lunes, 28 de diciembre de 2015

En la penumbra cotidiana

Creo que estoy llena de laberintos internos, en mi mente, en mi espíritu, en mi cuerpo. Llena de cerrojos, de puertas, de pasillos, de espejos, de ventanas, de pisos, y subsuelos, de sótanos y balcones e inevitablemente me pierdo, muy dentro mio, infinitamente en una de las vuelta de mis entrañas, detrás de mis pulmones, oculta si quieren debajo de mi corazón. No sé evitarlo, cuando se acercan no salgo corriendo, simplemente no estoy en la superficie de mi, pensarlo siquiera me parece absurdo, no estoy en la superficie de las cosas. Este espacio es sombrío, húmedo, y profundamente silencioso. Necesito la música, la luz, por eso necesito del exterior para ver grietas de luz, mínimas vibraciones sonoras, leves movimientos del suelo, humedad del cielo o de la tierra, recordar la vida de fuera. Pero me he vuelto una criatura salvaje en la penumbra cotidiana, de ninguna de las formas ordinarias llegaran a mi.

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Si de verdad me leyeras, si de verdad comprendieras la esencia de mi ser... sabrías que estoy aprendiendo que hay palabras que no se deben decir... hay momentos en que se debe guardar el corazón en su cajita de perfumes hasta el próximo invierno. Son como esas cosas del cuidado de las plantas y del jardín que nos ayudan a mantener la fe en nuestros sentimientos.
Si mi espíritu no ha podido florecer aún en esta tierra, lo mudare de este cielo a cielos nuevos. A un lugar donde las nubes no sean de tormentas o silencios.

Hay muchos libros de silencios y hay muchos libros de sueños que aguardan en los estantes, quizás es hora de que los lea, o que los beba como el néctar que me ayude a sanar de tanta mala suerte en mi corazón y en mis ideas.

Mi alma espera en los arboles, algún día la encontraras. Pero si la recuerdas, dile de esas palabras mágicas y veras como se acerca.