¿A caso, me equivocado de cara?
en esta habitan versos, habitan hadas.
Y el rumor de tus soledades me estaca en todos mis costados.
De la herida de tu dolor
Estalla esta luciérnaga corrompida de la ausencia.
Te dormiste en el estanque amarillo.
Estas viviendo un sueño.
Cuando despiertes, te veras de nuevo el rostro amable, y los ojos de niño.
Ese monstruo.
Lo dormiremos con una canción
Construida desde los versos que lineales
Descienden del silencio.
No hay más dolor que observar tu herida.
Que sentirla entre la arena y las rocas.
Yo creí que me dormía en una nube,
Pero me desperté en las piedras.
Y sin embargo, se que hay mas poetas.
Se que hay mas hadas y sirenas.
Más astronautas, en un universo sin naves que los regresen a la tierra.
Pero aun entre esos seres fantásticos
Que nacen y vibran en los poemas.
Prefiero tu sombra distante, triste y solitaria
preguntándose por que esta sola habitando el reverso de la luna.
Si bajaras un poco la mirada, amable satélite.
Me veras sobre volar la superficie de la tierra
Voy detrás de estos perros. Tras de tu huella. Ellos ayudaran si me faltan fuerzas.
Voy detrás de esa sombra. De la muerte alta, de la muerte esbelta. Ella, acercara a esa oscuridad que me proteja.
Te doy las buenas noches, Y luego termino con mi día.
Acabo acostumbrándome a las despedidas.
Igual aquí, en este sitio... si aquí donde deposito mis manos, Este sitio, palpita desconforme si nos apartamos.
Igual aquí, cuando te dejo… falta algo.
La respuesta a esta melodía, No puede ser el silencio.
Debería ser tu sonrisa. Debería ser mi sonrisa.
Voy de tras de estos perros, Por necesitarte. Caminando junto los caracoles que miran al pasarme.
Voy saltando sobre los charcos que no albergan peces. Cada gota que estalla al aire, se convierte en una razón Para no perderte.
No tengo migas de pan para que no pierdas el camino a la mañana. Pero tengo estas luces, prestadas de mi ventana.
Tengo ganas de tu balcón, no me importa ser Romeo.
No te rías, hablo en serio.
Eres el hombre a quien le cantaría descalza toda la noche. Eres por quien venderia mis sueños. Mientras siento que las bestias del infierno jalan de mi vestido. Me sentiría segura en universo vacío. Si al elevar mi rostro, tu rostro sonríe en respuesta al mío.
Tomo las llaves de la puerta. Estoy a punto de entrar. Mis ojos en dirección de esa cerradura.
Mi hogar no esta allí dentro. Pienso. Respiro un momento Relajo los hombros, Trato de relajarme El apoyo de mi cuerpo esta sobre mi pierna izquierda.
Dejo de mirar la cerradura.
Me recuesto sobre la pared. Miro la distancia. Allá arriba la luna hace un esfuerzo por verme tras unas nubes.
Respiro profundamente. Exhalo. Mi estomago se relaja, Mi pecho sube y cuando baja, Me despeja las ideas.
Dejo la luna.
Miro en otra dirección.
Sabia de un nido de aves entre aquellas ramas.
Pienso en la puerta. Miro mis llaves, las sostengo con firmeza en mis manos. No hago ruidos con ellas. No quiero que me den más sonidos en este momento.
Que dude en la puerta. Y eso significa, que ya tome una decisión.
Tampoco debería entrar.
Dude en la puerta.
Como seguir sosteniendo este cuerpo. Como seguir tolerando estas ideas. Como soportar estas emociones Que se ramifican desde mi pecho Y empiezan a hacer conexiones Sobre todos mis órganos, Todas mis emociones Están ligadas a este mismo centro.
Mi voluntad no alcanza.
Me faltan fuerzas.
La luna se desprendió de su disfraz de nube.
Me mira tierna.
Yo la miro tierna.
Comería un helado de luna, para olvidarme de mí Bebería un trago de sueño.
El perfecto elixir, eterno, Es desaparecer, no existir.
Lo cotidiano no permite estos juegos. Llevo más de treinta minutos en el umbral de mi casa, Apunto de entrar Y es la primera vez en años que hablo conmigo.
Preparo esta bebida esta infusión para el olvido, para el encuentro, para los amores, para los amigos.
En un recipiente que pueda ir al fuego.
Casi… tres tazas de agua. Hojas de menta y de salvia, Cáscaras de naranjas, y un limón cortado por la mitad.
Lo dejo al fuego.
El agua empieza su juego, La temperatura dentro del recipiente se empieza a levantar. Un vapor de perfumes, alimonados llenan mi cocina.
Espero que hierva. Espero luego del hervor, unos minutos más. Casi media taza de líquido se ha evaporado dentro del recipiente.
Solo preparo dos tazas.
Busco una bandeja, sonrío.
Acomodo dos servilletas dobladas en triangulo, Las acaricio.
Respiro, profundamente el aroma, aun no es dulce. Busco dos cucharas, observo su brillo. Las miro de un lado, veo mi rostro invertido, sonrío.
Deposito la infusión dentro de las tazas. las tazas en la bandeja sobre sus platitos. Las servilletas y la cuchara que contiene mi rostro invertido.
Esta todo listo.
