martes, 28 de junio de 2016

Quise

Quise, es cierto, no me avergüenzo de mi corazón. Muy al contrario acepto y comprendo su naturaleza extraordinaria. Él, no es un simple motor dador de vida, ni un molino de sangre y energía, él, pequeña criatura, reloj de un tiempo distinto al pasado, o al futuro, o incluso al volátil ahora, él es un sabio sumergido en mi sangre, es un maestro de mi voluntad, él me contagia, y me alienta algo más que la vida, él me hace visible lo invisible a través de su espíritu, que también es el mio.
Entonces no me avergüenza decir que quise, es cierto, pero querer viene del deseo, no de mi corazón, ahora lo comprendo, y el deseo viene de la necesidad de cubrir heridas con otras manos, y aquí yo ya tengo las propias, son verdaderamente bellísimas mis manos, y son mías. Pero es ahora que comprendo que quise, y eso sólo ventilo mi herida, y puso ansiedad a un tiempo que aún no existía, y no existirá.
Ahora no quiero, porque tengo mis manos, ya no quiero tus manos, aunque al recordarlas siento ternura, un amor vivo y despierto nace en el músculo espiritual, y también comprendo que desde esta distancia puedo multiplicar mi amor, y eso también te alcanzara, pero esta vez sin que yo quiera, simplemente no lo puedo evitar.
El amor a veces se abre paso como una semilla que sólo es, sin más, ella no desea ser árbol, simplemente lo será. El amor no desea ser nada, ni tocar a nadie, simplemente es, y en esa maravillosa naturaleza es, multiplicándose paso a paso, día a día. Mis manos ya no cubren mis heridas, porque no hay herida, es un tiempo nuevo, el cielo es mi espejo, y sí a veces anido una tormenta, y otras un cielo tan profundo y despejado, que contemplar es sencillo y amable, no puedo ni quiero evitarlo.
Soy muchas cosas, soy muchas cosas vivas, con mis ciclos de luz y de sombra. Ahora que me siento verdaderamente estrellada, como la noche profunda, fresca, poblada de ranas y grillos, de lobos que aullan, ahora quizás también sienta eso que algunos interpretan como tristeza, soledad, o nostalgia, yo lo nombro: comprensión divina, muda contemplación de mi alma. Y en este instante de contemplación... quizás algo en mi deba romperse como una cáscara, como una grieta, como una caja, porque este molde corpóreo, mental, de pensamientos y emociones quizás se haya podrido, haya muerto porque no eran realmente parte de mi o de mi naturaleza. Todo aquello me vistió, me cubrió, pero no para protegerme, me cubrió la desnudez y ya no reconocí mi ser en mi cuerpo, ni mi cuerpo ni quien era yo en ellos, mi naturaleza atenta contra los mandatos sociales, contra la construcción social de ser humano, y de mujer. Pero yo no me avergüenzo de mis emociones, voy bailando fuera de las estructuras impuestas, no me avergüenzo de mis pensamientos, de mi sexo o de mi cuerpo, de mi corazón y su voluntad de multiplicarse. Me se maravillosa, y capaz de crear huellas conformes a mi naturaleza, también multiplicando mi amor en todo lo que toco...
Entonces, sí, te quise, y fue maravilloso quererte, y creer en la fantástica mentira de tus manos cubriendo y limpiando mis heridas, ahora no te quiero, ahora mi corazón se multiplica amando. Y me se libre, nueva y sana, porque mis manos no son simplemente maravillosas, mis manos son sagradas, manos de un cuerpo renacido, de una mujer selva, de una mujer árbol, de una mujer alba. Mis manos creadoras me visten de luz, mientras tejo redes que contengan mis estrellas para que no caigan, mientras desato mis dolores para que puedan evaporarse en el perfume del día.

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Si de verdad me leyeras, si de verdad comprendieras la esencia de mi ser... sabrías que estoy aprendiendo que hay palabras que no se deben decir... hay momentos en que se debe guardar el corazón en su cajita de perfumes hasta el próximo invierno. Son como esas cosas del cuidado de las plantas y del jardín que nos ayudan a mantener la fe en nuestros sentimientos.
Si mi espíritu no ha podido florecer aún en esta tierra, lo mudare de este cielo a cielos nuevos. A un lugar donde las nubes no sean de tormentas o silencios.

Hay muchos libros de silencios y hay muchos libros de sueños que aguardan en los estantes, quizás es hora de que los lea, o que los beba como el néctar que me ayude a sanar de tanta mala suerte en mi corazón y en mis ideas.

Mi alma espera en los arboles, algún día la encontraras. Pero si la recuerdas, dile de esas palabras mágicas y veras como se acerca.