Y es claro, ahora bajo del árbol.
Bajo del árbol un instante.
unos minutos.
unas horas.
unos años.
No soy un pájaro, ni una manzana.
Solo bajo del árbol un instante.
Me gusta perderme entre las hojas y las plumas.
Me gusta el aroma de la corteza y de las ramas.
Y me siento protegida.
Abrigada de retazos verdes.
Y de retazos de cielo.
A veces estrellas, a veces nubes.
Pero ahora.
Bajo un instante.
Y no soy flor, no soy semilla, no soy fruta.
Soy esta simple sirena que camina.
Que juega con las ardillas y las persigue hasta su nido.
Soy esta simple sirena que camina.
Que canta, que delira.
Que juega a las escondidas con los duendes del jardín
Con los duendes de la cocina.
Pero ahora.
Bajo un instante del árbol.
Y todo el suelo esperaba mi paso.
Y ese primer contacto de mis pies en la tierra.
Y cierro los ojos para que mis dedos besen despacio.
Y cierro los ojos para que la música del encuentro de mi piel y la tierra
Se escuche en mis parpados.
Y bajo.
Apoyo firmes mis pies en la tierra.
Compruebo el territorio.
Doy una vuelta, despacio.
Compruebo con los talones.
Estoy en tierra firme, mi barco era este árbol.
De sueños y espejismos.
De pájaros verdes confundidos entre las hojas
Confundidos entre mis suspiros.
Bajo, por que veo tú sombra acercarse al camino.
Y como quien espera en la carretera alguien que lo acerque a su destino.
Yo esperaba tu sombra, para que me llevaras al mío.
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