jueves, 11 de febrero de 2010

Sobre Iva, Señora de las Distancias.


Si estas distraído puedes pasar frente a ella sin advertirla, Quizas esa es su primer característica, su principal secreto.


Ella esta allí, desde donde estamos con la vista en el horizonte, a la altura de nuestros propios ojos, solo parece ser dos palmeras muy delgadas con rayas, verdes oscuras, verdes clara, amarillas, blancas muy finitas, y luego nuevamente amarillo, naranja claro, naranja oscuro, rojo, y nuevamente esa línea finita delgada, nuevamente verde oscuro, verde claro, amarillo y blanco y esa secuencia se sigue así desde donde empieza el piso hasta arriba cerca de la altura del horizonte, y mas arriba después de aquel reflejo de esa nube, y mas arriba.

Solo podemos ver las rayas que rodean esta especie de palmeras, solo podemos ver los dos troncos rayados paralelos.

A veces un tronco se mueve y se cruza sobre el otro.

A veces se balancea,

A veces se mueven, el de la izquierda se adelanta, luego se afirma otra vez en tierra, luego el de la derecha y así. Hasta encontrar comodidad en algún retazo de tierra.

Iva no es solo esas dos patas rayadas infinitas. Yo siempre lo supe.

Una vez en verano, cuando llegaba ya la tarde-noche, me senté a la orilla del lago, Tunan, lago de círculos celestes, y rosados. A ver las patas de Iva del otro lado. Y a imaginar como seria el resto de su cuerpo, seria con plumas, con escamas, con pelo. Sus patas no tenían dedos eran como los vasos de los caballos pero completamente circular, no en media luna como aquel cuadrúpedo. Los de Iva eran como las patas de esas sillas plásticas que tienen esos protectores para no dañar el suelo.

Yo me quedaba horas imaginando como era su cuerpo. Como eran sus manos o sus alas o sus garras. Me llamaba la atención que nadie se preguntara lo mismo. Además había veces que solo se veía una de sus patas, y la otra no aparecía durante días.

Yo pensaba donde estaría, quien estaría viendo esa pata.


Una de esas tardes-noches de verano en que estuve horas mirando, me acerque tanto como pude, y como todos lo hicieron alguna vez toque esas patas, pellizque golpee levemente, y nada ningún movimiento ninguna expresión de que estaría sintiendo lo que yo le hacia, pensé, y si en lugar de un animal o una persona es una planta.


Nada respondía mis preguntas además había una sola pata rayada la otra no se veía ni por izquierda, ni por derecha. De repente entre medio de mis preguntas se escucho un sonido de aire en moviendo sonido de viento claro, pero muy lejano, muy lejano y me obligo a buscar con el rostro desde que sector provenía ese sonido, mire nuevamente izquierda derecha y nada. Hasta que mi vista fue al cielo en diagonal y hacia la derecha y ahí vi. Abrirse levente las nubes como un gran tajo, y decender la pata de Iva que faltaba.

Esa pata estaba húmeda. Y traía consigo impregnada algas caracoles, cangrejitos.

Me di cuenta inmediatamente, esa pata estaba en algún lugar marino, en algún lugar muy lejano.

Eso me daba la idea de la proporción de esas patas, y de la proporción de Iva.

Empecé a limpiar lo que pude de la pata de Iva saque las algas los caracoles, fui hasta mi casa traje un balde, una esponja y comencé a lavar y limpiar cuidadosamente. Luego necesité una escalera, y la apoye sobre la misma pata, y seguí limpiando no llegaba mas arriba, fui por una vara ate mi sepillo de lavar y seguí limpiando mas arriba hasta donde ya no se veía.

Cuando me canse ya era de noche. Y estaba muy cansada,

Lleve las cosas como pude hasta mi casa y regrese al lago, y me sumergí en el refrescándome. Flotando boca arriba mientras miraba las patas de Iva que ahora estaban cruzadas, me encantaban esas rayas.

Mientras estaba así en el agua, sentí ese mismo viento que sentí antes cuando la pata de Iva regreso con esas algas y caracoles, y vi. Como un rostro de mujer inmenso se asomaba entre las nubes un rostro de mujer muy delgada, con unos dibujitos de círculos alrededor de los ojos y sobre la frente, y unos cabellos en los mismos colores de las rayas.

