viernes, 27 de julio de 2012

El animal en mi

El animal en mi despierta. A veces creo que lo he domesticado. Que él,  herido de rutina,  se ha ido muy profundo en mis recuerdos, olvidando todos sus rituales, todas sus costumbres.
Pero el animal debe ser libre en la tierra y en el cuerpo de los hombres y mujeres.
El animal es el instinto, es la percepción espiritual de todas las cosas.
Abrir los ojos, despertar como un nuevo animal y atreverse a enfrentar al mundo. A morderlo, a destrozarlo. Es al mismo tiempo, lamer sus heridas. No guardar rencores. Buscar compañía. Amar al hombre y temerle.

El animal en mi despierta, soy el ave milenaria que  traga a sus enemigos y luego los escupe al fuego. Soy el pez sagrado, transparente y pequeño, diminuto como un brillo de luna sobre un charco, o como lágrima de lucero. Un pez capaz de viajar distancias cargando el peso de todos los demonios. Soy también la leona, la salvaje bestia que protege a sus cachorros. Soy el pequeño búho, custodiando la noche.
Soy la simple mujer que camina descalza, que se desnuda en la lluvia para sanar el pasado, que se suelta el cabello y es como si liberara a todos las aves. También soy la simple mujer que se desnuda ante el hombre, que se vuelve presa y cazadora. Que se revela ante los dioses y se atreve a tomar otro camino que el mundo de las ciudades construidas por los hombres.

El animal en mi despierta, el animal en mi desea liberarse del yugo de las sociedades tontas. El animal en mi solo quiere una historia verde para todos. Revolcarse en el pasto, perderse en los arboles, dialogar con los sonidos de la noche.
El animal en mi, fallece. Esta preso de mis malas decisiones. Esta preso en la rutina humana de estropearlo todo. El animal en mi llora en la puerta cerrada y me mira. Se acerca mi cuerpo y llora. El animal en mi, llora en la ventana cerrada y sus ojos son de una claridad maravillosa. 

miércoles, 25 de julio de 2012

Una vez traje de un sueño un pequeño perro azul.

Hay que ser muy cobarde para escribir sobre viajes que no pretendemos hacer en esta vida, o sobre aventuras realizables  desde la comodidad de un escritorio, sellando cada paso de esas aventuras con la maldición de que aquello  solo es literatura. Pero hay que ser muy valientes para escribir sobre mundos imposibles, y criaturas que solo habitan en los sueños de los gigantes y los niños.  Pero solo los héroes escriben los diarios de los pueblos, los importantes eventos cotidianos de la vida con tinta pura. También  hay que tener testículos de dinosaurio, y ovarios de loba, para decir en un lenguaje simple aquellas cosas que no decimos día a día. Por ejemplo: para escribir y además decir “te Amo” es necesario haber vivido muchas vidas. Pero hay que ser eternamente joven, niño desde la mirada y el espíritu para atrapar seres de otros mundos.

Una vez traje de un sueño un pequeño perro azul. Para poder conocerlo tuve que cortarme las manos.  Él me vio herida y quiso cuidarme y curarme, busco en su interior esa cosa que la humanidad ha llamado magia, solo  por desconocer su nombre verdadero. Y con su diminuta lengua, también azul me curo. La primera vez que lo vi creí que despertaría del susto, pero no por miedo, si no por la sorpresa.  Sin embargo el sueño continúo. Me quede viento sus patas, el brillo de sus pelos formaba pequeños arcoíris en la luz. Era como un puentecito diminuto a la imaginación de  la niñez eterna. Me dijo su nombre indescriptible, y me conto sus aventuras maravillosas. Tuve que quedarme mucho tiempo habitando aquel sueño, muchos días descubriendo sus pequeños rituales cotidianos. Camine a su paso eternidades, hable su lenguaje, comprendí la amistad,  la alegría  y la ternura de una forma nueva. Me  perdía horas viéndolo improvisar juegos, en los que solo a veces participaba, la mayoría de las veces con observarlo me bastaba. Siempre me hacia sonreír con sus ocurrentes sonidos para despertarme, pero yo no despertaba, solo por verlo y disfrutar de su presencia continuaba soñando y soñando. Reía con esa tibieza de felicidad en la panza,  cuando lo veía  mover su cabeza cada vez que algo le encantaba, y como se disgustaba si no le prestaba atención. Cuando al fin comprendí todo sobre él, pensé en dejarlo libre de mis manos heridas, y deshacer aquel sueño hasta despertarme. Pero él me hizo comprender que ya no había manera de separarnos, que de alguna forma natural nos habíamos unido eternamente, que mi espíritu ya había despertado en aquel sueño y que la realidad se había transformado en el.  Al despertar, mi cuerpo estaba relajado, como si además de haber soñado eternidades hubiera podido liberarme de todas las tensiones cotidianas del mundo común. Ahora mi espíritu, sigue descubriendo criaturas extraordinarias cada vez que duermo o despierto.

