jueves, 29 de abril de 2010

En días como hoy.






A veces no sirve hablar, las palabras ponen mucho ruido al viento.

Y el viento no necesita de nuestros conceptos para perfumarse de naturaleza.


A veces no sirve hablar.

El tiempo que se ha ido.

Se llevo el agua, la humedad, las flores y parte de la alegría.


Y mis ganas de eternidad, se conforma con unos instantes repetidos.

El recuerdo viene con alas de colores recortando mis espejismos.

Cuando sus alas se agitan leves, reflejan luces, esferas, brillos.


Fui feliz, mantuve en mi rostro una gran sonrisa.

Una de esas sonrisas de agua, y naranjas.

Que recuerdan duraznos y jazmines

Una de esas sonrisas de lluvia, de tibieza, de almizcle.

Sonrisa de parpados, y de comisuras en los labios.

De panza contenta, de pies descalzos, de dedos en la arena.


Sonrisas de líneas de las manos.

De sonidos de risas de niños.


A veces no sirve esperar.

Quizás estoy en esos momentos.

En que recuerdo tanto pasado.

Que quiero olvidar el futuro.

Recuerdo tanto las huellas.

Que no quiero ver más el camino.


A veces la eternidad se oxida por la sal.

Por que el mar ya no respeta los límites de su forma.

Y cuando despierto encuentro mi cuerpo, cubierto de algas y estrellas marinas.

Caracoles y tortugas.


A veces la eternidad se oxida, las agujas no giran, se clavan en los ojos.

Los suspiros no ayudan a que se eleven los globos de colores.

Ni los papelitos de colores recortados con formas de flores.


Fui feliz un día.

Pero la soledad llamo a la puerta.

Y al levantarme de desde el jardín.

Ya sabía lo que me esperaba fuera.

Una dama muy oscura, muy cansada.

Sin sonrisa, sin estrellas.

Cubierta de niebla.


Ahora me acompaña.

Camina a mi lado silencioso.

A veces me mira.

A veces la distraen las hormigas, cuando buscan hojitas secas.

A veces cantamos, o hacemos silencio.

Lloramos, o recordamos esferas.

Nos sumergimos en un sueño.

De alas.

De luna.

De puentes.

De perfumes de violetas.


A veces parece que prepara su cuerpo y su sombra para alejarse de mí.

Me mira, le da mucha pena.

En esos momentos es cuando mas se acerca.

Me abraza con más fuerza.

Me hiere, me besa.


Da unos pasos.


Yo respiro la tibieza, el perfume los colores.

Mi vida se siente, por unos instantes de aire y de agua.

De flores frescas.


Pero ella regresa.


Talvez… pienso a veces, talvez esta vez, no.

Talvez el clima, el sol, la música, las flores nuevas.

Talvez no llame de nuevo a mi puerta.


Ahora pienso en eso, mientras se aleja.


Talvez no vuelva.


A veces no sirve hablar.

Si pudiera acercar mis labios al rostro de la luna.

Y recordar la magia de sus reflejos.

Si pudiera acercar mi cuerpo a las nubes.

Y envolverme con la espuma.

Y llenarme de sueños nuevamente.


La eternidad me reclama,

Por conformarme con unos instantes repetidos.

La eternidad, me mira del otro lado de las estrellas.

Pero aun no tengo fuerzas.

Para seguir más vidas de ausencias.

Sola con la suerte de mis manos.

Y los menguantes brillos de mis esferas.


Algunas veces, me medico con tu recuerdo.

Me envuelvo con tu perfume.

Para soportar el frío de tu ausencia.


Pero hay días como hoy, en que no alcanza.

Por que la tristeza, la soledad, y la nostalgia.

Dan una mala combinación sobre mis sueños.

Sobre mi cuerpo.



miércoles, 28 de abril de 2010

Mírame





Cuando los violines se calmen.

Y su respiración sea leve.

