domingo, 22 de julio de 2012

El simple ejercicio de recordarte.

Estaba frente al espejo. Dos puntos importantes para resumir esta historia. Asumía mi existencia, la comprendía,  y la contemplaba. Nada tiene que ver con las razones por las cuales,  otros se ven en el espejo. Apenas si me observaba, analizaba el ser dentro de mí, me traspasaba, mis ojos estaban más allá de los detalles de la piel, o el cabello. Mis ojos estaban en mis ojos, en los ojos en sí mismos reflejados. En la luz, la sombra, los colores, la humedad, y la expresión que ellos mostraban. Y había en aquel paisaje, todo de mi, mucho de mi madre, los primeros años de mi hermano. Algo de una amiga del preescolar. Un poco, muy poco de mi mascota de cuando tenía seis años. Mi hermano menor se me filtraba a la altura del parpado, mi hermana en cambio estaba en la humedad, en los lagrimales. Mi amor estaba en el centro mismo del iris, observándome. Mientras me buscaba en aquel pequeño universo de cristales, no habían pasado ni dos minutos de esta tarea frente a mi reflejo, cuando caí en cuenta de que tú no estabas en mi, y en este cuerpo, pero que dentro del iris toda la luz que por el atravesaba me hablaba de ti. Entonces suspire y mi respiración se hizo forma en el espejo, empañándome. Nuevamente recordé la soledad. Mi mano limpio el espejo. Sonreí. Lo sentí por dentro porque aun no dejaba de ver mis ojos y la ausencia. Te recordé, y sonreí nuevamente.

En la próxima vida seré la hija de mi hermano menor, solo para cobrarle lo mucho que lo malcrío.
En la próxima vida serás parte de mí. Naceré de ti, nacerás de mí, y llevaremos el mismo reflejo emanando tibia luz.
En la próxima vida, luego de mis veinte años, te encontrare en un parque, estaremos viendo el mismo árbol,  y ya no volveremos a separarnos. Es suficiente pasarme esta vida sabiendo que existes y estas lejos.
Ahora me despido del espejo, tomo fuerzas de los recuerdos felices, de tu voz cantando, en mi rostro triste sonriendo por tus delirios. Ahora me despido de la rutina, tomo fuerza del recuerdo de tu mano aliviando la soledad de la mía. Puedo recordar tu energía corriendo por mi espalda, dibujando arcoíris en nuestros espíritus. No puedo viajar al pasado, pero si puedo soñar contigo en otro tiempo  y otra vida.

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Si de verdad me leyeras, si de verdad comprendieras la esencia de mi ser... sabrías que estoy aprendiendo que hay palabras que no se deben decir... hay momentos en que se debe guardar el corazón en su cajita de perfumes hasta el próximo invierno. Son como esas cosas del cuidado de las plantas y del jardín que nos ayudan a mantener la fe en nuestros sentimientos.
Si mi espíritu no ha podido florecer aún en esta tierra, lo mudare de este cielo a cielos nuevos. A un lugar donde las nubes no sean de tormentas o silencios.

Hay muchos libros de silencios y hay muchos libros de sueños que aguardan en los estantes, quizás es hora de que los lea, o que los beba como el néctar que me ayude a sanar de tanta mala suerte en mi corazón y en mis ideas.

Mi alma espera en los arboles, algún día la encontraras. Pero si la recuerdas, dile de esas palabras mágicas y veras como se acerca.