martes, 9 de marzo de 2010

Exilio del hada o... sueño

El hada intenta.

Dejar de mirar la ventana.

Da vueltas por los pasillos de su mundo que es su casa.

Pero debería ser aquel pecho.

Aquel esternón.

Aquel corazón que late versos.


Y a esta hora en que debe dormir,


Recuerda.


Que el poeta dijo… que malgastaba versos.

En las hadas consentidas.


¿Quienes serian a aquellas?


Ella no lo era.


¿O lo era?


Y si lo era…


¿Quien la consentía?


Porque desde la soledad de su hueco de perfumes de cedrones

Y flores amarillas y jazmines frescos.

No había sombras ni luces,

Ni de poetas ni de magos que consientan a las hadas.


Y si de musas se trata...


¿Con que alimenta ahora ella sus versos?


¿Lo alimenta solo de frutas y fantasmas?


¿Se abandona a las sombras de su pecho?,

Que no es su casa.

Porque desde hace un tiempo… fue ocupado por un mago.


Solo la consiente la luna.

Que le da ternura ver al hada mirar por la ventana.

Acercarse al teclado, y tratar de hacer puentes con las palabras.


Solo la consiente la luna.

Que la baña con su hermosura de plata.


1 comentario:

  1. Protesta el hada.
    Por un adjetivo.
    Mientras sigue escribiendo.
    Versos como si nada.
    Consentida.
    De palabra.
    De versos de poetas.
    Que intentan encontrar la manera.
    De acercarse a su esfera.
    Y ella sigue jugando y bailando.
    Entre cedrones y flores amarillas.
    Tomando mates.
    Que nunca comparte.
    Con los magos del otro lado.
    De aparte.
    Si acaso juega a las escondidas.
    Con los Fiacos...Menuda pesadilla!!
    Juegos hechos de versos.
    Poblando de imágenes los charcos.
    Provocando espanto.
    En los magos que se asoman.
    Y pierden el cuerpo.
    Mientras ella sigue jugando y riendo.
    Provocando un derroche de espíritus.
    Consentida.
    Aquí lo repito.
    Pero bajito.
    No vaya a ser que se despierte.
    Algún gigante valiente.
    Por si acaso.
    Voy llenando mi vaso.
    De nuevos conjuros.
    Que son mis escudos.
    Y con descaro.
    Te canto:
    Lero, lero, lero, lero.........

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Si de verdad me leyeras, si de verdad comprendieras la esencia de mi ser... sabrías que estoy aprendiendo que hay palabras que no se deben decir... hay momentos en que se debe guardar el corazón en su cajita de perfumes hasta el próximo invierno. Son como esas cosas del cuidado de las plantas y del jardín que nos ayudan a mantener la fe en nuestros sentimientos.
Si mi espíritu no ha podido florecer aún en esta tierra, lo mudare de este cielo a cielos nuevos. A un lugar donde las nubes no sean de tormentas o silencios.

Hay muchos libros de silencios y hay muchos libros de sueños que aguardan en los estantes, quizás es hora de que los lea, o que los beba como el néctar que me ayude a sanar de tanta mala suerte en mi corazón y en mis ideas.

Mi alma espera en los arboles, algún día la encontraras. Pero si la recuerdas, dile de esas palabras mágicas y veras como se acerca.