Puntitas de sol, como unos cabellos desordenados de fuego.
Asoman leves sobre la línea tibia y blanda de este horizonte.
Recién amanecido de vida, el duende de mi balcón desespera.
No sabe en que lugar dejo anoche, su violín de madera de perfumes.
No sabe pobre duende que en esta casa no es el único duende
Y que los otros son los traviesos que ocultan las melodías.
Esta bebida tibia dentro de mi taza, un poco de café, chocolate, crema.
Me endulza aun mas la boca, el resto del milagro, lo completa la luz.
Palabras blancas disparadas desde tus ojos desde tus manos.
Palabras que endulzan, entibian y musicalizan la mañana.
Como dulces cuerdas de un instrumento casi perdido en la noche.
Y lloverá, seguramente lloverá, y renacerán esas gotas.
Como gemas multicolores que se colaran en cada instante a cada hora.
Disparando sonrisas, caricias, miradas, besos, siempre besos.
Aun siendo besos de consonantes y vocales, conservan los símbolos de la magia.
Besos de perfume. y de agua, besos de caramelo y de luna para la madrugada.
Besos de amanecer para la mirada, y besos que una pluma de ave de las distancias.
Nos acerca en su trinar de cristalinas campanas, que ayudan a renacer el día.
Todo, desde ti me sabe magia, a principio y fin del fundo, a puntes sobre la distancia.
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