jueves, 8 de abril de 2010

¿Que recuerdas?




De ese pasado de hierbas, y musgo.
De ese pasado de agua y desnudes.
De esa luz crepuscular que acaricia el vientre y los hombros.
De esa música de humedad.
¿Qué recuerdas?
Ahora… que estas recuperando sentidos.
Sensaciones.
Ahora que tienes de nuevo un cuerpo.
Y un corazón.
Recuerdas las primeras estrellas que parpadeaban en el lago y se convirtieron en peces.
Recuerdas los primeros silencios interrumpidos en risas que se convirtieron en sonidos.
Recuerdas el disco dorado latiendo fuego.
Recuerdo tu perfil.
Tu mano en el aire.
Tu voz ausente.
Algo de tu herida abierta.
De ese pasado de hierbas, y caballos blancos que corren sobre los cristales del viento.
De ese pasado de luz y oscuridad sobre los árboles que abrazan luces en el oeste.
¿Qué recuerdas?
A veces recuerdo la flor azul de la vida.
La flor blanca del alivio.
Los labios de la muerte terminando los ciclos.
El sonido del círculo que gira y anuncia el nuevo amanecer de nuestro espíritu.
El vértigo en la cima de nuestras emociones.
El abrazo profundo.
El cuerpo que vibra.
El cuerpo que arde.
El cuerpo que cubre y denuda las sensaciones calidas y frías.
A veces recuerdo los nidos de las aves.
Mi cabello blanco.
El jardín repleto de colores.
El jardín repleto de perfumes.
Mis manos entre los pétalos.
Mis manos jugando a ser peces en el agua.
A veces como un déjavu de mi deseo, o de mi necesidad de encontrarme.
Me reflejo a mí… la de antes en los cristales.
Me encuentro en la voz de la sombra.
En la voz de la luz.
En el suelo y en la altura.
¿Que recuerdas?
Recuerdas las aves que detenían el aire y el perfume, y detenían el tiempo en sus alas.
Recuerdas mis ojos latiendo el río de mis soledades.
Recuerdas tu cuerpo corriendo entre las montañas y los valles.
Recuerdas los lobos sedientos de nuestra carne, el demonio de la sombra persiguiendo nuestros pasos.
La fuerza de luz, dirigiendo nuestra energía al crepúsculo de todos los males.
A veces recuerdo una danza en el agua.
Una sensación de pies entre rocas resbalosas.
Un frío sobre los hombros y los brazos.
Una calidez de rayo sobre el rostro.
Una humedad de labio sobre la piel.
Un amanecer de perfumes sobre los árboles.

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Si de verdad me leyeras, si de verdad comprendieras la esencia de mi ser... sabrías que estoy aprendiendo que hay palabras que no se deben decir... hay momentos en que se debe guardar el corazón en su cajita de perfumes hasta el próximo invierno. Son como esas cosas del cuidado de las plantas y del jardín que nos ayudan a mantener la fe en nuestros sentimientos.
Si mi espíritu no ha podido florecer aún en esta tierra, lo mudare de este cielo a cielos nuevos. A un lugar donde las nubes no sean de tormentas o silencios.

Hay muchos libros de silencios y hay muchos libros de sueños que aguardan en los estantes, quizás es hora de que los lea, o que los beba como el néctar que me ayude a sanar de tanta mala suerte en mi corazón y en mis ideas.

Mi alma espera en los arboles, algún día la encontraras. Pero si la recuerdas, dile de esas palabras mágicas y veras como se acerca.