miércoles, 3 de marzo de 2010

Esconderme de mi.

No depende

No depende de ti mi inseguridad.

Ni depende la distancia.

Ni el brillo del sol.

Ni la caricia de la mañana en las cortinas de la cocina.

Desatando su perfume.

No depende de mí.

ni puedo contenerlo con las manos.

La bomba de luceros que no llegan al cielo.

La bomba de silencios.

Que se acurrucan en mis labios.

Cuando no puedo decir lo que quiero.

Y la sombra es la voluntad del miedo.

Apareciendo en líneas de expresión sobre mi rostro.

Y la soledad me besa a diario.

Mientras camino al trabajo.

Y junto a mí en el tren mientras pienso en la muerte y otras tonterías.

Y junto a mi se sienta este anciano de la duda.

Pero no depende de ti, ni de mí.

En el fondo somos mortales.

Y desatan estas incomodas sensaciones diarias.

Y no depende de ti la enfermedad.

No depende de ti mi fracaso.

No depende de mí el brillo de la luna.

Ni esa calle desnuda de hojas verdes.

Ni esa flor muerta de aromas.

No depende de tus silencios esta melodía de final.

Ni la angustia que devora las entrañas paso a paso.

Mientras llega la noche.

Y cuando me siento en un sofá a pensar.

En ese punto entre la pared y mi mirada.

Se me va.

Se me va el día.

Se me va la sonrisa.

Se va mi perro a otro lugar.

No me acompaña cuando tengo esta energía.

De no querer estar.

De querer esconderme de mi misma.

Para no volverme a encontrar.

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Si de verdad me leyeras, si de verdad comprendieras la esencia de mi ser... sabrías que estoy aprendiendo que hay palabras que no se deben decir... hay momentos en que se debe guardar el corazón en su cajita de perfumes hasta el próximo invierno. Son como esas cosas del cuidado de las plantas y del jardín que nos ayudan a mantener la fe en nuestros sentimientos.
Si mi espíritu no ha podido florecer aún en esta tierra, lo mudare de este cielo a cielos nuevos. A un lugar donde las nubes no sean de tormentas o silencios.

Hay muchos libros de silencios y hay muchos libros de sueños que aguardan en los estantes, quizás es hora de que los lea, o que los beba como el néctar que me ayude a sanar de tanta mala suerte en mi corazón y en mis ideas.

Mi alma espera en los arboles, algún día la encontraras. Pero si la recuerdas, dile de esas palabras mágicas y veras como se acerca.