miércoles, 14 de abril de 2010

No llegan a ser un poema, por que son solo un instante.








¿Sabias que somos un instante?

Yo soy un instante, un fragmento.

Tú eres un instante.

Un pequeño fragmento.

Un puntito de arena brillante del tiempo de la eternidad.


Eres un parpadeo de luna.

Un reflejo de la espuma que ya se evapora en el aire.

El dibujo que refleja de la esfera del sueño

Antes de despertarte.


Eres un instante.

Aunque para mi, eres el mas dulce instante.

Solo eres un instante.


Y de tu luz de abanicos de cristales.

Que proyectan esta selva de posibles delirios sobre mis manos.

Y de tus luz de abanicos de cristales.

Surgen estas palabras.


I


Veo volar la cometa del deseo.

De la herida que se abrió en mi pecho.

Vuela con sus alas amarillas.

De rocío que abraza la ilusión perdida.

Acaricio la cintura latente de la tierra.

El arroyo que circula fresco mientras desciende por los valles.

La luz que se esconde entre las ramas de mis aromillos

La luz que evapora mis frases finales.

No morimos fácilmente, me dicen mis espectros.

Uno a uno repiten sus silencios.

No morimos fácilmente.

Le dicen mis canciones.

Mientras les suspiran en la cara.


II


El final viene rompiendo cristales

Abanicando su muerte distante.

Agitando su cuerdas.

Desgarrando los tules del cielo.

Que sostienen a las estrellas fijas y parpadeantes.

El final.

Trae de esas flores que solo se huelen desde el cajón.

Desde la tumba.

Flores que reverdecen su muerte y la nuestra.


El final se afila en los huesos.

Se escarcha sobre el corazón.

Grita sobre el oído de la vida del espíritu.

Y lo silencia de vida y lo silencia de vida interior.


Y desciende sobre el espíritu de las cosas.

Sobre la naturaleza del amor.

Sobre los labios de la música.

Sobre tu-mi corazón.

Traza una línea y nos dice hasta aquí.

El resto queda fuera del dibujo de nuestra historia.

De mi historia.

De mi vida.

De mi amor-dolor.

Hermano las palabras que pertenecen a la misma naturaleza.

Amor-dolor.

Olvido-muerte.

Vida-color.

Perfume-música.

Tu voz-mi corazón.


El final asoma su propia muerte.

Se detienen en el borde de su precipicio oscuro.

Nos ve con sus ojos auténticos.

Y nos fractura para siempre.

Aunque pongamos manos sobre las heridas.

Las hemorragias liberan las sombras de nuestro interior.


Me baño en la luz de mi muerte.

Que desprende tu olvido.

Me perfumo de la muisca de tu voz distante a mi corazón.

Y del silencio del dolor de todas las cosas.

Brota esta semilla interior.

A veces es un árbol de frutas del deseo.

A veces solo la flor del desamor.


III


Quisiera hacer de cuenta que no siento.

Que no es mi piel la que cayo sobre las plantas de espinas.

Que no es el aroma de las flores del sepulcro lo que caen sobre mis ojos cerrados.

Que no estoy viviendo mi muerte en vida.


IV


Se oxidaron las bisagras en la ventana del sueño.

Ahora cada que el viento asoma, chilla desvelada de abandonos.


Mientras muerdo esta manzana de la angustia.

Mi falda vuela por culpa de mis malas decisiones.

Los fulanitos se asoman tímidos desde las esquinas de sus temores.

¿A que sabe el olvido después de abrazar las cinturas de la muerte?

¿A que sabe el corazón en medio de sus crujidos de viernes?


Si estoy tan muda de poesía, tan sorda de canciones.

Tan ciega de colores de amaneceres de perfumes amarillos.

Será mi muerte esta caja vacía de boletos de ida.

De pasajes al planeta de los dragones a lunares azules.

Que flotan suspendidos cada que una idea oscura quiere adueñarse de nuestra mente.

Y la primera hoja del otoño cae en mi jardín.

Y el mundo de mis árboles se paraliza.

Se estremecen los aromas de las macetas.

Esperando su turno en la procesión lenta

Del desamor del fuego y la tibieza del verano.

Que se apago en el calendario.

Hoy quiero maldecir a Paganini

Y sus cuerdas que sacuden sobre mi esternón toda la vibración de esa música.