Cuando el pulmón de la muerte descienda,

Y la vida respire

Nuevamente.


Mírame.


Cuando la luna, se incline al suelo, a la rama, a la ventana.

A tu frente.

Cuando la luna te muestre el camino de regreso, a tu propio cuerpo.

Por favor, por favor.


Por favor, mírame.


Que la muerte es un pestañeó de tiempo.

Y los ojos de la vida nos observan.

A veces aguados, a veces inundados de bestias marinas.


Cuando la voz del ruido de la ciudad entera se calle.

Y el asfalto deje un rincón para las flores de la bienvenida.

Cuando tus vecinas se vuelvan a enamorar de sus viejos amores.

Cuando tu corazón sea al fin mi casa.


Mírame.


Mírame.


Respirare este silencio de huida, mientras tomo las fuerzas prestadas del viento.

A veces vuelo alto, a veces bajo, muy bajo, apenas elevo los pies y los miedos del suelo.

A veces mi sombra es muy pesada, tanto como tu silencio.


Cuando mi voz sea de nuevo una llama.

Una luz tibia que te sirve de manta en pleno invierno.

Cuando mi boca sea un lago, para tu mirada.

Cuando mis manos, vuelvan a ser aves de recuerdos.

Cuando mi cuerpo sea un mapa hasta tu cuerpo.


Cuando los dioses desciendan de sus templos.

Y el cielo, se sumerja en el suelo.

Y las nubes sean señoras que van al mercado.

Que nos sonríen sin pedirnos nada a cambio.

Cuando los niños en las plazas, nos inviten a sus juegos.


Cuando, te saluden los desconocidos en el metro.

Cuando te regalen flores, desde los balcones.

Los duendes de mis cuentos.


Mírame.


Caminare a la luna, viajare hasta el infierno.

Soñare un nuevo cielo.

Guardare mis recuerdos, en un libro, que no presto.


Mírame.

Respirare tu ausencia desde la muerte de todos mis miedos.

Serás mi rincón favorito en el mundo.

Y mi lugar secreto.


Mírame.

Respirare de nuevo.

Olvidare la muerte que me espera en el fondo del lago.

Abandonare el fantasma de los árboles viejos.

Dejare mi maleta de recuerdos.


Cerrare esta herida, no dejare que la luna la vuelva a usar de piscina,

Donde juega con las hadas del desconsuelo.

Cerrare esta herida, y la luna deberá buscar otro piscina,

Donde zambullir su palidez fría en las noches de otoño y preludio de invierno.


Mírame, aun con ojos cerrados.

Aunque estés durmiendo.

Aunque estés muy lejos.


Mírame.


Y sabre reconocer, tu mirada en el tiempo.

Y responderé a la música de tu cuerpo.

Y algo en mi… y algo en ti… cantara en silencio.

Esa melodía…. Que sabe a violines, sobre un paisaje amarillo y verde.

Y el perfume de las horas solas, cambiara su aroma.

Y la espuma del cielo recobrara sus formas.


Respirara la vida, sobre el agua.

Sobre el fuego.

Respirara la música sobre nuestras voces.


Caminare descalza nuevamente, hasta mi jardín de sueños.

Y me dormiré, arrullada de cielo.

Sabiendo que miras, desde tu lugar en el mundo.

Desde tu lugar en tu cuerpo, tu espíritu, los ojos de tu ser.

Distinguen la luz de mi espíritu, que emana mi cuerpo.

Esa luz de saber que existes.

Y que te espero.


Ya sin saber, mas tu rostro, tu nombre.

Siempre cambias, los ojos, y el cuerpo.

Vida tras vida, de todas formas te encuentro.


Cuando tú sepas que ya respiro.

Que te espero.

Que esta luz no es parte del delirio que acompaña al mundo ruidoso y hambriento de sueños.

Cuando sientas la música de la vibración de mi espíritu dentro de mi cuerpo,

Mírame.

