domingo, 21 de marzo de 2010

Sostenme




Mírame.

No era tan alta antes.

No lo soy ahora.

No era tan blanca ni tan buena.

No lo seré.

No soy la luz.

No soy el color.

No soy la sombra.


Hay un camino extraño de flores secas.

Entre mi pecho y mis piernas.


Hay una sombra gris de opacos rumores de ausencia.

Que laten paralelos a los sonidos de la tierra.


Pero mírame.

Directo a los sueños.

Mírame directo a las manos.

Mírame directo a los labios.


No me protejo de las flechas de luz.

No me protejo de las plumas de la magia.

No me protejo de los abrazos de perfumes.

No puedo defenderme de la lluvia de melodías

Que me dan tus miradas.


Sostenme un instante.

Antes de emprender este vuelo fantasma.

Nocturno repetido.

Gastado.

Aturdido.

Vuelo de angustias y soles.

Que se muerden sus fulgores.

Por dormirme en sus brazos.


Pero sostenme.

Escucha el color de mi boca entreabierta a la luna de la angustia.

Escucha la voz de la noche asomando desde mi cabello.

Hasta tus manos que son ramas, del otoño que preciso.


Sostenme en fuego.

Sostenme en aire.

Sostenme en besos.


Y abrázame desde la tibieza esperada.

Y abrázame… a mí, a todas las que soy desde la mañana.

A la que sueña, a la que vuela, a la llora, a la que canta.

A la que sonríe a mitad de un beso.


Y perfuma su sueño, con los benditos rasgos de tu cara.


Abrázame y me hundiré en tu pecho como una burbuja pálida.

Un poco fría, un poco tibia.

Un poco de luz para tu esternón y para tu mirada.


Abrázame y me acurrucare en tu cuerpo.

Y dejare que los días pasen.

Que la sombra me invoque con todos los nombres.

Que la noche me jale desde sus cuerdas mudas.

Que los fantasmas lloren por mí desde los estanques.

Que la suerte me grite cruces.

No estoy para el mundo.

Estoy suspendida en la ilusión de un abrazo.

Estoy sostenida desde un sueño profundo.

Mientras los ojos de la eternidad me observan.

Desandar el camino de luces trazando círculos.


Y buscare el rumor de mis propias manos abandonadas a tus manos.

Y sorberé mis labios detenidos en tus propios labios.

Y respirare mi cuerpo.

Desde tu cuerpo.

Estallare de mañana de perfumes.

Y no atenderé a los llamados del espectro de la calle

Ni a los motores muertos.


No hay mas silencio.

Ni más música.

No hay mas perfume.

No hay más sueños


Solo un brillo columpiándose en un árbol de aves azules.

Solo una luna besándose a si misma en un lago.

Solo el sol mordiendo sus fulgores por dormirme en sus brazos.


Sostenme y seré el agua.

Sostenme y seré el regreso.

Del espíritu olvidado en el regazo de los sueños que creímos muertos.

Sostenme y seré la mañana.

Sostenme y seré el cielo.

La liquida intuición del encuentro.

La Áurea ilusión del beso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Si de verdad me leyeras, si de verdad comprendieras la esencia de mi ser... sabrías que estoy aprendiendo que hay palabras que no se deben decir... hay momentos en que se debe guardar el corazón en su cajita de perfumes hasta el próximo invierno. Son como esas cosas del cuidado de las plantas y del jardín que nos ayudan a mantener la fe en nuestros sentimientos.
Si mi espíritu no ha podido florecer aún en esta tierra, lo mudare de este cielo a cielos nuevos. A un lugar donde las nubes no sean de tormentas o silencios.

Hay muchos libros de silencios y hay muchos libros de sueños que aguardan en los estantes, quizás es hora de que los lea, o que los beba como el néctar que me ayude a sanar de tanta mala suerte en mi corazón y en mis ideas.

Mi alma espera en los arboles, algún día la encontraras. Pero si la recuerdas, dile de esas palabras mágicas y veras como se acerca.