lunes, 28 de diciembre de 2015

Procurando llegar al día.

Debo confesar, sé de la tristeza y de sus fríos mantos para abrigar las noches, las horas liquidas que inundan mi interior convirtiéndome en una extraña criatura inestable.
Debo confesar, sé del dolor, de su forma penumbra, de sus garras metálicas corrompiendo la superficie de las cosas simples.
Pero también sé de la tibieza, de un sol recién nacido latiendo en el interior del universo igual que en el interior de mi corazón.

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Si de verdad me leyeras, si de verdad comprendieras la esencia de mi ser... sabrías que estoy aprendiendo que hay palabras que no se deben decir... hay momentos en que se debe guardar el corazón en su cajita de perfumes hasta el próximo invierno. Son como esas cosas del cuidado de las plantas y del jardín que nos ayudan a mantener la fe en nuestros sentimientos.
Si mi espíritu no ha podido florecer aún en esta tierra, lo mudare de este cielo a cielos nuevos. A un lugar donde las nubes no sean de tormentas o silencios.

Hay muchos libros de silencios y hay muchos libros de sueños que aguardan en los estantes, quizás es hora de que los lea, o que los beba como el néctar que me ayude a sanar de tanta mala suerte en mi corazón y en mis ideas.

Mi alma espera en los arboles, algún día la encontraras. Pero si la recuerdas, dile de esas palabras mágicas y veras como se acerca.