Mi corazón se enredó en las ramas del saúco, intento volar y salió atropellando casas, transeúntes, dragones fantasmas y tu nombre que flotaba en todas, todas partes.
Gracias a Dios el saúco estuvo atento, y lo atrapo en el aire, como quien con sus manos vueltas ramas intenta matar una polilla, o cualquier insecto desagradable.
Veo la escena desde la vereda de casa mientras salgo al trabajo, no puedo creer, aún no he podido domesticar a ese estúpido ignorante. Me abre el pecho, me rompe el cuerpo y sale volando sin que le importe nada, sólo su latido libre, sólo los perfumes extraños de los aromillos en las calles, distantes vuelos de ángeles, invisibles criaturas que lo alientan a dejarme.
Gracias a Dios el saúco estuvo atento, y lo atrapo en el aire, como quien con sus manos vueltas ramas intenta matar una polilla, o cualquier insecto desagradable.
Veo la escena desde la vereda de casa mientras salgo al trabajo, no puedo creer, aún no he podido domesticar a ese estúpido ignorante. Me abre el pecho, me rompe el cuerpo y sale volando sin que le importe nada, sólo su latido libre, sólo los perfumes extraños de los aromillos en las calles, distantes vuelos de ángeles, invisibles criaturas que lo alientan a dejarme.
Sé que no merezco mi corazón, porque su latido es más fuerte que mis pensamientos, y todos los absurdos planes que intento sostener para los dos. Sé que no merezco mi corazón, no se cuidarlo y se me vuela, se desprende del mundo por vos.
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