martes, 31 de mayo de 2011

Grita

No te calles nunca, los desiertos necesitan de los truenos de tu voz para engendran en su cielo la nueva lluvia, aunque todos terminemos destrozados después de tu tormenta
No te calles nunca, necesito convencerme, tener la fiel certeza, de que eres así, que no es un sueño
Grita, grita hasta que me despierte de este sueño que es creer que aun me puedes, que aun me vences, que aun los susurros de mi interior tiemblan en tus manos
Grita, demuestra el filo de tu voz, cortando los colores de los destellos del aire
Sorprende a la noche que jamás vio sobre su cuerpo un vestido tan oscuro como el desamor de tus palabras
Grita, hazme pedazos, desgarra los tules en los que ocultaron mi alma, para que ya “nunca” sea la autentica palabra, para que se pierda tu nombre en los laberintos de mis miedos, y ya no puedas lastimarme
Grita, rompe el cielo de mi cuerpo, desvísteme del amor con que me habías cubierto, dame otra vez la mortalidad de no pertenecer a tus labios, y déjame caer al infierno desde el suelo muerto, desde el suelo seco, porque no hay más dolor que el dolor de tus truenos, convirtiéndose en acero sobre la piel de mis miedos, desgarrándome el silencio, convirtiéndose en tormenta, para consumirme, noche a noche, como su víctima frecuente.

Grita, rompe, amenaza, gruñe sobre mis ojos, devora mi silencio, grita, grita, quiero convencerme, de que no volverá la música a este desierto, que la lluvia solo vendrá con truenos y con piedras, que el amor es el dolor más  temible que visito mi cuerpo, y ahora solo quiero dormir para siempre.

Dramatizo? Si... Porque me quitaste el sueño de novela romántica, y me sumergiste en un film irónico y sangriento.

1 comentario:

  1. un filme negro, que no obstante, estalla de claridad y empequeñece no al grito, sino al silencio, no a quien lo dice sino la voz, y la voz que pretende ser negra a fuerza de dramatismo se vuelca en laberintos en que la luz se hace sinuosa y muy fría.

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Si de verdad me leyeras, si de verdad comprendieras la esencia de mi ser... sabrías que estoy aprendiendo que hay palabras que no se deben decir... hay momentos en que se debe guardar el corazón en su cajita de perfumes hasta el próximo invierno. Son como esas cosas del cuidado de las plantas y del jardín que nos ayudan a mantener la fe en nuestros sentimientos.
Si mi espíritu no ha podido florecer aún en esta tierra, lo mudare de este cielo a cielos nuevos. A un lugar donde las nubes no sean de tormentas o silencios.

Hay muchos libros de silencios y hay muchos libros de sueños que aguardan en los estantes, quizás es hora de que los lea, o que los beba como el néctar que me ayude a sanar de tanta mala suerte en mi corazón y en mis ideas.

Mi alma espera en los arboles, algún día la encontraras. Pero si la recuerdas, dile de esas palabras mágicas y veras como se acerca.