos a cuanto ser se cruce en nuestro camino, no actuemos con indiferencia porque nos estaríamos negando a nosotros mismos. Procurar al menos una vez al día, respirar profundamente, tomar conciencia del cuerpo y de las emociones, observar en ese instante la temperatura, el perfume, el color y la luz del día.

Procurando llegar al día.

Debo confesar, sé de la tristeza y de sus fríos mantos para abrigar las noches, las horas liquidas que inundan mi interior convirtiéndome en una extraña criatura inestable.
Debo confesar, sé del dolor, de su forma penumbra, de sus garras metálicas corrompiendo la superficie de las cosas simples.
Pero también sé de la tibieza, de un sol recién nacido latiendo en el interior del universo igual que en el interior de mi corazón.

Contemplando las distintas formas de la distancia.

Quiero decirte que lo lamento, que el rumor del aire a veces es siniestro y que en la profundidad de la noche puedo percibir que la respiración de la penumbra reclama silencio, entonces no puedo hablarte, dejo de comunicarme, y mi nombre comienza a evaporarse lentamente, sin que pueda hacer nada para remediarlo. Lamento que la distancia no sea simplemente la forma de los mapas, los nombres de las ciudades, los colores de los planetas, lamento comprender que la verdadera distancia es saber que aquello que pudo unirnos, es un puente vencido, por fantasmas, infinitos fantasmas. Entonces no comprendo que rostro tiene la noche para venir y herirme con simples golpes, tan simples como palabras o su ausencia multiplicada. Me aleje de ti, y de todos, lo lamento, tuve que hacerlo, porque la permanencia en el vacío me asfixiaba. Busque encontrarme, vi mis huellas infinidad de veces mientras andaba, y descubrí que la vida es un mandala, en Circulares enredos nos perdemos, nos encontramos. No sé qué rostro llevas en esta vida, no sé qué inspira tu alma, pero desde aquí al cielo emito silencios igual que canciones blancas. Quizás cuando amanezcas sientas algo de mi perfume como un rumor de ave haciendo cosquillas en tu alma, o quizás simplemente sientas que una cadena interior se rompe, y puedas ser libre de todo tiempo, de todo recuerdo de todo trauma. Dejemos entonces de ser un nudo, para que la luz fluya en las redes necesarias de las almas.

Contemplando el hacer.

Cuando los cambios se dan de forma muy lenta, uno tiende a sentir que nada sucede, que el transcurrir es monótono e inútil. La lluvia desciende y el mundo inunda su pulmón de su perfume, pero en mi interior no hay tierra húmeda. Cuando el transcurrir de las horas como un arado va arrastrando mi rutina, y sin que quiera saberlo, pasan los minutos como hormigas. No sé donde radica la llave, la fórmula necesaria para andar la vida, a penas si tengo algunos rituales, como suspirar a tiempo antes de cerrar un día. Pero al abrir la noche nuevamente descubro ser tragada por la rutina, sin saber si es
 otro día ganado, u otro día  perdido. Sin embargo, me permito la desesperación un instante, luego la apago con las manos como si matara un bicho, y dibujo, dibujo, dibujo, y escribo, canto, lloro un poco, me maldigo, me bendigo, y aunque no logré dormir, en algún rincón del espacio alcanzo el sueño y me siento viva.







Qué haré

Qué haré con la noche, con su piel luciérnaga y fría, tan bella y distante como si fuera un paisaje que habito y me habita. Qué haré con mi voz, con la extensión de mi ser que como un ala sagrada procura un vuelo más allá de mi cuerpo, y de mi tiempo, trascendiendo los límites naturales de mi comprensión diminuta. Qué hará con mi nombre, con la estrella que oye mis pensamientos y se sonríe, con el ángel que habita el árbol de mi casa y distraído en el juego de las aves se olvida de mí. Qué haré con tu nombre, con tu perfume, qué haré con mis palabras y mis silencios, con mi espacio, con mi tiempo. 
Sé tan simples cosas, cosas que en la eternidad son absurdas. Sé en que horario de la mañana el colibrí despierta, a que hora las flores brillan, pero no sé porque observar estas cosas a veces son mi única alegría.

