No se porque prefiero las flores de azahar a las rosas.
Porque mis dedos son tan delgados,
Porque no resulto que tocara piano.
Porque no soy buena con las cuentas.
No me pregunto sobre la humedad de las cosas.
Pero las prefiero.
Prefiero el amanecer de los días de lluvia.
La humedad en las macetas de mi jardín.
Mi corazón fresco.
Mis pupilas brillantes.
Mi beso profundo.
Prefiero las canciones en las guitarras que en mi voz.
Y las prefiero en el aire que maniatadas en las manos.
Prefiero la libertad, a la sombra oscura de preguntar.
Prefiero el vértigo de lanzarme al vacío.
A la quietud de esperar.
Prefiero, kilómetros.
Y océanos y bestias marinas.
Que una vida sin saber, si eres real.
Prefiero morirme de la tristeza.
Que no conocerte.
Prefiero, morder tus labios.
A cualquier fruta del jardín de los sueños.
Prefiero tus brazos.
A los brazos de todos los reyes.
Prefiero tu frente, al cielo.
Prefiero tus pasos.
Al vuelo de los querubines.
Prefiero una palabra que respire vida.
A un libro de poesía muerta.
Prefiero el dolor del esternón
Inspirado en extrañarte.
Que una vida de ausencias y de demoras.
Por no saber si será en esta vida
O es en otra que te encuentre.
Y recorro otra vez cavernas y espacios huecos.
Del suelo de mis temores, voy arrastrando estas piedras.
Y llego a la orilla del lago negro.
Que parece la más fatal premonición de un cielo que no nos consiente.
Y sin embargo me desnudo y entro al lago.
Y me sumerjo profundo en mis tristezas.
Y busco sobre el fondo tembloroso de mis penas.
Los fragmentos de mi espíritu abandonados en otras guerras,
Y nado velozmente escapo de los demonios de agua.
Algunos de ellos muerden y jalan mis piernas.
Pero desde el fondo oscuro de mis temores.
Veo sobre el agua las líneas de fuego de tus flechas.
Y llego a la superficie y sonrío.
De apoco me visto con luz nueva.
Suspiro un poco, río, lloro luego.
Entiendo la suerte y la fragilidad de los sueños.
Y no pregunto por ellos.
Y no pregunto por los milagros.
Como este
Como el milagro que es encontrarte.
Solo te protejo, entre mis manos blandas dormidas de rocío.
Entre mis senos plateados por la luna.
En mi vientre de ninfa amanecida de a la vida.
Desde tu simple centro.
Centro de luces de fuego que como el sol dispara flechas al mundo.
Y uno de esas flechas cae sobre las plantas de mi jardín.
Y todos mis espíritus me dan alerta.
Y no me pregunto.
Sé muy poco.
Siempre digo lo mismo, y es por que es una gran verdad.
Las verdades siempre se repiten
Porque permanecen en el fondo de todos los argumentos.
Aun ocultas en mentiras.
Sé que existes
Que existes.
Que me llamas.
Que late tu corazón
Dulces perfumes en una orquesta.
Una orquesta que reaviva mi pecho
Y lo invita a volar sobre tu cuerpo.
Sé que tu existes, que escribes maravillosamente, me haces hacer muchas preguntas y es viajar en la sensibilidad y la inteligencia de tu mente una orquesta que reaviva mi pecho, uno primero violín de mis cinco sentidos
ResponderEliminarGracias por tu escrita y saludos