jueves, 11 de marzo de 2010

Porque sabe a piedra en el Zapato






Fina angustia.

Como un hilo de brillos.

Que envuelve y sujeta a la pena.


Voy meciendo mi vida.

De un lado a otro de las orillas.


Se ríe el destino.

Me abraza.

Y se sonríe.

Es lo que te toca, me dicen sus ojos.

Es lo que te toca le dice mi boca.


Si me alejo te acercas, es culpa de los polos.


Es culpa de los osos.

Es culpa de los lobos.

Es culpa del lago transparente.

Es culpa de todos.


Es culpa de la lluvia que se convierte en cortina sobre el rostro

Que se convierte en razón para los ojos.

Que se convierte en espíritu para algunas ciudades.

Donde la música sabe a tango y el amor sabe a piedra en el zapato.

Que cada que quieres avanzar te toca, te hiere, te sonríes, y te detienes... a veces.

¿Pero te sacas esa piedra del zapato a mitad de la vereda?

¿O vas caminando medio herido?, ¿sosteniendo ese dolor que nadie ve?


Y que tú sabes.

Donde amanece.

Donde oscurece.

Donde alguien ofrece lamer tus heridas.


Entraron ahora... en un parto de sueños, tus bolsillos heridos.


Voy meciendo mi vida, de las cuerdas, de mi frente.

Al cielo.

Las nubes suspiran sobre mi rostro, y recibo la brisa de perfumes.

Lejanos.


Canela y sonrisa.

Un caramelo que es un deseo.

Entre mis dedos.


Me detengo en el camino.


Busco a un desconocido.


Lo miro.


Recorro su rostro.


Y en la frente hago un círculo con mi dedo.


Suspiro sobre su rostro.


-Podrías ser tú.

-Podría ser yo.

-Pero en realidad aquellos, que somos, son algo distinto.


Sigo mi camino.


Y me van siguiendo los desconocidos,

A los que llene de círculos el rostro.

Los siento llamarme.

Sin darme vuelta sonrío.

Las cuerdas jalan de mi frente.

Al otro circulo infinito.


Algo mas allá, de los príncipes y de sus castillos.


Lenguaje de silencio, se construye con miradas.

Como adorar, un dios que no existe.

A que templo llevar estas flores.

De la melancolía.

Este hilo aun me sujeta a mi mundo.

Y a otras tonterías.


Cantando a la par de la luna.

Aleteando con fuerza para no caer de la altura.

Desde la comisura de los labios de la esfera.

Jalan los hilos de la sonrisa.


Amanece.


Caigo en picada.

Me sonrío.

Desde las esquinitas de mi sueño.

Jala un hilo de la rutina.

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Si de verdad me leyeras, si de verdad comprendieras la esencia de mi ser... sabrías que estoy aprendiendo que hay palabras que no se deben decir... hay momentos en que se debe guardar el corazón en su cajita de perfumes hasta el próximo invierno. Son como esas cosas del cuidado de las plantas y del jardín que nos ayudan a mantener la fe en nuestros sentimientos.
Si mi espíritu no ha podido florecer aún en esta tierra, lo mudare de este cielo a cielos nuevos. A un lugar donde las nubes no sean de tormentas o silencios.

Hay muchos libros de silencios y hay muchos libros de sueños que aguardan en los estantes, quizás es hora de que los lea, o que los beba como el néctar que me ayude a sanar de tanta mala suerte en mi corazón y en mis ideas.

Mi alma espera en los arboles, algún día la encontraras. Pero si la recuerdas, dile de esas palabras mágicas y veras como se acerca.