miércoles, 3 de febrero de 2010

Yo me sacudiré este pesimismo

Vuela,
arrópate en la altura.
Suave espejismo.
Sueño amarillo.


A veces solo puedo invocar tu nombre.
No alcanzo con mis ojos a ver tus ojos lejanos.

Hay un mundo delante, con sus oscuros muros.
Y camino en dirección, de esta necesidad de encontrarte
Y me choco con todos.
A veces caigo, mis rodillas heridas en el piso.
Las palmas de mis manos sucias en el barro.
Y no se si dejar de mirarlas.
O buscar de nuevo esa energía tras los muros.

Casi no puedo pero me levanto, primero camino lento.
Mi sombra se niega a estos pasos.
Mi ser ya esta tirando de mi, allá del otro lado.


Vuela acurrúcate en la luz de este nuevo día.
Sueña conejos que saltan al compás de esta música.

Y un flamenco azul, traerá los mensajes de tu risa.
Y una garza mora, traerá tus sonidos entre sus plumas.


A veces solo puedo invocar tu nombre.
No alcanzo con mis ojos, a ver tus ojos tan lejanos.

Un mundo delante impone sus muros sucios.
Y camino sonámbula de dolores, de heridas que florecen en la mañana.

Y me caigo en todos los charquitos
Las canicas de mis bolsillos se desparraman.
Los peces de mi pecho se escapan y vuelan
A encontrarse contigo.
Mi ángel de la guarda ya no me cuida, prefiere dormir en tu cama.


Y voy sangrando heridas que no recordaba.
Sangrando heridas desde la primer hora en que tu soñabas,

Este mundo sucio interpone un muro entre nuestras miradas.


Y donde cuelgo estos dolores.
Donde los oculto
No hay alfombra suficiente para dolores tan profundos.


Y vendrás los colibríes a traerme esperanza.
Pero cuando estén cerca mío percibirán tu aroma en la distancia
Y me abandonaran también por tus ojos, me abandonaran en este charco
De fallas.


Vuela, abrígate en la nube soleada de la mañana.
Sube por el puente onírico, llega hasta esa casa.
Calienta el agua para el té de menta, limón y cáscaras de naranjas.

Yo me sacudiré este pesimismo. Que me dejo la noche.
Y entrare por tu ventana.

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Si de verdad me leyeras, si de verdad comprendieras la esencia de mi ser... sabrías que estoy aprendiendo que hay palabras que no se deben decir... hay momentos en que se debe guardar el corazón en su cajita de perfumes hasta el próximo invierno. Son como esas cosas del cuidado de las plantas y del jardín que nos ayudan a mantener la fe en nuestros sentimientos.
Si mi espíritu no ha podido florecer aún en esta tierra, lo mudare de este cielo a cielos nuevos. A un lugar donde las nubes no sean de tormentas o silencios.

Hay muchos libros de silencios y hay muchos libros de sueños que aguardan en los estantes, quizás es hora de que los lea, o que los beba como el néctar que me ayude a sanar de tanta mala suerte en mi corazón y en mis ideas.

Mi alma espera en los arboles, algún día la encontraras. Pero si la recuerdas, dile de esas palabras mágicas y veras como se acerca.