No tengo ojos para la mañana, porque sé que vendrá un día tan oscuro como la noche a escupirme su voz fría sobre el rostro
No tengo ojos, de verdad no los tengo
No tengo ojos para la mañana, ese instante del tiempo en que el cielo parece un juego de cuchillos sobre el paisaje del silencio
No tengo ojos para la mañana, no tengo voz para nombrar al dios enfermo que me lleva a arrodillarme sobre mis fracasos amontonados como piedras
No tengo sueños
... y mis parpados como fuertes guerreros se interponen entre mi mundo y el mundo de afuera
Todo desaparece
Aunque aquí en el interior de mi misma estoy llorando
Me duelen el alma y las piernas
Me duele el rostro por recibir sobre mis mejillas el dolor y el frío de sus lágrimas negras
... soné que estaba en tus manos, gemí, y lloraba el placer supremo
Soné que estaba en tus manos, que eras el mismo dios del infierno
Me apagaste con los labios sellando mi amor con tu silencio.
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