sábado, 10 de abril de 2010

Libero mis palabras.





Nadie me ve.


No se si me he vuelto transparente.

Si perdí los sonidos que me daban colores.

Si me abandono mi vestido de flores a mitad de camino.


Si me caí de ti.

Si me caí de ti, como un pétalo que perfumaba tus hombros.

Y que ahora ya no necesitas.


A veces necesitamos una mirada.

Un labio que nos de una dirección.

Una mano que le diga a nuestra piel que existe.

Alguien que remarque las piedras lumínicas de mi sendero oscuro.

Alguien que acompañe mi viaje a la luna.

Alguien que vea mis alas y me diga que son hermosas.

Que quisiera compartirlas conmigo.


Nadie me ve.


Nadie responde a mis ojos mudos.

A mi silencio premonitorio de partida.


El agua callo sus círculos.

Los peces deciden si flotar en la superficie.


Las hadas se sientan en las orillas tristes.

Nadie siente este perfume de lilas.

Nadie ve estos colores amarillos.

Romper diques.


Y de la montaña que me dirige a la luna.

Desciendo desde la prematura muerte de mi sueño.

Con tanto dolor en el cuerpo mío.

Con tanta angustia.

Que si… evidentemente estoy viva.

La muerte no trae dolor.

Lo trae la vida.


Y de mis manos otra vez los truenos desprenden melodías.

Es la nostalgia de mis pasos mudos.

Es la nostalgia de mi voz entre las ramas y las luces del cielo recién amanecido.


De mi pecho se abren las ventanas.

Para que te hundas como el sol.

Y escarbes en mis sensaciones.

Mi corazón entero.

Mi medio corazón.

Mi corazón con su corazón y solito.

Mi tonto, tonto corazón.


Ahora…


Me alejo.


Me retiro en silencio.


Todos los versos que me guarde para este momento.

Los invoco en una sola palabra.

Para que no me sigas rompiendo.

Todos los versos, que te daría... de perfumes y colores, los libero.

Son tuyos igual como la luz y el viento.

Los encontraras en cualquier plaza, en cualquier camino que te aleje, o te traiga de regreso.


No voy a decirte ya mas de mi amor.

No voy a decirte ya mas de mi dolor.

Lo adivinas y los sientes.

Y los has oído de mis ojos.

Y de mis labios.

A corazón completo.


Ahora invoco a las palabras de todos los otros versos.

Y solo necesito esta... tan simple, tan dolorosa.

Tan eterna.

Tan profunda.

Tan salada.

Tan perfumada de dolor.


Adiós.



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Si de verdad me leyeras, si de verdad comprendieras la esencia de mi ser... sabrías que estoy aprendiendo que hay palabras que no se deben decir... hay momentos en que se debe guardar el corazón en su cajita de perfumes hasta el próximo invierno. Son como esas cosas del cuidado de las plantas y del jardín que nos ayudan a mantener la fe en nuestros sentimientos.
Si mi espíritu no ha podido florecer aún en esta tierra, lo mudare de este cielo a cielos nuevos. A un lugar donde las nubes no sean de tormentas o silencios.

Hay muchos libros de silencios y hay muchos libros de sueños que aguardan en los estantes, quizás es hora de que los lea, o que los beba como el néctar que me ayude a sanar de tanta mala suerte en mi corazón y en mis ideas.

Mi alma espera en los arboles, algún día la encontraras. Pero si la recuerdas, dile de esas palabras mágicas y veras como se acerca.