A penas acurrucada.
En las mantas tibias del consuelo.
Que eternamente me dan las notas musicales.
Del amanecer a estas horas.
A penas despierto,
Con el sueño fresco.
De esos paisajes del onírico anhelo.
De lagos y nubes que son todo mi tesoro.
Y los árboles de frutas rojas.
Arrojan caramelos.
Siempre dulces de las delicias escurridos.
Entre los labios y los dedos.
Y un vestido de lunares y flores multicolores.
Me viste mientras sueño.
Y despierto,
Un bostezo leve,
Un parpadear pequeño.
Despierto del sueño.
Pero no me alejo de las sensaciones.
Que me dan esos encuentros de espuma.
Y perfumes de blancos jazmines.
En un jardín matinal del encuentro.
Y las estatuas de duendes de los jardines.
Saltan las cercas cuando huelen el desayuno.
Pan tostado,
Pan dorado de sol untado en dulce de frutas.
Un aroma de duraznos azucarados.
Es todo el perfume.
Y las tazas son orquesta de tiernos susurros,
Del festival de compartir.
Té para algunos.
Un café claro con un poco de leche para otros.
Chocolate delicioso.
Que baila en la boca para muchos y para mí.
El mate y la pava le rezongan a la tetera.
Hoy no es un día de campo les digo
Hoy es un día de jardín.
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