Otra boca abrirá las jaulas de mis aves y volaran encendidas como simples mariposas del sueño las palabras que ya no te digo volaran hasta refugiarse en una cama de nubes.
Me demoro en la huida como si no quisiera escapar de tu recuerdo, como si esperara un último llamado en las vías fantasmas de tus palabras.
Pero es inútil resucitar a la música en el último ritual de la primavera que se ha ido
Y por el jardín a las 17: 30 los duendes más pequeños destejen sus risas en las flores y nace el perfume.
Mientras… desde el árbol más horrible de mi alma el desamor no sabe si gritar o aullar desesperado… pero ya es inútil, ahora nada está en su sitio, ni los soles ni las lunas ni los sueños.
Todas las manos están vacías, me falta el amor o el color de los amaneceres para tener ganas de despertar al nuevo día.
La humedad del vidrio, los sonidos de la tormenta
El viento que sabe maldecir entre las ramas
Las armas que esconden las miradas
Y la voz perfecta para decirle a la muerte como besarme en las noches tristes.
Otras manos buscaran mis manos, y mis manos sin saber si son las tuyas tendrán una nostalgia de ala herida.
Mi cuerpo, este universo en el que se me pierde el alma transita la rutina de todos los días.
Ir al trabajo, desayunar un sol a mitad del campo, saludar a los niños, abrazarme al silencio en los momentos grises… ver como las nubes se transforman mientras viajo en colectivo… dormirme unos minutos. Despertar cuando todos bajan, y creer que ese lugar al que todos van también es mi sitio. Pensar en colores para un nuevo trabajo, detenerme en lo verde del verde y lo espiritual del amarillo. No sonreír al recordarte, querer atraer tu voz a mi mente y no encontrarla… tener muchas ganas de abandonarme a mitad de camino.
Llegar a casa cansada, ver mi alma en el mismo lugar del espejo, justo entre mis manos entre mi pecho y mi ombligo. Oír los sonidos que da el vacio cuando nos habita, el interior nos sorprende con voces que nos reclaman por querer estar en otro sitio…
Otra vez el papel en blanco, un saludo desprolijo
Un ave que bajo al escritorio para ver como escribo. Ver como sus alas se desvanecen en una imagen muy parecida al humo débil de una vela cuando es besada por un simple beso de la brisa.
Otra vez recorrer la casa en silencio cuando todos duermen, cuando el mundo se apaga y desde la ventana a penas si puedo ver los fantasmas de sus luces.
Recibir el cielo, apagar el alma, comprender que al fin el desamor era parte del mismo amor que nos había unido.
No saber si llorar, maldecir o dar gracias, pero saber que ya nada de lo que se dice tiene sentido.
Mi alma vuelve a los arboles, mi cuerpo ya no es aquel puente por el que se pueda dialogar con vos, ni por su piel ni por su música.
Todo se apaga en los labios, algún día despertare de ti y diré un nombre distinto.
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