domingo, 7 de marzo de 2010

Estoy


Solo que esta vez, de nuevo… mas callada.

Salí a comprar, unos brazaletes que vallan con mis collares de penas.

… a ver si con éstos… logro atarme las manos para dejar de hablar.

No sé en que momento aprendí este idioma de señas… que golpeo sobre el teclado.

No sé en que momento alguien puso ese molino a girar.

Y soy a alérgica a los demonios que viajan en el aire.

Y soy alérgica a esas manifestaciones del mal.

La noche llegara, nadie la retiene.

Nadie… allá en el horizonte sujeta su vestido.

Quisiera pero no puedo.

Mis neuronas funcionan.

Quisiera pero no puedo.

No puedo mirar a otro sitio

y solo con eso no escuchar.

Llegan las vibraciones de mi corazón desprendiéndose de las nubes.

Lo solté con muchas espinas al aire,

Para que de sus puntitas quedara sujetado de las espumas del cielo.

Pero aun así cae.

Cae.

Rebota dos veces, y a la tercera se parte.


Salpica su sangre.


Un poco cae mi labio.


Lo pienso mis ojos descienden.

Mi lengua pasea sobre ellos.

Ese es el sabor de la perdida.

Ese… es el sabor de la muerte que se demoraba en el horizonte.


A Hércules siempre le duelen las rodillas.

Me mira y piensa… yo te podría ayudar.

Hércules podría… pero no lo hace.


Ni el hombre más fuerte puede ayudarme.


Nadie tiene la armadura que necesito a estas horas.


Una armadura de luz y de sombra

Que en la luz, me ilumine más para que no se vean mis manchas.

Que en la oscuridad me cubra para que no se vean mis brillos.


Nunca sé cual es mi lugar.


Saber, es despertar.


Saber duele.


Entender duele.


Preferiría ignorar.

El tiempo.

El tiempo, me mira desde su palacio de arena.


Me acerco y con las manos escarbo su base.

Escarbo los cimientos de este castillo.

Porque escucho que mi alma, esta allí dentro… en la base de este tiempo de arena.

Escarbo y de la arena, salen éstos escarabajos, que me recuerdan.

Antes eran personas perdidas escarbando en las base del palacio de tiempo.

Y yo… era un escarabajo que los recordaba.


El tiempo es circular.




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Si de verdad me leyeras, si de verdad comprendieras la esencia de mi ser... sabrías que estoy aprendiendo que hay palabras que no se deben decir... hay momentos en que se debe guardar el corazón en su cajita de perfumes hasta el próximo invierno. Son como esas cosas del cuidado de las plantas y del jardín que nos ayudan a mantener la fe en nuestros sentimientos.
Si mi espíritu no ha podido florecer aún en esta tierra, lo mudare de este cielo a cielos nuevos. A un lugar donde las nubes no sean de tormentas o silencios.

Hay muchos libros de silencios y hay muchos libros de sueños que aguardan en los estantes, quizás es hora de que los lea, o que los beba como el néctar que me ayude a sanar de tanta mala suerte en mi corazón y en mis ideas.

Mi alma espera en los arboles, algún día la encontraras. Pero si la recuerdas, dile de esas palabras mágicas y veras como se acerca.