lunes, 31 de octubre de 2011

Halloween



Pobre Jack, aunque el forjo su suerte, ahora apenas es recordado en la luz de una braza que arde como el mismísimo pulmón del infierno. Vagando por la tierra buscando descanso,   y algunos se han atrevido a llamarte Jack-ó-Lantern…  como si un alma en pena pudiese alumbrar sola su propio camino. Advierto que las brujas no son de este cuento, pero sus risas y sus sombras aparecen en los reflejos tras los vidrios de las ventanas, donde nunca falta una rama que se parezca a sus dedos y que golpee o grite.
Huesos viejos dan la melodía animados por los espíritus que inquietan la noche. Aullidos de animales desconocidos, llámense lobos, o espectros, se zambullen en el aire como peces de humo quebrando el silencio de las nubes con sus ecos. Y más allá la colina sostiene una casa, pero  la casa apenas si se sostiene. Quizás esta unida por finos hilos de araña a las paredes grises del cielo. Su madera fue el cuerpo del último árbol sagrado del oeste, el pobre ser solo observo como lo talaban, sabia la suerte que correrían los leñadores luego de mutilarlo, se apiadaba de sus almas que no podían oír su corazón unido a la tierra y como ella y el cielo lloraban. Pero el metal del hacha si oía y también lloraba, no es culpa del metal que los hombres lo utilicen como arma para acabar con mortales o con criaturas sagradas. ¿Preguntan si hay murciélagos? Hay en todas partes pero no los vemos. Pero seguramente han sentido un escalofrío que corta la piel como una navaja de hielo…  en ese instante que todo empieza a oscurecerse, cuando todos se van, cuando nadie responde del otro lado de los sueños o de  los espejos, nuestros propios ojos revelan la noche, y la noche despierta con sus criaturas negras.

Una dama aparece en el paisaje, su vestido es antiguo para este tiempo  y seguramente lucia igual de antiguo en su época. Su cuerpo delgado y alto parece un árbol seco que persiguen los cuervos. No se pueden distinguir sus pasos en la distancia, es eso o es que la niebla confunde el aire con el suelo y ella parece flotar sobre la hierba. El pueblo no quiere verla, enciende velas en las ventanas dentro de calabazas para darle color al temor que los asecha, y ella se aleja. A lo lejos se escuchan risas, alguien cree que su disfraz no es bueno, que huele mal, que se equivoco de día o de fiesta. Ella no responde, su casa con todos sus espíritus  en la colina la espera.


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Si de verdad me leyeras, si de verdad comprendieras la esencia de mi ser... sabrías que estoy aprendiendo que hay palabras que no se deben decir... hay momentos en que se debe guardar el corazón en su cajita de perfumes hasta el próximo invierno. Son como esas cosas del cuidado de las plantas y del jardín que nos ayudan a mantener la fe en nuestros sentimientos.
Si mi espíritu no ha podido florecer aún en esta tierra, lo mudare de este cielo a cielos nuevos. A un lugar donde las nubes no sean de tormentas o silencios.

Hay muchos libros de silencios y hay muchos libros de sueños que aguardan en los estantes, quizás es hora de que los lea, o que los beba como el néctar que me ayude a sanar de tanta mala suerte en mi corazón y en mis ideas.

Mi alma espera en los arboles, algún día la encontraras. Pero si la recuerdas, dile de esas palabras mágicas y veras como se acerca.