viernes, 19 de febrero de 2010

En esa caja amarilla.


Para quiero estas piernas, aunque camine distancias infinitas

Ya no me puedo encontrar.

Debajo de un árbol,

De un viejo árbol incendiado,

A penas unos troncos secos,

Quemados.

Debajo de ese árbol,

Entre sus raíces.

Enterrado en la tierra.

Una caja amarilla.

Una caja amarilla pequeña.

De un plástico herido por el tiempo.

Una caja de plástico amarilla,

Dentro de una bolsita de tela azul.

Dentro de ella.

Un par de figuritas,

Alguna carta sin besos.

Unas monedas viejas.

Unas cintas.

Unos botones de colores.

Fichas de juegos sin tableros.

Sueños sin recuerdos.

Sueños sin recuerdos.

Entre las raíces del árbol.

Fundidos, heridos.

Dentro de la caja amarilla.

Para que llevo esta boca.

Si por más que grite.

Por mas que cante.

El mundo escucha mi exterior.

Nadie escucha mis verdaderos sonidos.

Nadie escucha mis verdaderos sonidos.

Detrás del puente de piedras.

Detrás del árbol incendiado.

La flor de la campanilla.

Se enreda entre los ladrillos.

Uno manchones lilas.

Sobre el color naranja gastado.

Ladrillos, cemento, y las huellas del incendio del árbol.

Las campanillas mudas.

Le tocaron ese sitio.

Detrás de un árbol muerto.

Sobre un puente que no cruza distancias.

Apenas atraviesa un charquito.

Que a falta de tesoros cuida ranas.

Para que escribo estas palabras.

Para que repito este absurdo.

De reafirmar el vacío.

No me puedo encontrar.

No me puedo nombrar.

Mi voz, y mi sombra son lo mismo.

Soy otro retazo más

Del horrible vestido de la noche

Un retazo oscurecido.

Piedra y silencio sobre el vientre.

De una mujer que no espera hijos.

Piedra y silencio para el olvido.

Mi voz se esfuerza,

Pero mi Garganta se niega.

Mis dedos lo intentan.

Pero mis brazos.

No se separan de mi cuerpo.

Las palabras buscan un orificio.

Pero mi mente,

Cerró puertas y ventanas.

Y puso mis tesoros en una caja amarilla.

Mi árbol de recuerdos murió en el patio,

Delante del puente.

Que a falta de océanos.

Cubre charcos.

Charcos que no hunden mis silencios,

Ni mis delirios.

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Si de verdad me leyeras, si de verdad comprendieras la esencia de mi ser... sabrías que estoy aprendiendo que hay palabras que no se deben decir... hay momentos en que se debe guardar el corazón en su cajita de perfumes hasta el próximo invierno. Son como esas cosas del cuidado de las plantas y del jardín que nos ayudan a mantener la fe en nuestros sentimientos.
Si mi espíritu no ha podido florecer aún en esta tierra, lo mudare de este cielo a cielos nuevos. A un lugar donde las nubes no sean de tormentas o silencios.

Hay muchos libros de silencios y hay muchos libros de sueños que aguardan en los estantes, quizás es hora de que los lea, o que los beba como el néctar que me ayude a sanar de tanta mala suerte en mi corazón y en mis ideas.

Mi alma espera en los arboles, algún día la encontraras. Pero si la recuerdas, dile de esas palabras mágicas y veras como se acerca.