Siento el aroma de menta, el aroma alimonado, el fondo especial de las cascaras de naranja… aun no es dulce, falta el azúcar.
El recipiente no esta, miro en los estantes sobre la mesada, no lo percibo, Me detengo en mi pensamientos… el aire mueve las cortinas de la ventana. Y esparce los perfumes, sonrío.
Unos pasos cerca mío, una mano que se extiende hasta la bandeja. El azúcar.
Tengo una mañana extraña, mi forma de doler también es escribiendo.
Las cosas son por que si, no porque las llame, no las invito a mi pecho.
Los dolores se toman libertades de amigos buenos.
Me visitan, me sonríen, me muerden, me quiebran.
Tengo esta mañana extraña, amanecida desde mi cuerpo,
Un conjuro de soledades que escupo al cielo.
No es por nada, y es por todos, marioneta entupida de huesos
Desde este grabador de ruidos hablo al mundo, al mundo mudo que se cree despierto.
Me disculpo por estas palabras, hoy no desayune mis manzanas
Y me falta la música del encuentro.
Me resisto a ser parte de un libro perdido,
Si no me dan vida desde los sueños, no despierto, no despierto.
Adelante, espántame estas sombras oscuras que como un humo maligno cubrieron mi cuerpo.
Si no me salvan del sueño, me convertiré en un recuerdo.
Mi piel será gris, serán grises mis suspiros, mis sonrisas, grises mis dedos.
Soy un film antiguo, entrecortado, apagado, mudo y gracioso.
Me muevo a una velocidad desproporcionada con los otros
Mi rostro trata de expresarse,
Pero las sombras oscuras tapan las partes importantes de mi relato,
No soy un bueno sonido para sordos.
No soy un buen fantasma en el recuerdo.
… y ahora
De donde vienen estas espadas que se hunden en mi cuerpo,
Cada tajo enlaza mi alma, con su corte me ata el suelo.
Y de donde vienen esos gritos que sostengo entre los dedos,
Por que pesa la mañana … pesa y camina, esta soledad sobre mis huesos.
No entiendo de estas guerras silenciosas de miradas.
No entiendo de las garras de los dientes, que me desgarran.
Observo, en silencio.
Mis lágrimas se han ido a otro lado, no son estrellas no son rocas,
Nos son libélulas que al agitar sus alas devoran las horas.
No son pasos que alejan los pasos de la sombra.
Este miedo es la bestia de siempre ronroneando sobre mi pecho, inflamando mi caja de huesos.
Detesto odiar, gritar y decir basta.
Odio mi rostro afligido, respiro un instante para afirmar mi sitio.
Aquí estoy, estas son mis manos, esta es mi sombra.
Esta es la energía que se desliza desde las palabras.
Mis suertes encontradas en la arena.
La muerte me sonríe desde la ventana,
Todo es esta distancia de cintas de fuego sobre el horizonte que respira.
El tambor del espacio estrellado de suspiros.
Las naves de mis secretos con sus velas oscuras
Perdiéndose en el abismo,
No quiero.
No hay bálsamos que corrijan mi destino.
Si este dolor me mastica, me tritura, escucho el crujir de mis huesos.
Tomo esta arma de plata, la observo desde todos sus costados.
Cierro mis ojos, evoco esos otros ojos que también son los míos.
Dejo que el estanque se quiebre, que se derrame la suerte liquida
Los peces se estremeces un instante, tiemblan dolorosos.
Después del silencio, empiezan a reanimarse se elevan vuelan alrededor mío.
El arma de plata entre mis manos, la suerte liquida llega a mis pies
Mis dedos humedecidos.
Siento ese frío, la soledad es un gran frío, un abrazo helado, que me obliga a llevar mis manos entre mis hombros y mis codos buscando abrigo, haciendo nido sobre mi esternóny mi estomago, con los ojos apagados, me detengo y observo… aun respiro.
El arma de plata en el suelo, la tierra se abre, poco a poco lo lleva consigo.
Me detengo viendo ese espacio en el suelo, donde esta mi ultima voluntad.
Hasta eso, he perdido…
Las lágrimas regresan, mi pecho recobra sus sonidos,
Mi cuerpo se mece, se acuna a si mismo.
En el transcurso de mi llanto miro a mis costados miro el cielo, miro el suelo.
No logro percibir ningún brillo.
Se pierde la línea del horizonte, todo es una cueva.
Si de verdad me leyeras, si de verdad comprendieras la esencia de mi ser... sabrías que estoy aprendiendo que hay palabras que no se deben decir... hay momentos en que se debe guardar el corazón en su cajita de perfumes hasta el próximo invierno. Son como esas cosas del cuidado de las plantas y del jardín que nos ayudan a mantener la fe en nuestros sentimientos.
Si mi espíritu no ha podido florecer aún en esta tierra, lo mudare de este cielo a cielos nuevos. A un lugar donde las nubes no sean de tormentas o silencios.
Hay muchos libros de silencios y hay muchos libros de sueños que aguardan en los estantes, quizás es hora de que los lea, o que los beba como el néctar que me ayude a sanar de tanta mala suerte en mi corazón y en mis ideas.
Mi alma espera en los arboles, algún día la encontraras. Pero si la recuerdas, dile de esas palabras mágicas y veras como se acerca.