martes, 28 de junio de 2016

Siempre es tarde

Es tarde todo el tiempo, parece que es la única canción que saben los relojes. Una carencia de cielo delata el espejo de los ojos, y es justo ese lugar en donde veo la realidad que no quiero pero muestro a todos.
Los yuyos crecen y se enredan en el patio de tierra. Insectos laboriosos cuidan el futuro de su especie instintivamente, no importa que uno muera en el trayecto de reconocimiento del terreno o trepando las paredes, no hay suicidios, ni actos heroicos, sólo la supremacía del instinto, de la inteligencia transmitida por generaciones. Nada sé de ese universo pero lo contemplo agradecida, puedo presenciar la vida y la muerte, el tituveo del destino sobre nuestro tiempo, sobre mi sombra que se mueve y dialoga con la sombra de los árboles. He alcanzado esa quietud maravillosa, esa quietud que no inquieta, simplemente te sumerge o te lleva de viaje en las forma de las nubes y los árboles, en los dibujos del aire que trazan los pájaros.
Los yuyos no hablan conmigo yo no les intereso en lo absoluto, ni a ellos ni a los insectos, ni al patio, ni al árbol, tampoco a mi sombra, ni a la sombra de mis vecinos. Eso me tiene sin cuidado, me maravilla como la naturaleza se desinteresa a veces de nosotros y es que en realidad estamos justamente en el lugar indicado o completamente equivocado. Todo siempre depende desde donde se mire, lo han dicho tantas veces. Ahora es tarde, el insomnio es un vidrio que se rompe y al que intento contener con las manos, la realidad de un lado, el sueño es el resto del paisaje, quizás el patio y sus múltiples milagros diminutos cargando hojas, polen, y pequeños tesoros alimenticios a sus nidos, panales, colmenas, reinos de mundos subterráneos y ocultos.
Soy tan ajena a todos, el cartero acaba de tirar unas cuantas malas noticias ensuciando el paisaje con avisos de corte y otros misterios aburridos. Soy tan ajena de mi, trato de disminuir mi naturaleza, un lunar puede entrar en el hormiguero, un ojo puede subir a la colmena, mi lengua puede habitar un nido, mi corazón puede dormir en la corteza, entre grietas de madera y perfume de lluvia, mientras mi ser vuela en líneas imaginarias que despiertan sobre los cables de luz completando pentagramas con melodías que susurra el universo sobre el mundo.

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Si de verdad me leyeras, si de verdad comprendieras la esencia de mi ser... sabrías que estoy aprendiendo que hay palabras que no se deben decir... hay momentos en que se debe guardar el corazón en su cajita de perfumes hasta el próximo invierno. Son como esas cosas del cuidado de las plantas y del jardín que nos ayudan a mantener la fe en nuestros sentimientos.
Si mi espíritu no ha podido florecer aún en esta tierra, lo mudare de este cielo a cielos nuevos. A un lugar donde las nubes no sean de tormentas o silencios.

Hay muchos libros de silencios y hay muchos libros de sueños que aguardan en los estantes, quizás es hora de que los lea, o que los beba como el néctar que me ayude a sanar de tanta mala suerte en mi corazón y en mis ideas.

Mi alma espera en los arboles, algún día la encontraras. Pero si la recuerdas, dile de esas palabras mágicas y veras como se acerca.