Esa mujer era Iva sonriente, me miro sonrío. Miro alrededor, como una persona que espía debajo del agua esa sensacion me dio ver a Iva asomarse entre las nubes, me dio la idea de que yo estaba sumergida y de que ella estaba en la superficie observando y que para poder verme mejor tuvo que meter la cabeza dentro del agua, el rostro de Iva copaba casi todo el cielo, y apenas veía parte de su rostro y su cabellos que caían en dirección de donde me miraba a mi, sin dejar de sonreír, me dijo con una vos de aire g r a c i a s. así de pausado se oía la vos de Iva. Una voz de pausas y silencio pero que se entendía. Me miro pestaño con una lentitud increíble. Yo la observaba y tenía en mi mente tantas preguntas pero solo la mire y le devolví la sonrisa.

Iva me observo y me dijo: “quieres pasear esta noche conmigo, volveremos antes de que llegue la mañana” antes sus palabras Salí inmediatamente del agua, me seque como pude y le dije si con la cabeza, ya ni use palabras. Iva izo decender su mano inmensa con dedos igual que sus patas en todos los colores, y me elevo por sobre la línea de horizonte por sobre las nubes y mas, mas, mas arriba. Mientras subía pude ver su cuerpo, todo en rayas, vi. Que una hamaca pendía del cielo e Iva estaba sentada en ella, por eso a veces solo se vea una pata. Me dijo que ese día su pata derecha vino del oceano. estaba midiendo un paso me dijo, y calcule cuantas veces debo pisar el oceano para llegar del otro lado. Le pregunte cuantas, y me dijo: “ninguna en realidad pise el oceano por que quería saber que se sentía pisar el agua”, así que esa noche me llevo del otro lado del mundo, solo de un paso. Fue extraño por que no sentí que el paso fuera un paso largo, era también como hamacarse cuando te haces para atrás estas de un lado y cuando te haces para adelante estas del otro.


Iva era una mujer muy bella y muy solitaria esa noche nos hicimos amigas y me contó que ella podía hablar con las estrellas desde donde estaba si se paraba firme, y podía hablarles mirándoles a la cara.

Yo le conté todo de mi vida, aunque ella supiera mas por que siempre estaba presenciando todo desde la distancia. Le conté que del otro lado del mundo tenia un amigo, que se estaba dejando crecer la barba, y que hasta que eso pasara y se convirtiera en mago, podrían pasar años y cuentos de espera. Iva se sonrío y me dijo que esa historia ya estaba escrita por el mismo ser que a ella le había regalado la hamaca, y que ella desde su lugar presenciaba, la ida y vuelta de mensajes que mi amigo y yo nos dábamos,


“Si ustedes dos quieren, les enseño donde están los verdaderos campos de limón, después de la línea de horizonte y mas allá del alba, pero después deben regresar cada uno a sus lugares a seguir escribiendo magia” me lo dijo tiernamente entre sus sonidos y sus pausas.

Iva era un puente entre dos mundos, y también un puente de esperanza. Era testigo, era dulce, y era Señora de las Distancias.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Si de verdad me leyeras, si de verdad comprendieras la esencia de mi ser... sabrías que estoy aprendiendo que hay palabras que no se deben decir... hay momentos en que se debe guardar el corazón en su cajita de perfumes hasta el próximo invierno. Son como esas cosas del cuidado de las plantas y del jardín que nos ayudan a mantener la fe en nuestros sentimientos.
Si mi espíritu no ha podido florecer aún en esta tierra, lo mudare de este cielo a cielos nuevos. A un lugar donde las nubes no sean de tormentas o silencios.

Hay muchos libros de silencios y hay muchos libros de sueños que aguardan en los estantes, quizás es hora de que los lea, o que los beba como el néctar que me ayude a sanar de tanta mala suerte en mi corazón y en mis ideas.

Mi alma espera en los arboles, algún día la encontraras. Pero si la recuerdas, dile de esas palabras mágicas y veras como se acerca.