lunes, 23 de julio de 2012

Soy el latido del mundo.



Voy  dentro de mí, viajando asía al sur,  desde la emoción.
Encuentro en mi el viajero de luz, 
Que todos llevamos esperando a despertar
Y tomo una decisión, sin saber qué es lo que  vendrá.
Morir o avanzar.

Avanzo asía mí,  camino en dirección de ti
El universo es una palabra resumible a la voz.

Cuando crees que no estoy, búscame en los arboles.
Soy mucho de mí, todo de vos.
Reflejo y color.
Como una canción, así es el camino.
A buen ritmo.
A buen ritmo.

Latido, y silencio.

Me abstraigo de todos y llego a mí.
No quieras querer este corazón, lo ha dicho Alfonsina desde el agua.
Con sus ojos oscurecidos de mar.
Voy hasta lo imposible, atravesando luz.
No quieras despertarme, déjame dormir.
Que la noche es muy profunda en los paisajes del sur.

Hay una piedra que habla, desde su textura.
Su piel me cuenta del frio, y de sus heridas.
Por el tiempo en que ella calla, los silencios se convierten en vidas.

Un grillo como una campana,  despierta el mundo.
Es el gallo más pequeño de mi mundo.
Un grillo como una campana, despierta el mundo.
Es el gallo más pequeño, para un sol diminuto.

Para los pobres nunca hay nada mejor que el amor, para sentirse ricos.
Mientras otros se desenamoran comprando el mundo.

Para nosotros  no hay armas más poderosas que nuestros propios latidos.
Oír tu pecho, saber que existes, que puedo contar contigo.
Que en la noche más profunda y quieta.
Respiraras conmigo.
Voy, dentro de mí, viajando al sur de la emoción.
Siento, vivo. 
Soy el latido del mundo.

Rutina

Ella se levantaba demasiado temprano. El gato de sus pies se lo hacía saber. Porque al despertarse la miraba atontado y se dormía de nuevo segundos después. Ella trataba de andar por la casa con él encima, pero él insistía en continuar soñando, porque allá donde el mundo  deja de ser mundo, la realidad es mas de lo que podamos tocar o ver.
Ella se lavaba el rostro,  con agua de lluvia que salía por el grifo, lluvia de algún lugar del mundo, partes diminutas de algún rio, lágrimas del gigante más dulce. Y en su rostro se dibujaba la aurora mientras preparaba el desayuno. El reflejo de la ventana en su cuello formaba montañitas verdes y lagos azules.
Descalza, sin prisa, sin miedos. Vivía su soledad en compañía felina. Cuando el corazón le recordaba el silencio, latía con más furia. Una vez, y otra vez camino a la oficina, su andar es una canción de caracoles. Tan lento como le permitía el aire y la distracción del paisaje y sus perfumes. Había un árbol que conocía su nombre, la besaba con su sombra día a día, alguna hoja se escapaba de sus ramas, para caer sobre ella como un suspiro. Ella sabe sonreír como las aves, como si abriera las alas y pudiera ser libre. Pero es como un vuelo que solo se ve una vez en la vida. Ella sabe llorar como nadie. Ni los libros más antiguos son buena compañía, solo sirve acurrucarse a sí misma, ver el juego del gato en la cocina,  intentando cazar roedores imaginarios. Una tarea que le llevara toda la vida.
Y cuando se duerme, la noche desciende. Callan las cortinas, ya no dicen nada, solo parpadean como luces. Y cuando duerme, es la mujer luna. Pálida, fría. Mitad silencio, piedra y  melancolía.
 Descalza, sin prisa, sin miedos, vive su rutina. De todo se escapa día a día, pero en la noche, la tristeza es su enemiga. 