Contemplando la música

En la penumbra la música me ve a los ojos, tan profundo que vibra mi alma. Es tarde, de muchas formas el tiempo corre, muy aprisa para mis pasos tortuga que cargan a cuesta toda esta vida. Respiro, perfume de jazmines inundan mi noche, y mi cielo oscurecido parpadea sonámbulo, sueños de estrellas, voluntad de semilla de brotar vida en la oscuridad. Estoy apagandome, agotada de volar contra la corriente, comienzo a dejarme llevar, e inevitablemente me alejo, me pierdo, desaparezco en sombra, en la nube, en el silencio penumbra de las horas pérdidas.

Ritualito de liberación. Te lo agradezco pero no, sigue tu camino.

Gracias por tu tiempo, por tu energía, por tu paso de luz en el instante de mi vida. Que seas feliz, que te sientas libre y lleno de energía, que puedas sentir ternura, infinita ternura por vos mismo. Que logres la comprensión de la simples cosas, que valores el aire, el vuelo del ave, el perfume herbal de una mañana, la luz amanecida y tibia de un nuevo día. Ojala puedas comprender la importancia de nuestro tiempo y transcurras en el con alegría. Te libero de mi, de mis silencios, de mis palabras, de mi sagrado transcurrir por la vida. Gracias por el aprendizaje. Me Libero de vos, y sigo mi camino.

Contemplándome, y viendo que bonito es.

Descubrirse es maravilloso, comprender un día que soy una criatura perfecta, con todas mis imperfecciones, aceptar aquello que otros considerarían defectos, como simples características de mi persona. Aprender que arriesgarse solo supone el riesgo cuando dejo de hacer lo que siento. Avanzar, mantenerse en movimiento siempre, comprender que la intranquilidad, la inestabilidad aparecen necesariamente para lograr otro tipo de orden que aquel que creí correcto. Saber renunciar a tiempo, decir no, decir basta, descansar, respetar mi cuerpo. Día a día, instante a instante, valorar mi tiempo como algo irrepetible y ser consciente de qué sucede en mi y en el entorno que me rodea. Comprender que hay otros, igual de valiosos que uno mismo, ser respetuosos de su cuerpo, de su espacio y de su tiempo. Así transcurren mis días, estos días

Contemplando Universos

Aveces quisiera apagarme y descansar, pero llevo fuego en el alma, tormentas infinitas que revientan en luz en tantas direcciones, y me la paso contemplando la inmensidad del camino, creando posibles mundos dentro de mi mundo absurdo.

Contemplo Universos VIII

Esta noche la humanidad baja la guardia y es mas humana. El nudo de mi cuerpo se desata, mi energía fluye y se expande, me conecta, me hace libre, me renueva. De todas mis versiones, el silencio es un paisaje para dejarse llevar por los antiguos arboles creadores de la brisa. Tengo un corazón, una casa amable, familia, madre, hermanos, un padre infierno que es un gran maestro, me siento agradecida. La tristeza es una ventana, el amor la visión de un cielo despejado. Suelto el cuerpo sobre el alma, siento el latido tierra, el abrazo herbal de mis ancestros, mi rostro es un diminuto mapa de mi vida, y en el fluyen ríos y todas sus criaturas. Respiro, dejo de hacerlo y me pierdo del mundo. Respiro, el corazón envejece como el cuerpo, acumula vida si no late luz amorosa por el tiempo que nos toca, y sin querer explota, pobre máquina herida de la melancolía. La humanidad es mas humana cuando vibra. Me acerco al árbol, siento su corazón, permito que pueda entrar en mi, parte de su voz resuena en mi interior, fluye como la tibieza del campo amanecido. Me vuelvo tierra para recibirlo, árbol padre, árbol guía. Dormiré, encontré los brazos mas amables después de los de mi madre, la madera late verde y nos perfuma. Sueño sagrado, bosques que caminan, flotan en el aire, danzan sobre el agua, cantan, respiran. Su perfume magia, impregna mis sentidos. Sueño vida.

Todo esto que no hago, es porque hay mucho otro que si.

