No quiero ser la mujer que aprenda a llorarte y a hacerte el amor al mismo ritmo
Mientras el cielo del sur lleve mi nombre, ningún otro lugar será mi lugar
Aunque te llevo en el alma como el pájaro de fuego que canta para que llegue la mañana
No es suficiente que solo me duelas, o que te ame
El amor es más que el amor en sus plumas y en su cielo
Es tan profundo que aun viendo tus ojos no lo veo por allí, no está ni en tus manos ni en tus palabras
Y me quedo durante la noche buscando que sea menos noche toda la oscuridad
No quisiera seguir escribiendo, pero tampoco tengo el valor para dejar el mundo
Por eso sigo a ritmo lento sobre las páginas y sobre los días, y sobre los caminos
¿Será este el instante en que la mujer común, esa que trabaja y cuida de su hogar y su familia abandona la rutina solo por ver desde que lugar se abre el cielo y se expande la tierra?
Llevo una mochila muy cansada de ir sobre mí
Todas las esferas de mis sueños estallan como lamparitas de luz
La tristeza tiene una sutil belleza, el amor duele de forma parecida
Pero contemplarte en la distancia es más hermoso que respirar la música de la lluvia
Aun no he llegado a tus ojos, tu voz no sabe nada de mi nombre
Tu espíritu me visita desde hace miles de siglos, lo absurdo es tan preciado en noches como esta
Que con solo unas palabras puedo domesticar el motor del mundo... y solo crujirá nuevamente cuando acabe la noche, entonces no sabré si es triste o es hermoso haber renacido.
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