miércoles, 7 de abril de 2010

No puedo saberlo


No puedo saberlo.
No se en que momento te hiciste agua, me hice arena.
Y nos convertimos en esta playa desierta.
Y alguien se convirtió en aire, y otros en cielo.
Y otros infinitos seres en estrellas.
Y alguien muy especial se convirtió en luna,
Y alguien muy especial en noche, en luz y en tormenta.

A veces me transformo en música.
A veces te transformas en color.
A veces somos el perfume de todas las cosas.
A veces soy mi rostro.
A veces eres tus manos.

No sé.
No puedo saberlo.
Cuando el cristal de nuestro corazón se rompió.
No sé no puedo saberlo.
Qué es lo que le da miedo a nuestra voz.
Para que no se asome tras los horizonte oscuros y rompa en luces menguantes sobre los perfiles de los cuerpos desnudos.
No puedo saberlo.
No sé porqué.
No sé cuando o como.
No lo sé.
No sé si quiero o si resistiría saberlo.
No sé si dolería mas o menos.
Si la oscuridad es otra criatura como nosotros que a veces se convierte en una persona triste que nos cruza en el camino.
Si la magia es una criatura como nosotros que a veces ilumina.

No sé cuando te convertiste en ausencia.
Cuando me convertí en recuerdo.
Cuando me sacaron esta fotografía de colores sepias.

No sé porque la brisa que trae esta tarde me estalla en lagrimas.
Que brotan de las fisuras de mi rostro que alojan a mis esferas.

Mis parpados, callan.
Y me obligan a dormirme.

No sé porque abril siempre me duele.
Si es por el recuerdo de mis amores muertos.
De mi hermana ausente.
De mis amigos lejos
De mis duendes tristes.

Si es porque las flores sienten el beso del otoño.
Si es porque siento el abrazo del frío.

Quisiera abandonar las letras como quien huye de su casa.
Como alguien que abandona su hogar de infancia.
Su caja de juguetes antiguos.
Quisiera abandonar las letras.
Caminar muy despacio hasta que me encuentre el campo.
Y la naturaleza me reciba con sus nubes.

No sé en que momento me vestí de niebla.
En que momento te fuiste.
En que momento la ventana callo al paisaje.
En que instante amanecí tan triste.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Si de verdad me leyeras, si de verdad comprendieras la esencia de mi ser... sabrías que estoy aprendiendo que hay palabras que no se deben decir... hay momentos en que se debe guardar el corazón en su cajita de perfumes hasta el próximo invierno. Son como esas cosas del cuidado de las plantas y del jardín que nos ayudan a mantener la fe en nuestros sentimientos.
Si mi espíritu no ha podido florecer aún en esta tierra, lo mudare de este cielo a cielos nuevos. A un lugar donde las nubes no sean de tormentas o silencios.

Hay muchos libros de silencios y hay muchos libros de sueños que aguardan en los estantes, quizás es hora de que los lea, o que los beba como el néctar que me ayude a sanar de tanta mala suerte en mi corazón y en mis ideas.

Mi alma espera en los arboles, algún día la encontraras. Pero si la recuerdas, dile de esas palabras mágicas y veras como se acerca.