Mis ojos ya te están viendo.

martes, 27 de abril de 2010

Morir de luna.





A veces parece que estoy más callada.

Y los que me rodean.

O se apartan o preguntan.

¿A donde me voy, cuando bajo los parpados

O cuando elevo la vista?


Mi respiración se entrecorta de tan pausada.

Y nadie advierte.

Que estoy muriendo de luna.


La muerte de luna.

Es como vivir con mucha calma.

Muy despacio.


Con música de cristales en un fondo de agua.

Con un gris nostalgia, en el corazón de la angustia.

Con un brillo casi blanco de amargura, y desesperanza.


Pero también con una sonrisa, una muy pequeña.

Como esas sonrisas de los recién nacidos.

Que nunca terminamos de saber si es sonrisa,

O gesto de dolor primero en nuestras caras.


Morir de luna.

Se muere en el viento.

En cada palabra que susurran las ramas.

Se muere en la noche, entre las nubes claras.

Que parecen perder su energía.

Arrastrando su forma, por el estanque liquido de estrellas.

Que cubre el cielo… que cubre el alma.


Y uno muere conciente.

De que deja la vida en las distancias.

De que deja la vida en la mirada.

De que se deja a si mismo, tantas veces, a mitad de una palabra.


Porque muchos callamos.

Por morir de luna.

Miramos a los ojos.

Y nos hieren las miradas.

Y bajamos los parpados o elevamos el espíritu.

Y nos dejamos.


Muerte esférica.

Palpita la diosa blanca.

Se acerca a nuestros rostros, y nos canta.

Su voz nos enternece.

Nos envenena de luz, nos acaricia de reflejos.

Nos inunda de su humedad mágica.


Y caemos en un ciclo.

De círculos perfectos.


Morimos de luna, cuando no encontramos razones.

Ni esperanzas.

Cuando podemos oír en el silencio.

Las voces de los espíritus de la distancia.

Cuando percibimos el perfume de a flor de la eternidad.

Del otro lado del horizonte.

De todos los cuerpos, las manos, y las miradas.


Se muere de luna, los martes, los miércoles.

Se descansa de la muerte el jueves, se reinicia el viernes.

Es posible que se muera, el domingo, luego de agonizar la esfera, durante todo el sábado.

Y lunes, parpadeamos nuevamente.

Y sentimos dolor en el pecho.

Dolor en el aire que es donde vive el alma.

Percibimos el sol, suspiramos leves.

Y morimos de luna nuevamente, al llegar el martes.


Se muere de luna a cada instante.

Se muere de luna en los espejos.

En el cielo.

En los estanques.

Se muere de luna en una moneda.

En un caramelo.

En una pluma de ángel.

Se muere de luna, en el silencio.

En el espacio entre las estrellas.

En las líneas de las manos.

Se muere de luna por esperar, por creer.

Por buscar.

Se muere de luna, como morir de esperanzas.

Se muere de luna, como una sobredosis de magia.

Un combate de esferas que se desata en nuestra alma.

Y nos llueven flechas, ya no más agua.

El cielo cae en fragmentos, como si fuera de cemento y las columnas que lo sostenían alto.

Se hubieran vencido por nuestra mirada.


Se muere de luna, por la presión de la esfera sobre nuestro cuerpo.

Cada vez que la observamos, y nos contagiamos de su nostalgia.

Cada vez que la contagiamos de nuestra nostalgia.

Se muere de luna, por que en un sueño.

Nos beso su luz.

Nos acaricio de reflejos.

Nos sumergió en sus cristales de perfumes blancos.


Estoy muriendo de luna, cada vez que escribo incoherencias sobre una pagina.

Cada vez que me asomo a una ventana.

Cada vez que anhelo un imposible,

¿Cómo entender la razón de la esfera que me ve tan pálida?


Se muere de luna, el día que se abren los ojos al sueño.