domingo, 22 de julio de 2012

Qué extraño mundo

Qué extraño mundo, o qué natural y nosotros los extraños. Mi cabello crece, siento que eso es bueno. El día es más agradable cuando al fin amanece y ya no me siento tan triste. El frio, la oscuridad, la ausencia de humanidad me asustan. Luego aparecen los pájaros, gigantes aves que dibujar alas en el cielo. Entonces las nubes se sienten concurridas y juegan a disfrazarse de paisajes de montañas, de elefantes y de naves que son traspasadas, atravesadas por los animalitos.
Un desorden de alas y de picos queda atrapado en una especie de cortina nubinica. Qué extraño es el mundo, no les parece, o qué natural y nosotros los extraños. Me corte el cabello, ahora me parezco mas a mi hermano y menos a mi perro.
Tengo la intención de escribir un diario de mis días, pero en el no soy yo misma, soy la que me imagino que he sido durante mi rutina. Nunca seré aquella, porque ya he dejado de ser como el tiempo mismo.
Qué extraño que suenan nuestras voces luego de conocernos. Dejamos de ser extraños y somos naturales como el mundo.

Desvanecida

Cada vez que pierdo las palabras, no reniego del silencio pues se parece a la música del mundo.  Aun así trato de atrapar las alas del viento, el pálido animal que se zambulle en el aire, rozando el delirio de la razón y  los sueños.
Y el animal despierta, porque viajaba dormido. Y el animal despierto, sonriente  me pregunta: ¿quién  fui  antes que jamás como ahora en mi había oído,  tan maravillosa voz como ésta música?.

Recortaría el reflejo de mis ojos en las noches tristes, para dejar de escribir poesía.
Recortaría  el reflejo de mis ojos cuando contemplo los  jardines, y el ritmo de mi paso, se mese de la misma forma que las ramas secas y que las ramas vivas.

Un poco mas desnuda ando ahora, que cuando no tenia cuerpo.
Los dolores  traspasan mi piel, saludan a mis vecinos.

Quiero hacerme  de espuma,  y que un gigante sople en mi cuerpo de nubes para desvanecerme del paisaje, como lo hace el vestido oscuro de la noche, desvanecido en la mañana sobre el cielo.

El simple ejercicio de recordarte.

Estaba frente al espejo. Dos puntos importantes para resumir esta historia. Asumía mi existencia, la comprendía,  y la contemplaba. Nada tiene que ver con las razones por las cuales,  otros se ven en el espejo. Apenas si me observaba, analizaba el ser dentro de mí, me traspasaba, mis ojos estaban más allá de los detalles de la piel, o el cabello. Mis ojos estaban en mis ojos, en los ojos en sí mismos reflejados. En la luz, la sombra, los colores, la humedad, y la expresión que ellos mostraban. Y había en aquel paisaje, todo de mi, mucho de mi madre, los primeros años de mi hermano. Algo de una amiga del preescolar. Un poco, muy poco de mi mascota de cuando tenía seis años. Mi hermano menor se me filtraba a la altura del parpado, mi hermana en cambio estaba en la humedad, en los lagrimales. Mi amor estaba en el centro mismo del iris, observándome. Mientras me buscaba en aquel pequeño universo de cristales, no habían pasado ni dos minutos de esta tarea frente a mi reflejo, cuando caí en cuenta de que tú no estabas en mi, y en este cuerpo, pero que dentro del iris toda la luz que por el atravesaba me hablaba de ti. Entonces suspire y mi respiración se hizo forma en el espejo, empañándome. Nuevamente recordé la soledad. Mi mano limpio el espejo. Sonreí. Lo sentí por dentro porque aun no dejaba de ver mis ojos y la ausencia. Te recordé, y sonreí nuevamente.

