viernes, 12 de marzo de 2010

Naufragar en mi sueño.









Naufragar no es tan peligroso.

Si cuando mas perdidos estamos.

Las olas nos conducen a las orillas del sueño.

Del más extraño de los sueños.


Sueños de molinos que se despegan del suelo,

Y vuelan desprendidos.

A cada giro, color.

A cada giro, dos voces.

Mi corazón, y mi cuerpo.

Cantan entre las mismas cuerdas.

Mezcladas entre las ramas de un árbol.

Completamente azul.


Y las piedras de la orilla,

Son caparazones de tortugas.

Que cansadas de jugar.

En el aire y en la tierra.

Se durmieron un par de siglos.

Creo que mi espíritu durmió con ellas.

Antes de llegar a esta orilla.


El agua nos reinventa.

El sonido de nuestra voz bajo el agua.

Es un claro en medio de una tormenta.

De oscuras guerras.


El asfalto de la calle.

Se vuelve tierra.

Y las veredas.

Se convierten en puentes inquietos.

Que nos conducen a un lado y otro del planeta.


Las olas nos conducen a las orillas del sueño.

De caramelos sin envoltura.

Que llegan volando a nuestras bocas.

De pelícanos transparentes.

De serpientes violetas.

De escarabajos dorados.

Que duermen colgados de los árboles.

Entre los pequeños monos amarillos.

Que hacen girar con sus saltos a esta esfera.

Sueños de cielos verdes de agua.

De estrellas amarillas limones.

De voces que susurran a la mañana.

Sobre los oídos del amor y de toda las cosas.


Frente al portal de mi propia vida.

Me detengo y te observo.

Mi cuerpo es mi templo.

Un templo para este espíritu de perfumes y flores

Que alimenta las estrellas.


Naufragar no es tan peligroso.

Si nos entregamos al océano de los soles.

Que entibian los sueños.

Las olas nos dejaran a orillas de nuestros propios deseos.

Entre juegos de mariposas amarillas y naranjas.

Que recortan en triángulos pequeños.

El cielo con sus aleteos.


Naufragar en mi sueño.

Y tener tantas imágenes.

Tantas, y tan locas.

De noche y de madrugada.

Es bueno.

Si antes de despertar.

Entre la confusión de seres mágicos


Te encuentro.




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Si de verdad me leyeras, si de verdad comprendieras la esencia de mi ser... sabrías que estoy aprendiendo que hay palabras que no se deben decir... hay momentos en que se debe guardar el corazón en su cajita de perfumes hasta el próximo invierno. Son como esas cosas del cuidado de las plantas y del jardín que nos ayudan a mantener la fe en nuestros sentimientos.
Si mi espíritu no ha podido florecer aún en esta tierra, lo mudare de este cielo a cielos nuevos. A un lugar donde las nubes no sean de tormentas o silencios.

Hay muchos libros de silencios y hay muchos libros de sueños que aguardan en los estantes, quizás es hora de que los lea, o que los beba como el néctar que me ayude a sanar de tanta mala suerte en mi corazón y en mis ideas.

Mi alma espera en los arboles, algún día la encontraras. Pero si la recuerdas, dile de esas palabras mágicas y veras como se acerca.