lunes, 15 de marzo de 2010

La vida me abre al sueño.







La lluvia me abre su boca húmeda.

Para que calme mi sed de ausencia.

Para morir un instante.


Solo uno instante.


La brisa me abre el mundo.

Y salgo de mi sueño.

Para observar que hay en el suelo.

Pero no te veo… ahora.

Por eso duermo.

Unas hojas más.


Mientras.

Camino.

Respondo.

Pregunto.

Insensatamente.


Vivo.


Mientras el aire

Me abre el viento.

Para volcarme

En perfumes de sonidos.

De costillas que se vuelcan

A los insectos de las horas.


La música

Me abre el cuerpo.

Como una ventana.

En mi interior.

No hay mucho.


Solo mi alma.


Sabes…


Las hojas.

Comprenden los ciclos

Mejor que mis argumentos.

El invierno se anticipa en los pasos

De mi sombra en el patio.

Aun desde el verano.

De nuestros ojos lejos.


Y siempre.


El silencio me abre la voz.


Y canto.


Tarareo las melodías que cantaría para que bailemos.


Y cierro los ojos.

Por que la vida.

Me abre el sueño.



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Si de verdad me leyeras, si de verdad comprendieras la esencia de mi ser... sabrías que estoy aprendiendo que hay palabras que no se deben decir... hay momentos en que se debe guardar el corazón en su cajita de perfumes hasta el próximo invierno. Son como esas cosas del cuidado de las plantas y del jardín que nos ayudan a mantener la fe en nuestros sentimientos.
Si mi espíritu no ha podido florecer aún en esta tierra, lo mudare de este cielo a cielos nuevos. A un lugar donde las nubes no sean de tormentas o silencios.

Hay muchos libros de silencios y hay muchos libros de sueños que aguardan en los estantes, quizás es hora de que los lea, o que los beba como el néctar que me ayude a sanar de tanta mala suerte en mi corazón y en mis ideas.

Mi alma espera en los arboles, algún día la encontraras. Pero si la recuerdas, dile de esas palabras mágicas y veras como se acerca.