
La dualidad.
Los extremos.
El cielo, la tierra.
El amor, el odio.
Tú presencia.
Tu ausencia.
El silencio.
Tú corazón.
El pez y el pajaro son iguales.
Solo cambia su modo de bailar.
Cuando te hablo, y cuando callo.
Es igual.
Solo cambia mi modo de tocarte.
Mi modo de bailar hasta ti.
Mi modo de cantar.
Y si no tengo palabras ni silencios.
Cierro mis ojos y te busco en mi oscuridad.
Mis manos, mi cuerpo te encuentran.
Abrigo tu ausencia con tu tibieza.
Y a penas estoy jugando a que se volar.
A penas estoy tocando la pestaña de un sueño.
Apenas si entiendo de esta nueva forma de amar.
Amar como se ama al aire, y sus aromas de flores blancas.
Sin saber donde están, porque el aire traslada las sensaciones.
Que llegan a nuestros rostros con su luz espiritual.
Sonríe, sonríe y sueña.
Como lo hace mi cuerpo al despertar.
Como lo hace el espíritu de la luna en la ventana antes de que el sol, la invite a saltar.
A ese charco del sueño donde se encuentran.
Y comienzan a bailar.
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