Siempre supe de la magia de las esferas
Y de lo que albergan.
Nuevos mundos, nuevos cielos.
Nueva música de cristales suspendidos.
Que vibran como alas.
Desde mi rincón observo el ir y venir de las esferas.
Las más oscuras vienen de mi pena.
Las amarillas y perfumadas
Vienen de mis sueños
De última hora de la noche,
Cuando la luna se retorcía dolorosa,
Por tener que abandonar el cielo.
Esferas de mis primeros parpadeos.
Son las esferas de tus palabras.
Que cruzan distancias.
Girando y girando, sobre el motor de sus luces.
Sobre el núcleo de luz de su alma.
Y me estallan en las manos.
Liberando estos sabores de duraznos.
De jazmines besados por el agua.
Algunas de tus esferas caen en mis caderas.
Y me invitan a empezar una danza.
Un movimiento leve, que ayuda a despertar la mañana.
Mis pasos acompañan a mi ritmo,
El aire me envuelve y me abraza.
El aire trae más esferas que se acercan a mi rostro
Con perfumes de tu cara.
Sin saber como... esta mañana.
Recordé esta música.
Y pude bailar contigo en la distancia.
Quién dijo que no se puede bailar un tango.
ResponderEliminarCuando esta el sol en medio.
No hay que culpar al sol.
Ni a la distancia de mares.
Ni a la diferencia horaria.
El viento ayuda.
Al movimiento.
De tu cuerpo.
De mi cuerpo.
De todos los cuerpos.
Que sientan la magia.
De las esferas.
En movimiento.