El alma a las palabras.

El día que cantas desnudando tu espíritu, ante el mundo sordo de verdades nacaradas.

Se muere de luna, el día que te preguntan.

A donde te vas… cuando tenes la vista perdida, hundida, refugiada, en la distancia.


domingo, 25 de abril de 2010

Herida de eternidad






Me alejo… por que me acorralo la vida.

Porque el dolor que primero era una espina

Se convirtió en una flecha

Y luego en una montaña que cubrió mi cuerpo.


Porque así como es cielo, así es el infierno.

Y desde el cielo de tus ojos voy cayendo.

Día a día.

En un aire de espesuras de estos dolores nuevos.

Porque ya no tengo lagrimas ni mares.

Tengo universos que se desprenden desde mis ojos ciegos.


Porque ya no se si sanarte o sanarme.

Si observarte u observarme.

Si cuidarte o cuidarme.


Porque no puedo dejar de ver tu luz, cierro los ojos.


Estoy cansada.


Cierro lo ojos.


Y el mundo solo me oscurece con sus ruidos.

Mi pasado me dejo golpes, en el espíritu y en el cuerpo.

Y duele, como abrazarse a un volcán y morir en su fuego.

Y luego de un día volver a respirar, volver a abrazar el volcán.


Morir de nuevo.


Y ahora… viviré la muerte la ausencia, la pena.

Recorreré la sombra de esta soledad.

De esta tristeza.

Veré cuantas piedras y cuantos tesoros hay perdidos en el camino.

Cuantos brillos se filtran entre las hojas de esta selva oscura.


Le daré un descanso al manantial de mis ojos.

A la humedad de mi rostro y mi pecho.

A los sueños de la almohada, los anestesiare con silencio.


Dibujare un rostro de tristeza en mi techo.

Y esperare la nueva estación, de perfumes y juegos.

Pero el otoño recién llega.

Y este dolor es muy fresco.


¿Tú sabes cuando tiempo me pueda llevar olvidar que te quiero?


Olvidar que me dueles.

Olvidar.


Que tus pensamientos, no tienen lugar para mi nombre.

Que tu alma no tiene lugar para mi música.

Que me equivoque de dioses y de templos.

Que me equivoque de templo.


Que no me sirven mis manos, para arrancarme estos dolores.

Que mi voz no es lo suficientemente fuerte.

Que la luz de mi rostro no es lo suficientemente clara.

Que mis palabras no sean las verdades de la eternidad para tu centro.


Y esa música del horizonte aun me alcanza.


¿Sabes tú, como dejar de escucharla?


Como evitare tus disparos.

Como evitare tu mirada en el alba.


Como convenzo a mi corazón y a mi espíritu.

De que no eres tú.

De que regresen a mi cuerpo.

Necesito luz, color y perfume.

Muchas flores de violeta.


Necesito un abrazo de tibieza que me diga que aun no he muerto.

Alguien que me cante y me alivie estas tormentas desatadas en mi pecho.


Alguien que me diga que no estoy muerta.

Alguien que me de una nombre desde sus palabras.

Un rostro desde sus manos.

Un cuerpo desde su cuerpo.


Alguien que me diga quien soy.

Y que es esto.

Que duele y se acurruca en mi pecho.


Y como duele volver a ser una niña sorprendida y asustada.

Perder mis sueños.

Abrazar mis miedos y mis dudas.

Duele como nacer.

Morir va primero.


Pues por ahora muero.

No se de donde sacare mis luces y mis nuevos cuentos.

No se.


¿Sabes tú de donde sacare mis nuevos cuentos?


Luego de recordar tanto de sentir tanto.

Me quedo esto.


El pecho abierto.

Un mar tranquilo en el que flotaron mis sueños.

Una nube que apenas me observa desde sus ojos buenos.

Un pájaro pequeño y amarillo que no se atreve a aturdir mis preguntas y mi ausencia.