No pretendo, no busco, no miento, no engaño, no traigo a mi tiempo, ni llevo a mi cuerpo, nada que no sea para mi.
Aprendí a emigrar, soy un pájaro melancólico en la brisa, lo acepto, y me amo, me acepto con sincera ternura, soy esto, no aquello que pretenden de mi.
Observo mi reflejo en los ojos de extraños y comprendo la tristeza que me habita, es infinitamente maravillosa la vida, pero ella misma a veces se olvida, y su paso se confunde en los paisajes, entre sombras y enredos de luz.
No rompo, no huyo, no tengo, no existo, no estoy, no quiero. Pierdo a veces la visión unos Instantes y la noche llega como el viejo recuerdo de una herida, la percibo, la noche no sana, mi tiempo es frágil, me alimento de un recuerdo, cometo un error absurdo, permito que despierte el dolor y lo contemplo solo por ver que rostro trae esta vez el angel de todas las profecías.
Anunciado final para mi tiempo,nacida repetidas veces, no me preocupan los días, vivo de instantes maravillosamente distintos, cada uno me trae un nuevo perfume, una nueva forma de seguir camino.
No pretendo, no busco, no miento, no engaño, no traigo a mi tiempo, ni llevo a mi cuerpo, nada que no sea para mi.

Sensaiones pequeñitas

Te ofrezco un atajo, te cuento un secreto, te abro una puerta, te extiendo los brazos, te muestro mi alma, pero no puedo hacer más que eso, porque el resto, lo que falta, no depende de mi.



Algunas personas se parecen a melodías que solo se oyen en lo profundo del alma.





Sintiéndome absurda y viva

Comprendo que es un mundo absurdo, pero me niego a comportarme de forma similar. Sin embargo, mas lo intento mas estúpida me siento, los días fuera se repiten sin perder hermosura. La sombra de los árboles me regala su ternura, pero la melancolía lo abarca todo igual. Comprendo, hemos sido domesticados bajo estereotipos, romper las estructuras es vital, pero en los intentos me siento una absurda figura de papel, luchando contra los fantasmas de mi propio infierno.

Sobre las aves benditas.

El tiempo es un pájaro, quizás un ave maldita de la ceniza. Muriendo y renaciendo en pleno vuelo. Contemplarla desintegra mi ojos, y la visión corre a cuentas del espíritu. El tiempo es un pajaro, un carroñero pájaro maldito, va picoteando mi cuerpo tendido sobre las ruinas de mi mundo, todo aquello que proyecte ser. Bendito pájaro, que alimentándose de mi pasado me purifica.

Sobre dioses y otras tristezas.

El dios de la piedra nombra mi corazón en su entraña sagrada, y mi corazón se apaga. Sonrío la pena ante la tierna sabiduría del tiempo y su naturaleza. Agradezco al fuego, y dejo que me abrace, agradezco al agua, y mi ser se inunda satisfecho de vida suficiente para andar desiertos y volver libre de tormentas de sequía hasta mi cuerpo. Me libero de mi nombre y de tu nombre. Mi mente ya no pesa, mi corazón duerme, vivo en la naturaleza perfecta del perfume y el verde. Soy la hembra que ante la luna ahulla bendiciendo la luz. Soy la anciana, madre sagrada de cada árbol y de cada insecto, observo a la humanidad venir y alimentarse en mi. Soy, simplemente un fantasma perdiéndose en el aire, una sombra perdida de nube, en un valle manso.

Contemplándonos otra vez.

Nadie puede saber mas de nosotros que por aquello que dejamos ver. Es difícil comprender que somos lo que exteriorizamos, así como lo que nos guardamos dentro. Entonces por muy maravillosos que algunos sean, encerrados en pequeños universos, solo nos oscurecemos, y en lugar de transmitir nuestra señal de luz, dejamos ver nuestra sombra mas oscura.
A veces uno procura con una red muy fina, capturar diminutas señales y con ellas iluminar un día, pero a la larga caemos en cuenta, que la luz propia es suficiente, y que de su oscuridad cada uno debe hacerse cargo sin que lo demás interfieran.
Entonces ahora: No busco, no llamo, no intento, nada que no sea para mi. A penas asomo el alma por esta ventana, comprendo, el individualismo es una cosa sencillamente fea, que nos llevo a perder la empatia y a considerar al otro inferior a nosotros, quizás más débil, quizás menos importante y así actuamos con ellos, de forma fría, de forma triste. Olvidamos lo simple y maravilloso de la ternura. Su profundidad. Su capacidad de unirnos y a la vez hacernos libres.
Ahora simplemente dejo de insistir cambiar el rumbo de los vientos, y así no me quiebro, no me rompo, no me fragmento, no busco, no llamo, no intento, no lucho por nada que no sea para mi. No soy mas que esto, una mujer de tierra, una mujer de cielo

Solo recorro mi parte del camino, si quieren encontrarme deben caminar su parte del camino hasta mi. Ya no regalo atajos, ya no cuento secretos, el corazón se estropea en los intentos, parece ahora una triste criatura aleteando un triste vuelo contra la lluvia y el viento.

