martes, 16 de marzo de 2010

¿Cómo no invocarte?









¿Cómo no invocarte?

Si todos los hilos que elevan mis pulmones.

Vienen de tus pulmones.

Si todas mis razones entran en un cofre de cristal golpeado por el mar.


Si todas mis melodías entran en protesta desde mi voz.

Y de las alas que tengo ahora, cada sueño contigo me da una pluma.

¿Cómo no invocarte en versos, en boca, en cuerpo?

En el rincón que el mundo olvida.

En los detalles.

En los descuidos.

En lugares comunes.

En los lugares prohibidos.

¿Cómo no invocarte sobre la piel de las horas?

Si en cada centímetro, falta un minuto, una hora, una vida contigo.


Y el pesar, y el dolor.

Y la angustia.

El olvido.

La deuda.

Los fracasos.

Mis torpezas.

Mis lágrimas.

Mis pasos.

Mis silencios.

Mis ruidos.

Mis Abrazos.

Mis huecos.

Mis inmensos huecos.

Mis fisuras.

Las fisuras sobre mis fisuras.

La herida sangrando sobre la herida.


Son insignificantes.

Quedan como la más lejana de las estrellas.

De día y con el rostro frente al sol.

No puedo repara en ellos.

Solo, tengo una dirección.


Me siento una flor amarilla.

Con un corazón de semillas.

Con una voz que reclama, invoca, susurra.

Todo,

Todo y un poco mas.

Y luego, mas.

Ahí frente a tu rostro, frente a tu cuerpo.

¿Cómo no invocarte?

Y hacer de mi susurro una canción.

Un cuento.

Una esfera.

Un sueño.

Un libro.

Una ciencia.

“De cómo se llega a ti”


“De cómo se llega a ti en tres pasos, o en un salto, o en un giro. O en un sueño. O en un verso”


Mi ciencia no es exacta, es aproximada.

A ti se llega con perfumes.

Con aromas de almizcle de vainilla y de menta.

Sobre un fondo de madera dulce y chocolate.

A ti se llega en silencio, con los parpados como velos.

Con los labios entre cortados.

Con la piel tatuada de luces.

Con los pies descalzos.

Se llega con las manos en alto, con las manos en bajo.

Con las manos en las manos.

Con las manos llenas de dulces.

Con las manos vacías.

Con las manos mudas.

Con las manos desmayando sonrisas, melodías.


A ti se llega, con un beso.

Con mil besos,

Con un beso enorme,

Con un beso pequeño.

Con un beso de agua.

Con un beso de fuego.

Con un beso de labios blandos.

Con un beso de labios de hielo.

Con un beso.


A ti se llega, con las piernas largas.

Con las piernas desnudas.

Con las piernas morenas.

Con las piernas como columnas de infierno.

Con las piernas como escaleras de cielo.

Como aves.

Como instrumentos de cuerdas.


A ti se llega con el corazón en primer plano.

Huyendo desde el pecho, palpitando dentro.

Agitando la desnudes de mi aliento.

La desnudes de mis senos.

A ti se llega. Con espalda de bronce.

Con abdomen de hierro,

Con rostro de tormenta.

Con rostro de calma.

Con rostro de agua, de laguna de peces.

A ti se llega con los ojos cerrados,

Como si soñara.

Como si cantara.

Como si ya te besara en la distancia.

Con los ojos oscuros, con los ojos claros.

Con los ojos de presente, de pasado.

A ti se llega con los ojos de luna, con los ojos de mañana.

Con ojos luz de música… música de campana de alas.


Con la mirada firme,

Con la mirada blanda.

Con la mirada esperada.

Con la mirada de almendra.

De olivo, de noche, de miel.

De flores, y hojas de las plantas de la montaña.


¿Cómo no invocarte?

¿Como no llamarte?

¿Como no esperar por ti, si el sol me dice?

La luna me dice.

La ausencia me dice.

Este espacio blanco, me dice.

Este espacio oscuro me dice,

La ventana lo sabe.

El jardín lo sabe.

Mi vientre y mi ombligo y creo que hoy también mi espalda,

Mis lunares, mi frente, mi lengua, mi cabello.

Todos saben.


¿Cómo no invocarte?

Si hasta protestan las sabanas.

Protesta la noche.

Protesta la altura, la profundidad.

El espejo, el televisor, mi perro.

Y la distancia.


¿Cómo no invocarte?

Con magia.

Con luces.

Con palabras.

Con canciones

Con imágenes.

Con presencia.


Todas inútiles.


Solo sirve invocarte con eso... que el mundo olvida ignora, abandona, destruye, cubre, lastima, camufla, disfraza.

Y que nosotros rescatamos.

A cada segundo con nuestras palabras.


¿Cómo no invocarte desde mi alma?





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Si de verdad me leyeras, si de verdad comprendieras la esencia de mi ser... sabrías que estoy aprendiendo que hay palabras que no se deben decir... hay momentos en que se debe guardar el corazón en su cajita de perfumes hasta el próximo invierno. Son como esas cosas del cuidado de las plantas y del jardín que nos ayudan a mantener la fe en nuestros sentimientos.
Si mi espíritu no ha podido florecer aún en esta tierra, lo mudare de este cielo a cielos nuevos. A un lugar donde las nubes no sean de tormentas o silencios.

Hay muchos libros de silencios y hay muchos libros de sueños que aguardan en los estantes, quizás es hora de que los lea, o que los beba como el néctar que me ayude a sanar de tanta mala suerte en mi corazón y en mis ideas.

Mi alma espera en los arboles, algún día la encontraras. Pero si la recuerdas, dile de esas palabras mágicas y veras como se acerca.