martes, 11 de mayo de 2010

Simples I

Aunque me pidas el corazón de la noche.

Con su sangre oscura, latiendo su fulgor de tinta.

Aunque me pidas el corazón de la noche.

Domesticado a la muerte de desaparecer en el día.

Aunque me pidas mis labios, en el corazón de tu noche.

Sobre tu frente, o sobre tus manos.

Aun que me pidas la luz de mi vida.

No insistas.

Ya sabes que nada tengo, que todo te lo he dado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Si de verdad me leyeras, si de verdad comprendieras la esencia de mi ser... sabrías que estoy aprendiendo que hay palabras que no se deben decir... hay momentos en que se debe guardar el corazón en su cajita de perfumes hasta el próximo invierno. Son como esas cosas del cuidado de las plantas y del jardín que nos ayudan a mantener la fe en nuestros sentimientos.
Si mi espíritu no ha podido florecer aún en esta tierra, lo mudare de este cielo a cielos nuevos. A un lugar donde las nubes no sean de tormentas o silencios.

Hay muchos libros de silencios y hay muchos libros de sueños que aguardan en los estantes, quizás es hora de que los lea, o que los beba como el néctar que me ayude a sanar de tanta mala suerte en mi corazón y en mis ideas.

Mi alma espera en los arboles, algún día la encontraras. Pero si la recuerdas, dile de esas palabras mágicas y veras como se acerca.