viernes, 5 de marzo de 2010

Después de cada sueño.


Que fluya la sangre.

Y que de una vez arda, arda y salpique ese fuego.

Este volcán que es mi cuerpo desdoblándose en llamas.


Parezco un retazo de la noche muriendo.

Parezco el sol amaneciendo cuando despierto.


Cuando bajo los pies de la cama.

Siento las primeras explosiones.

Las planta de mis pies en tierra.

Soy el rayo.

Mi cuerpo es una nube, mis pies son el rayo.

Disparando mi energía al suelo.


Bostezo.


Mis abrazos abren el aire.

Mis cabellos levantan su perfume.


Sonrío.


Un día más.

En algún lugar del universo.

Me ves sonreír.

Me ves despertar.


Por que despierto mi energía desde la primera hora de la mañana.


Y no camino, bailo con los pies disparando energía en la tierra.


Y no hablo, voy gimiendo, voy cantando.

Y despertando mis sonidos al hablar.

Y no miro, ilumino.

Con mis ojos castaños de naturaleza fresca, todos los rincones que observo.


Mis manos… aves de mis brazos.

Enjuagan mi rostro en el agua.

Huelo el agua, saboreo su frescura antes de que toque mi cara.


Respiro.


Mi piel se electrifica.

Se despiertan mis poros.

La temperatura del hambiente el frío del agua.

Despierta mi piel.


Camino casi desnuda.

Me acerco a la ducha.

Despierto esa lluvia casi metálica, de hilos cristalinos

Y me envuelvo.

Y respiro.

Y me despierto en cada poro.

Mientras me seco.


Estoy sobre mi piel.

Únicamente sobre mi piel.

La toalla alivia a mi espíritu.

Cada roce es caricia.


Me visto.

Disfruto las telas en mi cuerpo.

Los géneros claros.

Acompañan mi color y mi aroma.


Sonrío.


La luz inunda mi cuerpo.

Mi casa.

Mi templo que es mi alma.


Salgo.


Sonrío.

A los que conozco.

Y a los desconocidos.


Me ves desde tu rincón del universo.

Despiertas y haces lo mismo.


Nos encontráremos en una mirada en la calle.

Dos frescos, desconocidos.

Perfumados desconocidos.

Que disparamos energía al suelo.

Cuando paramos el vuelo que mantenemos dormidos.

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Si de verdad me leyeras, si de verdad comprendieras la esencia de mi ser... sabrías que estoy aprendiendo que hay palabras que no se deben decir... hay momentos en que se debe guardar el corazón en su cajita de perfumes hasta el próximo invierno. Son como esas cosas del cuidado de las plantas y del jardín que nos ayudan a mantener la fe en nuestros sentimientos.
Si mi espíritu no ha podido florecer aún en esta tierra, lo mudare de este cielo a cielos nuevos. A un lugar donde las nubes no sean de tormentas o silencios.

Hay muchos libros de silencios y hay muchos libros de sueños que aguardan en los estantes, quizás es hora de que los lea, o que los beba como el néctar que me ayude a sanar de tanta mala suerte en mi corazón y en mis ideas.

Mi alma espera en los arboles, algún día la encontraras. Pero si la recuerdas, dile de esas palabras mágicas y veras como se acerca.