viernes, 5 de marzo de 2010

No entiendo a la filosofía.

Cierro lo ojos.


No es la última vez.


Cierro los ojos.

Y cierro el mundo y la vida.

Solo por un rato.

Unos minutos.

Unas horas.


Si no me nombras.

Tal vez por unos días.


No entiendo la filosofía.


Me nombras y existo.


Me nombras pestañeo… aun con los parpados bajos.

Respiro el perfume de tu voz y mi nombre en el aire.

Y existo.


Es simple.


El espejo.


El lago.


El charquito donde se ahoga la luna, entra en un vaso.


Es simple.


Que no estoy, que no estás… lo sabemos.


Ninguna superficie puede contener nuestra piel.

Mejor que nuestro cuerpo.


No entiendo la filosofía.


Me nombras y existo.


Pero, si…


Te callas.


Te ausentas.


Cierro los ojos.


Me recuesto en el árbol de plumas y cristales.

Y espero, aguardo.


El próximo ciclo.


Las maderas que vibran y perfuman en el aire.

Lo saben.


Las horizontales líneas de fuego del cielo.

Cuando llega esta hora de la tarde.

Lo saben.


Si no me nombras.


Cierro los ojos.

Hasta el próximo ciclo.


Nadie muere.

Nadie mata.


Solo cerrare los ojos.


Conciente.


Quiero hacerlo.


Cuando el aire nuevamente traiga mi nombre en su perfume.

Volveré a parpadear.

Aun dormida.


Despabilando los espíritus que duermen en mis parpados.

y que se disparan desde mis pestañas.

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Si de verdad me leyeras, si de verdad comprendieras la esencia de mi ser... sabrías que estoy aprendiendo que hay palabras que no se deben decir... hay momentos en que se debe guardar el corazón en su cajita de perfumes hasta el próximo invierno. Son como esas cosas del cuidado de las plantas y del jardín que nos ayudan a mantener la fe en nuestros sentimientos.
Si mi espíritu no ha podido florecer aún en esta tierra, lo mudare de este cielo a cielos nuevos. A un lugar donde las nubes no sean de tormentas o silencios.

Hay muchos libros de silencios y hay muchos libros de sueños que aguardan en los estantes, quizás es hora de que los lea, o que los beba como el néctar que me ayude a sanar de tanta mala suerte en mi corazón y en mis ideas.

Mi alma espera en los arboles, algún día la encontraras. Pero si la recuerdas, dile de esas palabras mágicas y veras como se acerca.