miércoles, 7 de abril de 2010

Caminaste tanto...




Caminaste tanto, que te alejaste de tus propios pasos.

Lloraste tanto que te convertiste en llanto.


Iluminaste tanto, que un día desapareciste perpendicular por la ventana.


Te desee tanto, que te di formas desde la sombra.

Y me hablaste con voz húmeda.


Y ahora…

Me acerco tanto que no te veo.

Lloro tanto que desaparezco liquida.

Beso tantas veces tu nombre.

Que me confundo entre sus letras.

Y mis labios se hacen alas de aire y desprenden su música.


Te busque tanto.

Que todos los mapas, tenían dibujitos de tu rostro.

Te abrase tanto que al separarme de tu cuerpo ya no estabas.

Estabas en mí y estabas tan lejos.

Hice mis manos como cortinas sobre tu rostro

Para quitarlas luego y que aparezcas.

Pero aun estas preguntando sobre la vida, el destino,

Y esas otras incertidumbres que te desvelan.

Te quiero tanto, que es mejor no decirlo.

Para que los jueces no me condenen por mi exceso.

Debería estar prohibido quererte así... tan repentinamente.

Alguien debería juzgarme por demente.

Por soñadora.

Y por ingenua.


Pero te quiero, de esta forma que solo saben querer las estrellas.

Que nos miran desde la altura y apenas con sus brillos nos retienen.

Unos instantes en el camino, unos instantes entre las ramas del árbol.

Unos instantes entre las pestañas que dibujan sombras

Sobre las mejillas húmedas.


Caminaste tanto.

Que el agua se convirtió en hielo.

Caminaste tanto que la nube se convirtió en puente.


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Si de verdad me leyeras, si de verdad comprendieras la esencia de mi ser... sabrías que estoy aprendiendo que hay palabras que no se deben decir... hay momentos en que se debe guardar el corazón en su cajita de perfumes hasta el próximo invierno. Son como esas cosas del cuidado de las plantas y del jardín que nos ayudan a mantener la fe en nuestros sentimientos.
Si mi espíritu no ha podido florecer aún en esta tierra, lo mudare de este cielo a cielos nuevos. A un lugar donde las nubes no sean de tormentas o silencios.

Hay muchos libros de silencios y hay muchos libros de sueños que aguardan en los estantes, quizás es hora de que los lea, o que los beba como el néctar que me ayude a sanar de tanta mala suerte en mi corazón y en mis ideas.

Mi alma espera en los arboles, algún día la encontraras. Pero si la recuerdas, dile de esas palabras mágicas y veras como se acerca.