domingo, 16 de mayo de 2010

Complicado V

De mi torpeza son estas heridas.

Realmente no son mías.

Tampoco es mío el vientre en el que descansas.

Ni mía es la boca en la que hundes tus gemidos.

No son míos estos dolores.

Alguien los dejo en mi puerta abandonados.

Son dolores buenos.

Saben realizar tareas sencillas.

Lavar ropa, hacer compras en el mercado.

Barrer el patio.

Saludar atentamente a los vecinos.

Pero no son míos estos dolores.

Alguien alguna vez los ha dejado.

Como dejaron este pájaro

Suelto y volando, por la habitación de mis fracasos.

Vuela y grita, y aletea su oscuridad en cada aleto triste.

En cada aleto amargo.

Y no son mías las hormigas del jardín.

Esas que en caravana lenta se comieron los rosales.

Y no son míos los gusanos de los duraznos.

Ni los escarabajos.

Ni las arañas de los rincones olvidados.

Todo es de la sombra que me mira sin ver.

Que me respira su hielo su hiel, con forma de suspiro ahogado.

Todo es de la sombra que van formando mis años.

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Si de verdad me leyeras, si de verdad comprendieras la esencia de mi ser... sabrías que estoy aprendiendo que hay palabras que no se deben decir... hay momentos en que se debe guardar el corazón en su cajita de perfumes hasta el próximo invierno. Son como esas cosas del cuidado de las plantas y del jardín que nos ayudan a mantener la fe en nuestros sentimientos.
Si mi espíritu no ha podido florecer aún en esta tierra, lo mudare de este cielo a cielos nuevos. A un lugar donde las nubes no sean de tormentas o silencios.

Hay muchos libros de silencios y hay muchos libros de sueños que aguardan en los estantes, quizás es hora de que los lea, o que los beba como el néctar que me ayude a sanar de tanta mala suerte en mi corazón y en mis ideas.

Mi alma espera en los arboles, algún día la encontraras. Pero si la recuerdas, dile de esas palabras mágicas y veras como se acerca.