Me quedo esto.


Un perfume en la alborada de todos mis secretos.

El sabor de naranjas y miel, de la eternidad.

En una hoja que no dice lo que en verdad dijo el viento.

Lo que susurro el viento esta mañana en tu ventana.

No fue esto.


Lo que susurro la luna en mi alma.

Desde el primer día que recorrí tus palabras fue esto.


Y otra vez herida de sueños y de eternidad.

Me alejo.


Mi corazón y mi espíritu vendrán luego.

Aun están cerca de tu cuerpo.


Puedes hablarme através de ellos.


Pero sé que harás silencio.


En tu alma esta la bienvenida al cielo.





Si te acercas con los ojos cerrados,

Pero con las manos y el alma abierta.

Igual nos veremos.

Si te acercas sin oírme, sin hablarme, sin mirarme.

Pero abres tu alma a la dirección de mi alma.

Nos diremos de una forma tan dulce, todos los secretos del universo.

Y no importa si eres joven, si eres viejo.

No importa cuanto has llorado o has odiado antes.

Eso ya no esta.

Yo no lo veo.

No lo siento.

En tu alma esta el agua del lago de la eternidad.

De la infinitud, de la luz y el color, del perfume, y la música.

En tu alma esta la bienvenida al cielo.

En todo momento.

En tu alma y en tus manos.

Esta el sueño, mas real.

Al que se llega con el pecho abierto.

Con el corazón abierto a los sueños.

Si te acercas con ojos cerrados pero con el alma abierta

Igual me veras.

Igual te oiré aunque mis oídos no escuchen los sonidos del mundo.

Mis oídos te oirán.

Por que has abierto desde tu templo que es tu cuerpo, la voz de tu espíritu nuevo.

La voz eterna de tu alma me hablara.

Y será un silencio.

Y será como volar.

Como soñar, como besar.

Pero no me tocaras.

No te tocare.

Simplemente estaré en ti.

Como tu vives en mi y en todas las cosas.

Desde antes que aprendieras a respirar.


Y esto no es parte de la religión

No es parte de la filosofía.

Esto no es algo místico.

Esto es mi verdad de sueño real.

De sueño que palpita, y se revela desnudo.

Brillante antiguo y perfumado de verdad.

Y esta verdad simple, básica.

De amor primigenio, nos dice sin decirnos nada.

Que tu estas en mí desde siempre.

Por que estamos en todos, y todos están en nosotros.


(Esa es al parte más compleja del asunto)


Estamos en todos.

Pero no estamos ni en nosotros mismos.

No soy esto que te escribe, que te lee.

Soy aquello, que se acerca en silencio.

Y sin mirar te ve.

Y sin tocarte te siente.

Y sabe perfectamente de tu sabor a eternidad.

Del color de los perfumes de tus sueños.

Del sabor de tu alma en la primer hora de la mañana.

Del sonido de tu espíritu, mientras caminas a la luna, sin tu cuerpo.


viernes, 23 de abril de 2010

Frio




Tengo este frío recurrente.

Que le gusta abrazarse... desde mis piernas, hasta llegar a mi pecho.

Es un frío de diadema.

Frío de silencio.

Frío de abril que muere en los umbrales de los secretos.


Y mis sueños caen de mi frío.

Como si mis bolsillos para sueños estuvieran rotos.

Y al avanzar los voy perdiendo.

Si me detengo, los veo en el suelo.

Todos mis sueños.

Son espejos fragmentados de un mismo suspiro, de un mismo susurro de cielo.


Pero al avanzar, las sombras de las nubes.

Se miran en los espejos.

Y me oscurece los sueños.

Y cada sueño oscuro es una herida que se abraza a mi centro.

Cada sueño herido, es un nuevo frío.

Que llega mi pecho.


miércoles, 21 de abril de 2010

Un poco de mi.




Te doy un poco de mi.

