sábado, 10 de abril de 2010

Acurrucar un sueño.


Para que se acurruquen en mí… tus aves.


Tus temblores.

Tus vértigos.

Tus delirios.


Para que se acurruquen y los muerda a mitad de un sueño.

Si descubro que no sueñan conmigo.


Para que se acurruque la muerte y amanezca la vida.

Para que en la tibieza se fecunde una flor de la armonía.

Para que irradie su belleza interior.


No me alcanza acurrucar el olvido, la memoria.

El alivio.

El agua, el lago, los peces, la luz del astro protector.

La niebla querrá bailar después de todo.

En la superficie de mi corazón.


Y la noche se zambulle gloriosa de esplendores de selva.

Mi cabello desafía la tormenta

Aunque esta noche también muera después de todo.


Hay una música que late en el centro de la tierra

Y que parte las rocas de la tristeza que se agolpaban en mi pecho.

Aun están los escombros de los dioses muertos

Lamiendo sus heridas sedientos de luz.


Me acurruco en el agua que circula desde el cielo.

Me hundo en una nube azul.

Intento dormir el profundo sueño de la distancia.

En un beso partido y herido en un cuento.


Extraña necesidad de volar.


Las plumas de los pelícanos.

Que se distraen en mi almohada.

Traen historias de otros lugares.

Donde el dolor se medica con flores amarillas.

Y la soledad se desmaya frente a los espejos.

Donde los peces, dan conciertos de cuerdas.

Y los dragones apagan su necesidad de asustar.


Para que se acurruquen en mí tus aves.

Para que olvidemos a los fantasmas de los pasillos.

Para que encontremos el sabor verdadero de lo eterno

Sobre los hombros desnudos.


Acurrucare mi sueño.

En tu abrazo eterno.

En el tercer latido del círculo.


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Si de verdad me leyeras, si de verdad comprendieras la esencia de mi ser... sabrías que estoy aprendiendo que hay palabras que no se deben decir... hay momentos en que se debe guardar el corazón en su cajita de perfumes hasta el próximo invierno. Son como esas cosas del cuidado de las plantas y del jardín que nos ayudan a mantener la fe en nuestros sentimientos.
Si mi espíritu no ha podido florecer aún en esta tierra, lo mudare de este cielo a cielos nuevos. A un lugar donde las nubes no sean de tormentas o silencios.

Hay muchos libros de silencios y hay muchos libros de sueños que aguardan en los estantes, quizás es hora de que los lea, o que los beba como el néctar que me ayude a sanar de tanta mala suerte en mi corazón y en mis ideas.

Mi alma espera en los arboles, algún día la encontraras. Pero si la recuerdas, dile de esas palabras mágicas y veras como se acerca.