miércoles, 27 de enero de 2010

En un recipiente que pueda ir al fuego

Preparo esta bebida esta infusión para el olvido,
para el encuentro, para los amores, para los amigos.


En un recipiente que pueda ir al fuego.

Casi… tres tazas de agua.
Hojas de menta y de salvia,
Cáscaras de naranjas, y un limón cortado por la mitad.

Lo dejo al fuego.

El agua empieza su juego,
La temperatura dentro del recipiente se empieza a levantar.
Un vapor de perfumes, alimonados llenan mi cocina.

Espero que hierva.
Espero luego del hervor, unos minutos más.
Casi media taza de líquido se ha evaporado dentro del recipiente.

Solo preparo dos tazas.

Busco una bandeja, sonrío.

Acomodo dos servilletas dobladas en triangulo,
Las acaricio.

Respiro, profundamente el aroma, aun no es dulce.
Busco dos cucharas, observo su brillo.
Las miro de un lado, veo mi rostro invertido, sonrío.

Deposito la infusión dentro de las tazas.
las tazas en la bandeja sobre sus platitos.
Las servilletas y la cuchara que contiene mi rostro invertido.

Esta todo listo.

Siento el aroma de menta, el aroma alimonado, el fondo especial de las cascaras de naranja… aun no es dulce, falta el azúcar.

El recipiente no esta, miro en los estantes sobre la mesada, no lo percibo,
Me detengo en mi pensamientos… el aire mueve las cortinas de la ventana.
Y esparce los perfumes, sonrío.

Unos pasos cerca mío, una mano que se extiende hasta la bandeja.
El azúcar.

Te miro y sonrío.

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Si de verdad me leyeras, si de verdad comprendieras la esencia de mi ser... sabrías que estoy aprendiendo que hay palabras que no se deben decir... hay momentos en que se debe guardar el corazón en su cajita de perfumes hasta el próximo invierno. Son como esas cosas del cuidado de las plantas y del jardín que nos ayudan a mantener la fe en nuestros sentimientos.
Si mi espíritu no ha podido florecer aún en esta tierra, lo mudare de este cielo a cielos nuevos. A un lugar donde las nubes no sean de tormentas o silencios.

Hay muchos libros de silencios y hay muchos libros de sueños que aguardan en los estantes, quizás es hora de que los lea, o que los beba como el néctar que me ayude a sanar de tanta mala suerte en mi corazón y en mis ideas.

Mi alma espera en los arboles, algún día la encontraras. Pero si la recuerdas, dile de esas palabras mágicas y veras como se acerca.