Juan

Juan anda sólo, nadie le da cuerdas o lo alienta. Amanece como el día, inevitablemente. No sabe quién es o qué quiere, ni como terminarán sus días. A veces sentado frente al televisor deja de oír lo que las marionetas repiten, sin buscarlo se sumerge en un silencio peligrosamente profundo. De esa clase de silencios que te golpean el alma tan fuerte que algo se rompe o despierta, pero ya no volves a ser el mismo. Juan intenta nadar en ese silencio, salir a flote antes de ir muy profundo, porque en el fondo no queda mas que verse a los ojos y descubrirse, la repetida soledad, las sombras de la casa, las heridas antiguas.
Juan anda solo, no te necesita, no nos necesita, sin embargo una mirada de ternura, una palabra musical en el ruido de la rutina le ablanda el alma, y el resto de su día se modifica. Acciones tiernas repetidas podrían cambiarnos la vida. Juan no cambia por nuestra ternura, simplemente percibe que existe otro forma de llevar la vida.

Contemplando Universos VII

Mi madre a veces tiene pesadillas, despierto, me acerco a ella, la observo, la despierto.
Mi perro sueña mundos extraños.
Yo no duermo.
Abro el corazón a veces, cometo el error de convertirme en paisaje . Soy un retazo de verde, algo de lila, amarillo y profundo celeste.
Abro el corazón a veces, luego me hago daño sintiendo que no fui suficientemente buena, bella, azul, mágica, sencilla o compleja.
Mi animal sagrado me observa, seguramente estoy teniendo una pesadilla en este instante mismo, pero el no me despierta, simplemente aguarda a que despierte.

Contemplando UniversosVI

Aprendí inútiles rituales. Aunque no juzgo mi simple aprendizaje, me convierto en una criatura insegura, cuando la penumbra me encuentra con el alma pendiendo de un enredo entre las plumas del ángel de la noche, y las ramas del árbol de la vida.
Aliento la tormenta emocional, mientras acuno mi sueño y espero estallar y fragmentarme, permito que la música me alcance, nos mostramos los nombres, y ella suena a orilla posible, amanecida, fresca y tibia, yo sueno a herida, a fatiga, a dolor, a irremediable penumbra.
Qué es esto? Una torpe forma de distraer a la muerte? Una estúpida manera de negar la existencia? Enredándome, volviendo mi corazón un espacio domesticado al juego de los niños y las bestias.
A veces juego a que soy parte de la luz, a veces me acepto sombra y me dejo visitar por el amanecer.
Aprendí inútiles rituales.
Finjo que no duele, hasta volverlo real.
Finjo que no importa, y puedo continuar.
Finjo que no siento, y puedo descansar.

Contemplándonos

Transformar diminutas acciones de la rutina en rituales necesarios, puede llegar a embellecer nuestro transcurrir por la vida.
Oír la voz de tu espíritu
Decirte palabras de agua
Susurrarle a la noche que me haces falta 
Y aun así despedirnos.
A veces odio mi forma de manifestar
El arte, el amor, tantas cosas necesarias que son perfume pero las ignoran como si fueran Tonterías.
Lamento poseer este lenguaje, está forma sagrada de invocarte y que no escuches la voz de mi espíritu.
Permaneceré en silencio.
Aguardare otro tiempo.
Otro espacio.
Otra vida.
Si de verdad me leyeras, si de verdad comprendieras la esencia de mi ser... sabrías que estoy aprendiendo que hay palabras que no se deben decir... hay momentos en que se debe guardar el corazón en su cajita de perfumes hasta el próximo invierno. Son como esas cosas del cuidado de las plantas y del jardín que nos ayudan a mantener la fe en nuestros sentimientos.
Si mi espíritu no ha podido florecer aún en esta tierra, lo mudare de este cielo a cielos nuevos. A un lugar donde las nubes no sean de tormentas o silencios.

Hay muchos libros de silencios y hay muchos libros de sueños que aguardan en los estantes, quizás es hora de que los lea, o que los beba como el néctar que me ayude a sanar de tanta mala suerte en mi corazón y en mis ideas.

Mi alma espera en los arboles, algún día la encontraras. Pero si la recuerdas, dile de esas palabras mágicas y veras como se acerca.