Mis ojos buscan donde ocultar mi cuerpo, donde ocultar mis huesos.

Para que no me alcance la música.

La música viene con su vida y con su muerte.

Y el sonido viene con su dolor.

Y mi cuerpo es una pista de aterrizaje para las notas agudas.


V


Miro tus ojos en un papel.

Los surcos que hace tu alma sobre la arena.

Las huellas de tus plumas sobre el suelo de los pétalos de la melancolía.

Los sabores de las magnolias y las fresias.


Observo el silencio desde mis manos.

Veo la música desde mis pies.

La vibración que acude a mi pecho es por tus sonrisas.

Es por que conciente a mi alma.

El néctar que desprenden las flores de la embriaguez.

Alucino mi nombre, y tu nombre.

Deshojo mi vida y tu vida.

Aprendo de la naturaleza todas las formas.

Para escribir mi poesía.


El péndulo en mi pecho.

Agitado devenir de la angustia en forma de gorrión asustado.

Picotea mis manos.

Se enfrenta a mis ojos.

Es otra suerte del abandono.


Siento tu voz en la luna, la sostengo entre mis ojos.

La noche transcurre poblada de lluvia.

Es mi sutil batalla por escucharte detrás del agua.

No te nombro.

Espero que acudas a mi llamado.

Pero no te llamo.

Espero que acudas a mi llamado.

Pero amor, de todas las cosas.

Mi luz sobre las luces del mundo y de los espíritus.

No te llamo.

No te digo que eres tú.

No te nombro.

No repito tu nombre.

No te beso.

No te abrazo.

No te llamo.

No te espero.


No te digo que lo hago.


Espero que acudas a mi llamado.

Como espera la orilla al naufrago.

Se que estas cansado.

Soy como un faro para que me veas en la distancia

para que me veas en la oscuridad.

Y sepas en que dirección nadar.

Pero no te digo, las veces que no duermo, por tu nombre.

Las veces que espero tu voz menguante.


No te llamo.

No te digo que lo hago.


VI


Mi corazón es un lago.

Mis manos se hunden en el aire y extraen sus tesoros.


Algunos son esferas que contienen secretos.

Otras solo la luz de los sueños rotos.


Mis oídos conservan los cristales.

Las yemas de mis dedos, la textura de luz desprendida desde tus ojos.


Mi piel, un perfume de selva en el rocío oscuro.

Aguada premonición de abandonos.


Mi corazón es un lago.

Con peces y sirenas.

Con piedras y círculos de colores.

Con reflejos de luna en el fondo claro.

Y estrellas que lo sobrevuelan, como insectos tontos.


2 comentarios:

  1. El I y el V me dejarón maravillado... Tu poesia es tan distinta a la mia... La tuya tiene brillo, tiene musica, colores sobrios que iluminan... Es para enterrarse en cada linea y querer escribir de esa forma... a veces me dan esas ganas...

    Te saludo tambien por aqui... Se te quiere mucho amiga

    andrés

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  2. Amigo, tienen el mismo brillo tus palabras solo hay que aprender a leerlas a través de la niebla.
    la tristeza nos da un envoltorio de fotografia antigua, y de tanta belleza, pero aun asi sigue siendo tristeza.
    Muchas gracias por tu saludo y por tu afecto, es mutuo de agua y de gotas cristalinas.
    un abrazo.
    Sabina

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Si de verdad me leyeras, si de verdad comprendieras la esencia de mi ser... sabrías que estoy aprendiendo que hay palabras que no se deben decir... hay momentos en que se debe guardar el corazón en su cajita de perfumes hasta el próximo invierno. Son como esas cosas del cuidado de las plantas y del jardín que nos ayudan a mantener la fe en nuestros sentimientos.
Si mi espíritu no ha podido florecer aún en esta tierra, lo mudare de este cielo a cielos nuevos. A un lugar donde las nubes no sean de tormentas o silencios.

Hay muchos libros de silencios y hay muchos libros de sueños que aguardan en los estantes, quizás es hora de que los lea, o que los beba como el néctar que me ayude a sanar de tanta mala suerte en mi corazón y en mis ideas.

Mi alma espera en los arboles, algún día la encontraras. Pero si la recuerdas, dile de esas palabras mágicas y veras como se acerca.