miércoles, 5 de mayo de 2010

Sonrío. Para no morir de pena.




¿Qué perfume me han dado tus ojos en aquel pasado?

¿Cómo rasgar el cielo con los labios

Apenas en un beso húmedo a caricia de ausencia?


No quiero lastimar mis ojos, con estos espacios huecos.

Y algo muy tibio como la línea de un río.

Se abre desde ellos.

Algo tibio que responde con sonidos desde mi pecho.


Y así mis días pasan acunados por mis propias manos.

Porque ellas llegan abrazadas a si mismas, tratando de sanar sus líneas.


Sonrío.

Para no morir de pena.


Mi vestido espiritual, no fue caro.

Pero me costo la vida.

Cuando la luz atravesó mi ventana, y parpadee.

Y sentí, que me abandono el color.

Sin aviso, sin señales premonitorias, sin ruidos.


El dolor no es solo una herida.

El dolor es un corazón que palpita su sangre por nuestro cuerpo.


Ya estoy muy cansada.

Me agote del amor, del desamor.

Me canse de mi espejo.

De mis manos borrando los caminos de los ríos tibios de mis ojos.


De fragmentarme en cada letra.

De sentirme presa de esta libertad que te da la soledad y la tristeza.


Y en mi desorden.

Y en mi desastre particular.

Me pregunto.

O solo quedo en silencio.

O solo me dejo llevar.


Y es tan extraño saber que no tengo dios.

No tengo sueños.

No tengo amuletos.

Ni certezas.

No tengo un comprobante, un recibo de pago, ni de entrega.

Miro mis bolsillos.

No hay ni caramelos, ni monedas.

Miro a mis costados.

Y el viento, no sonríe, no perfuma, no musicaliza.

Y el sabor de la pena, se acurruca en el paladar.

Las agujas acuden al pecho.

Algo de sabor a pinos, y madre selva se pasea por mi rostro.


Y no tengo fuerzas, solo tengo letras.

Y no tengo estrellas.

Solo tengo letras.

No tengo más, ni cuentos ni poemas.

Solo un desorden de ideas sobre esta pagina de penas.


¿Qué perfume tienes en los ojos, y en el pecho, en tus manos, en tu cuerpo?

¿Cuál es tu verdadera esencia?

Que así comprendí, que no habrá mayor alegría, ni mayor tristeza.

Que tus presencia… que tu ausencia.


¿Deberé encadenarme a la noche, para no respirar en el día el otro perfume que me da la ausencia?


¿Quizás deba, callarme, cocer con hilos de sombras mis ojos, para que no griten estos ríos tibios que no anidan ni aves ni peces?


¿Qué haré, dama de la noche, si mi único deseo es cubrirme de tierra, hundirme en una nube, alejarme del planeta?


¿Dónde encontrare mis nuevas fuerzas?

Hoy estoy vencida.

Me duele el genuino dolor de la soledad y la tristeza.

Me encadena como un perro herido al poste de su pena.


Me abandona la luz, a la sed de estas tinieblas.


Oscura bestia se acerca y me besa.

Y el demonio de la muerte se acerca y me susurra.


¡Mi querida, esto es tristeza, esto tristeza!


Quiero el aire.

Quiero el agua.

Las llamas de este desierto de silencios.

Me quema.

Me ahoga.

Me entierra.


Y estalla en mi pecho el ave negra.

Y estalla en mi pecho. El corazón de la bestia.


Late con furia, vibra, grita y muerde su tristeza.


Quiero el aire.

Quiero el agua.

Quiero el perfume de exquisitas esencias.

Quiero el aroma sagrado.

De las flores cristalinas.

Que me dan las miradas verdaderas.

Quiero el espejo de unos ojos.

Para volver a existir.

Antes de que me trague la ausencia.


1 comentario:

  1. quiero llorar sabina... me pegò un corrientazo como de cortocircuito entre tus palabras y mi silencio...

    no es tu culpa mi llanto... es mi silencio que me mata la risa... gota a gota... corchea a corchea...

    lindos dìas para tì amiga mìa... te deseo lindos dìas (y noches tambièn)

    sigue viva en tu poesìa, te lo agradezco...

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Si de verdad me leyeras, si de verdad comprendieras la esencia de mi ser... sabrías que estoy aprendiendo que hay palabras que no se deben decir... hay momentos en que se debe guardar el corazón en su cajita de perfumes hasta el próximo invierno. Son como esas cosas del cuidado de las plantas y del jardín que nos ayudan a mantener la fe en nuestros sentimientos.
Si mi espíritu no ha podido florecer aún en esta tierra, lo mudare de este cielo a cielos nuevos. A un lugar donde las nubes no sean de tormentas o silencios.

Hay muchos libros de silencios y hay muchos libros de sueños que aguardan en los estantes, quizás es hora de que los lea, o que los beba como el néctar que me ayude a sanar de tanta mala suerte en mi corazón y en mis ideas.

Mi alma espera en los arboles, algún día la encontraras. Pero si la recuerdas, dile de esas palabras mágicas y veras como se acerca.