viernes, 9 de abril de 2010

Medio Corazón.



Demasiado loca para negarlo.

Demasiado triste para cantarlo.


Pero aunque intente no puedo sentir a través de medio corazón.

Y se lo confesé a algunos amigos.

Quisiera.

Si, si quisiera.

Quisiera querer a medio corazón.

Reservar un poco de mi corazón para los días más fríos.

Para los días de mayor tristeza.

Para cuando Buenos Aires se pueble de niebla.

Cuando la nostalgia me susurre desde su balcón.

Para cuando las librerías me escupan las soledades de sus libros.

Para cuando las calles me oculten su dirección.


Medio corazón de reserva.


Quiero medio corazón.


Entonces… cuando hable contigo.

Medio corazón se asomaría desde mi pecho, y la otra parte debería esperar su turno.

¿Que apuro puede tener mi medio corazón para sufrir la libertad de las cadenas de querer le dan?

¿Que apuro puede tener mi medio corazón para ser herido en sus cuatro costados por la soledad?

Ningún corazón debería querer ser la sombra de un cuerpo.

Ningún corazón debería abrir sus alas sobre el gris del cemento entre los edificios muertos que lo salen a buscar.


Demasiada loca para negarlo.

Demasiado triste para cantarlo.


Pero aquí sobre mis manos.

Medio corazón… murió.

Por eso…

Lo que me resta, si quieres… guárdalo en un cajón.

O lo sirves en un plato, y lo tomas en tu desayuno.

O lo pones en una maceta y lo cubres de tierra.

A ver que color y que perfume tiene luego el árbol que nazca de mi medio corazón.

Te quiero con mi medio corazón muerto, marchito de aromas y colores,

Y te quiero con este otro medio corazón.

Que vibra tembloroso ante tus ojos.


Demasiado loca para negarlo.

Demasiado triste para cantarlo.


Pero ya sabes que te di mi corazón.


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Si de verdad me leyeras, si de verdad comprendieras la esencia de mi ser... sabrías que estoy aprendiendo que hay palabras que no se deben decir... hay momentos en que se debe guardar el corazón en su cajita de perfumes hasta el próximo invierno. Son como esas cosas del cuidado de las plantas y del jardín que nos ayudan a mantener la fe en nuestros sentimientos.
Si mi espíritu no ha podido florecer aún en esta tierra, lo mudare de este cielo a cielos nuevos. A un lugar donde las nubes no sean de tormentas o silencios.

Hay muchos libros de silencios y hay muchos libros de sueños que aguardan en los estantes, quizás es hora de que los lea, o que los beba como el néctar que me ayude a sanar de tanta mala suerte en mi corazón y en mis ideas.

Mi alma espera en los arboles, algún día la encontraras. Pero si la recuerdas, dile de esas palabras mágicas y veras como se acerca.