lunes, 27 de septiembre de 2010

Tumba

No sé cuantas guerras de silencios han desatado nuestros ojos
En cuantas ramas la muerte enredo su vestido
Por oscurecer el paisaje de las aves-plumas-celestes entre las nubes
Por cuantas piedras se ahoga el espíritu del río
No sé llevar mi frente sobre las sombras de los arboles
No se dejar mi espalda firme
Mis rodillas fuertes
Mis manos convertidas en puños

Y mi silencio visual
Es la muerte de mi voz de espíritu
Y mi silencio visual
Es la ausencia de colores, de luces, de brillos
Apenas amanezco
Muero en los paisajes de una primavera que no adorna mis vestidos


Mi casa es de madera, y me espera en la tierra
Dentro solo cabe mi cuerpo, no mis latidos.
Si de verdad me leyeras, si de verdad comprendieras la esencia de mi ser... sabrías que estoy aprendiendo que hay palabras que no se deben decir... hay momentos en que se debe guardar el corazón en su cajita de perfumes hasta el próximo invierno. Son como esas cosas del cuidado de las plantas y del jardín que nos ayudan a mantener la fe en nuestros sentimientos.
Si mi espíritu no ha podido florecer aún en esta tierra, lo mudare de este cielo a cielos nuevos. A un lugar donde las nubes no sean de tormentas o silencios.

Hay muchos libros de silencios y hay muchos libros de sueños que aguardan en los estantes, quizás es hora de que los lea, o que los beba como el néctar que me ayude a sanar de tanta mala suerte en mi corazón y en mis ideas.

Mi alma espera en los arboles, algún día la encontraras. Pero si la recuerdas, dile de esas palabras mágicas y veras como se acerca.