Espera… llegan.
Detengamos un instantes nuestros pasos.
Hasta que se agote el aire de esas cuerdas.
Se rompe el mundo, mi corazón no puede latir tan fuerte.
Que alguien detenga esos disparos.
Son solo cuerdas, en una base de madera.
Y el arco.
… ay ese arco.
Si.
Son disparos.
Me recuerdan.
A mi… a mi profunda, a mi ciega, a mi muda, a mi soledad, a mi sombra a mi pena.
Mi dolor de punzantes remembranzas sobre un azul desierto de estrellas.
La soledad de la esfera que gira aturdida sin encontrar donde proyectar sus brillos.
Sus aromas de alas de luciérnaga que parpadea.
Como una flor otra vez perdiendo el aroma.
Respiro para morir de esta tristeza.
Reclamo mi propia muerte a la muerte.
Violento mis manos sobre mi pecho.
Pero mi muerte no llega.
Pero llega la calma, esa cuerda que se filtra en mi piel llega hasta mi caja torácica.
Masajea un poco tibia, me duerme en el remanso de una nueva nostalgia
Me recuerdo.
Recuerdo mi voz, de antes.
Mi voz verdadera.
Mis ojos.
Mis verdaderos ojos.
Mi forma, mi luz, mi sombra.
Es inevitable volver a nacer de un llanto.
Mientras las cuerdas vibran.
Algo de es instrumento comunica con mi espíritu entre las cuerdas de mi garganta.
También se oyen similares melodías.
No respondo al silencio o a la muerte.
La muerte y el silencio no responden a mí.
Pero respondo a la música y a la vida.
Con el mismo perfume de despertar aun un poco temblorosa.
De los recuerdos que el viento me trae de mi.
Y mientras las cuerdas siguen vibrando el arco dispara notas y dispara fuego.
Y dispara vida y sensaciones de luz sobre el cuerpo de mi espíritu que se eleva.
Mi espíritu me observa, se sonríe.
siente que un no es tiempo.
…y regresa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario