martes, 9 de marzo de 2010

Carta para un sueño.




Amarga es la noche que durmió en el llanto.

Hay que despertarla con melodías de cajas de música.

… y que una bailarina cobre vida en sus cristales.

Y salte en sus transparencias sobre tu almohada.

Sobre mi almohada.

Tengo estas flores azules y blancas

En un jarrón muy pequeño, sobre el mantel de casa.

Eh arreglado las plantas del jardín.

Limpie la mala hierba, que amenazaba mis plantas aromáticas.

Y tome medidas con las hormigas que se comen los rosales.

Ayer con mi madre.

Vimos que nació una planta nueva de la rosa roja.

Y que la rosa blanca ahora tiene manchitas rosadas

Teñida por la tinta de los otros rosales.

Con mi madre nos reímos.

Miramos los pétalos de esa flor blanca con ternura.

El perfume de la sencillez.

Inunda mi casa.

Hay dolores y silencios.

Y hay perfumes de tristeza.

Los abrigamos con miradas.

Cuando salgo a caminar.

Mi sombra va jugando de un lado al otro de mi cuerpo.

Es por que aun no he aprendido a caminar correctamente por las veredas.

Y cada baldosa es un territorio nuevo, que salto o brinco.

O por donde arrastro mis pies, si me toca una mañana de penas.

Los dolores y los amores, van bien con los duraznos en almíbar.

Un amigo los come con un poco de crema.

A mi me gusta mirarlos, olerlos.

Y regalar frutillas.

El absurdo es parte de mi juego.

Es lo que sostiene mi poesía.

Eso y tu recuerdo.



Esto era la carta de un sueño.

Pero solo voy a decir las posdata, el resto esta en el aire

En el perfume y los colores.

El resto esta en la luz.

En la flor más cercana a tu casa.

En el ave más cercana a tu ventana.

En la tierra más cercana a tus pies.

En la canción más cercana a tu alma.

En el recuerdo más fresco de ese sueño.

Que soñaste alguna vez.


Y si esto va de la posdata,

Aunque “eso”

Creo que en otro poema… te lo dije también.



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Si de verdad me leyeras, si de verdad comprendieras la esencia de mi ser... sabrías que estoy aprendiendo que hay palabras que no se deben decir... hay momentos en que se debe guardar el corazón en su cajita de perfumes hasta el próximo invierno. Son como esas cosas del cuidado de las plantas y del jardín que nos ayudan a mantener la fe en nuestros sentimientos.
Si mi espíritu no ha podido florecer aún en esta tierra, lo mudare de este cielo a cielos nuevos. A un lugar donde las nubes no sean de tormentas o silencios.

Hay muchos libros de silencios y hay muchos libros de sueños que aguardan en los estantes, quizás es hora de que los lea, o que los beba como el néctar que me ayude a sanar de tanta mala suerte en mi corazón y en mis ideas.

Mi alma espera en los arboles, algún día la encontraras. Pero si la recuerdas, dile de esas palabras mágicas y veras como se acerca.