lunes, 8 de marzo de 2010

Parpadeo con lo que me queda de alma.

Mi corazón también desanda camino de cavernas, y escribe sobre paredes oscuras.

Y su sangre de luna tibia se desmiembra y se convierte en sonrisa de dolor y en sonrisa fingida.

En sonrisa que oculta temor y angustia.

A veces las letras nos visten, no asisten y nos atan.

No dan alas, o nos dan yagas.

Nos dan sabores de flores entre los pistilos de nuestro sueño.

De nuestra esperanza.

A veces me conformo con ser fruta. Y aguardar a que me muerdas, me consumas. Y nunca me avergüenzo de mis palabras.

Desde que recuerdo me vestí de piel y de luz, y no me gusta sumar las estrofas que acerco. Rimo, desarmo, o desmayo sobre una pagina, sobre una mesa, sobre una cama.

Y desde mi se disparan, nacen, o se abren mas perfumes y colores. Anticipados desde tus palabras.

El olvido, el descuido, la memoria en una mano.

El recuredo, escrito en simbolos extraños, sobre la memoria de mi alma.

No me aflijo, ni me inclino ante los muro, flexiono las piernas y los salto.

Me arrojo a la tierra perfumada y liquida, a esperar el próximo ciclo de lunas.

En que me devuelvan al espíritu, el otro espíritu que espero y el cuerpo para el cuerpo, que ahora habla.

Desde que empecé a sangrar tinta, me llene de manchas, me llene de rayas, y soy todos los animales de la selva, del bosque y la montaña.

Y soy todas las flores y todas las plantas.

Soy la luna, en este cielo, que se acerque a leer sobre las letras que te visten y también oigo con mis ojos, y parpadeo con lo que me queda de alma.


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Si de verdad me leyeras, si de verdad comprendieras la esencia de mi ser... sabrías que estoy aprendiendo que hay palabras que no se deben decir... hay momentos en que se debe guardar el corazón en su cajita de perfumes hasta el próximo invierno. Son como esas cosas del cuidado de las plantas y del jardín que nos ayudan a mantener la fe en nuestros sentimientos.
Si mi espíritu no ha podido florecer aún en esta tierra, lo mudare de este cielo a cielos nuevos. A un lugar donde las nubes no sean de tormentas o silencios.

Hay muchos libros de silencios y hay muchos libros de sueños que aguardan en los estantes, quizás es hora de que los lea, o que los beba como el néctar que me ayude a sanar de tanta mala suerte en mi corazón y en mis ideas.

Mi alma espera en los arboles, algún día la encontraras. Pero si la recuerdas, dile de esas palabras mágicas y veras como se acerca.