Un poco de mis sueños.

En este frasquito verde.

Con brillos azules,

Y amarillos si lo miras de costado.

Te doy un poco de mi abrazo.

En unas plumas de nube, que dejo junto a tus pasos.

Te doy… si quieres, un poco de luna,

Dormida en la ventada, con frío de abril y mayo.

Te doy un fragmento pequeño de mi alma.

En un una melodía que desciende de labio a labio.


Guardare el color de las hojas del otoño.

El perfume del pan recién horneado.

El dulce de duraznos que cocino a fuego lento.

Para acompañar el resto de los años.


Guardare un beso de buenas noches.

Para todas las horas del día.

Guardare, el abrazo infinito, para cada instante de la vida.

Guardare el silencio de los besos.

La música de los suspiros sobre mis hombros.

Guardare el tacto.

Guardare el gusto.

Guardare el olfato.

Guardaré la audición de tus caricias, en amaneceres de verano.


Caminare mi soledad de mano de tu sombra.

De mano de tu ausencia.

Quizás de tu olvido.

Caminare mi noche.

Desde el sonido de un disparo.

Ese que se dirige a mi pecho, sin hacerme daño.


El que me conduce a tus ojos.

Aun en la oscuridad de distancias infinitas.

El que me ayuda a encontrar tus brazos.


Guardare mi pecho, para tus flechas.

Guardare el sol, para tu fuego.

La luna para tu luz.

Mi ventana para el aire de tus sueños.

La ultima estrella fugaz del universo, para tus deseos.

La última pagina en blanco, para los dibujos de tus manos.


Guardare mi mano.

Guardare mi rostro.

Mi vientre, mi ombligo.

Mi espalda.


Te doy un poco de todo, en una mirada al cielo.

Te doy un fragmento de mí, en una fruta

Que encuentras solo en mis labios.


Sin recordarte, te recuerdo.




Tengo muy poco.

No tengo nada en verdad.


Mi viaje es muy liviano.

No me entorpecen ni los recuerdos.


Solo me acompaña esta música

De tu rostro.

De tus ojos.

Y las ramas de los árboles

de todo el mundo dialogan con el viento.


El viento viaja levantando historias.

De nuestros espíritus en otros tiempos.

Me las cuenta al pasar.

Me las olvido, porque soy descuidada.

Y porque no quiero llevar nada para viajar.


Y cuando estoy frente a ti, no me presento.

Eres nuevo, soy nueva.

Pero te recuerdo, sin recuerdos.

Te recuerdo desde mi color, y desde mi luz.

Desde la música de los aromas de la tierra.

Cuando veo que estas frente a mi.


Cierro los ojos.

Y sin recordarte.

Eres como te recordaba.

Tus ojos son mi principio y mi fin.


Tus brazos me abren portales, a mi propia alma.

Y dentro de tu cuerpo.

Puedo dormir.

Puedo soñar que te encuentro.

Y al despertar, me río con la luz de tu mañana.

Porque ya estas aquí.


Si de verdad me leyeras, si de verdad comprendieras la esencia de mi ser... sabrías que estoy aprendiendo que hay palabras que no se deben decir... hay momentos en que se debe guardar el corazón en su cajita de perfumes hasta el próximo invierno. Son como esas cosas del cuidado de las plantas y del jardín que nos ayudan a mantener la fe en nuestros sentimientos.
Si mi espíritu no ha podido florecer aún en esta tierra, lo mudare de este cielo a cielos nuevos. A un lugar donde las nubes no sean de tormentas o silencios.

Hay muchos libros de silencios y hay muchos libros de sueños que aguardan en los estantes, quizás es hora de que los lea, o que los beba como el néctar que me ayude a sanar de tanta mala suerte en mi corazón y en mis ideas.

Mi alma espera en los arboles, algún día la encontraras. Pero si la recuerdas, dile de esas palabras mágicas y veras como se acerca.