En la próxima vida seré la hija de mi hermano menor, solo para cobrarle lo mucho que lo malcrío.
En la próxima vida serás parte de mí. Naceré de ti, nacerás de mí, y llevaremos el mismo reflejo emanando tibia luz.
En la próxima vida, luego de mis veinte años, te encontrare en un parque, estaremos viendo el mismo árbol,  y ya no volveremos a separarnos. Es suficiente pasarme esta vida sabiendo que existes y estas lejos.
Ahora me despido del espejo, tomo fuerzas de los recuerdos felices, de tu voz cantando, en mi rostro triste sonriendo por tus delirios. Ahora me despido de la rutina, tomo fuerza del recuerdo de tu mano aliviando la soledad de la mía. Puedo recordar tu energía corriendo por mi espalda, dibujando arcoíris en nuestros espíritus. No puedo viajar al pasado, pero si puedo soñar contigo en otro tiempo  y otra vida.

miércoles, 11 de julio de 2012

Presente

Me quede quieta un segundo y me paso la vida. Mi cuerpo ha cambiado, mis sueños siguen intactos. ¿Es esto acaso un lugar común por el que todos pasamos en la vida?
Aun sueño amar.  Sueño que me amen, pero la humanidad se disfraza de hombre y mujer todos los días y olvida su ser natural.
Me quede quieta un segundo y me paso la vida. Mi cuerpo ha cambiado, es igual mi rutina.
Mi perro a fallecido. Mi ventana es la misma pero el paisaje varia.
La noche sigue siendo una bruja de afiladas uñas que rompe las nubes y las obliga a parir sueños líquidos, prematuros que no llegan a tierra con vida.
Supe una vez el secreto más importante del universo, pero estaba en el parque  y me distrajeron los arboles y el verde, la risa de los niños, el reloj y la espera del amor legitimo. Regrese a mis manos, me sumergí en mi libro, y oí como él cantaba en la distancia, acercándose a mi mundo.

miércoles, 4 de julio de 2012

Realidad infinita

No soy una ventana, no soy el cielo.
No puedo llover y aliviar mi peso.
Pero quisiera, con palabras simples hallar la llave.
Abrir la puerta, y liberarme de mí por completo.

No soy una ventana, y aunque te vea detenido en la vereda, no puedo abrirme y mostrarte el desorden de esta casa, el polvo en los muebles, los platos en la mesa. La ropa que cayó de mí, como hojas secas. Ni el dolor de toda mi vida en el cansancio de mi cuerpo. 

lunes, 2 de julio de 2012

Realidades II

Mi tierra tiene montes  y luceros.
Espacios de oscuridad y tormenta.
Silencios oceánicos, lagunas de viajeros.

Tiene un árbol que no sabe estarse quieto, y en todo lugar hay algo de su espíritu y a todos nos protege en su sombra, a todos nos viste con su verde.
Mi tierra tiene niños que son como pajaritos, vuelan ligero, son tímidos, se bañan en los charquitos, juegan a que caminan cuando los vecinos descubren su juego.
Y hay señoras que están domesticadas al dolor, que han doblado su cuerpo. Son como montañitas fuertes para refugiarse y nutrirse de ternura, son como paisajes transparentes que no te dicen su historia, que nunca se quejan, pero sin querer hacerlo te invitan a contemplar su resistencia.

Mi tierra tiene flores que te perfuman al verlas.
Tiene un corazón arrancado de su pecho.

Cuando voy por el cielo,  con mi espíritu me alejo. Pero siempre regreso.
Mi tierra tiene montes y luceros.
Una guitarra que aúlla a la vida. Para que no se aleje sin cantar con ella una alegría y una pena.
Mi tierra tiene historias de todos los tiempos, sobre naves, sobre pájaros, sobre vías, sobre cielos.

Si de verdad me leyeras, si de verdad comprendieras la esencia de mi ser... sabrías que estoy aprendiendo que hay palabras que no se deben decir... hay momentos en que se debe guardar el corazón en su cajita de perfumes hasta el próximo invierno. Son como esas cosas del cuidado de las plantas y del jardín que nos ayudan a mantener la fe en nuestros sentimientos.
Si mi espíritu no ha podido florecer aún en esta tierra, lo mudare de este cielo a cielos nuevos. A un lugar donde las nubes no sean de tormentas o silencios.

Hay muchos libros de silencios y hay muchos libros de sueños que aguardan en los estantes, quizás es hora de que los lea, o que los beba como el néctar que me ayude a sanar de tanta mala suerte en mi corazón y en mis ideas.

Mi alma espera en los arboles, algún día la encontraras. Pero si la recuerdas, dile de esas palabras mágicas y veras como se acerca.